René Jacobs (dir.); Jennifer Larmore (Giulio Cesare); Barbara Schlick (Cleopatra); Derek Lee Ragin (Tolomeo); Bernarda Fink (Cornelia); Marianne Rørholm (Sesto); Furio Zanasi (Achilla); Dominique Visse (Nireno), Olivier Lallouette (Curio). Concerto Köln (instrumentos originales). HARMONIA MUNDI 4 CD.
Pese a que en los últimos años Giulio Cesare in Egitto se ha grabado bastante y muy bien, la grabación en estudio de René Jacobs sigue siendo a día de hoy mi preferida de entre las editadas en cedé, y ello a pesar del tiempo transcurrido. Jacobs, por aquél entonces, no era aún tan conocido en su faceta de director de orquesta como lo es hoy, y lo cierto es que resulta curioso detenerse a observar
el modo en el que se ha modificado su forma de llevar la orquesta con los años. Aquí, a comienzos de los noventa, tenemos ya a un Jacobs luminoso y vibrante, pero en general algo menos enérgico de lo que acostumbra en la actualidad. Quien quiera saber a lo que me refiero haría bien en buscar una interesante grabación radiofónica de esta ópera dirigida por él mismo en París en 2008 y con Zazzo y Piau como protagonistas (se encuentra por internet). Ahora, el director belga ornamenta los recitativos de forma mucho más elaborada y en general resulta más vívido, rústico y enérgico. ¿Es mejor entonces el Jacobs de nuestros días al del pasado? No necesariamente, porque en contrapartida, no es raro que hoy incurra en ciertos amaneramientos y caprichos innecesarios en manera de tempi (¡esa manía suya en hacer fluir a veces la música mediante acelerones, produciendo el efecto de que sale borbotones!).
el modo en el que se ha modificado su forma de llevar la orquesta con los años. Aquí, a comienzos de los noventa, tenemos ya a un Jacobs luminoso y vibrante, pero en general algo menos enérgico de lo que acostumbra en la actualidad. Quien quiera saber a lo que me refiero haría bien en buscar una interesante grabación radiofónica de esta ópera dirigida por él mismo en París en 2008 y con Zazzo y Piau como protagonistas (se encuentra por internet). Ahora, el director belga ornamenta los recitativos de forma mucho más elaborada y en general resulta más vívido, rústico y enérgico. ¿Es mejor entonces el Jacobs de nuestros días al del pasado? No necesariamente, porque en contrapartida, no es raro que hoy incurra en ciertos amaneramientos y caprichos innecesarios en manera de tempi (¡esa manía suya en hacer fluir a veces la música mediante acelerones, produciendo el efecto de que sale borbotones!).
Evidentemente, en este Giulio Cesare asoman ya los rasgos de lo que va a ser el Jacobs futuro, aunque aún no están bien definidos. Obsérvese, por ejemplo, la relativa lentitud –superada en la toma de 2008– de la primera sección de la obertura, y la mayor relajación del “Nel tuo seno” o del “Va tacito”, por ejemplo. Hoy Jacobs no dirige así, sino que busca ser más efectista, y precisamente por eso es interesante escuchar lo que hacía antes: su dirección aquí es impecable, y aunque en la actualidad él siga siendo capaz de hacer esta ópera de manera sensacional (puede incluso que mejor que nadie), está claro que sus caminos no son ya los mismos por los que transitaba allá por 1991.
El reparto, además, es muy notable. Destaca por encima de todos una espléndida Jennifer Larmore en el papel protagonista, con una voz preciosa, adecuadamente masculina y tremendamente hábil en las agilidades. No tengo ninguna duda de que ella es mi Cesare favorito de entre todos los que lo han grabado en cedé (en DVD están los también espléndidos Connolly –aquí– y Scholl –aquí–, pero esa es otra historia). En suma, creo que esta es probablemente la más estimable grabación llevada a cabo por esta mujer.
En cuanto a Cleopatra, suele criticarse, y con cierta razón, a Barbara Schlick. A mi modo de verlo, el problema de Schlick no consiste en ninguna insuficiencia de técnica ni en ningún apuro vocal, sino en algo de orden infinitamente más subjetivo: la voz de esta soprano no resulta a mis oídos especialmente grata en términos de belleza, y en consecuencia, no seduce. Aun sin equivocarse en nada, no convence en su faceta de hábil seductora. Se agradece, eso sí, el patetismo y la ternura del “Se pietà” y del “Piangerò”, este último notablemente resuelto. El lector de estas líneas debe tener en cuenta, por supuesto, que hablo de algo bastante íntimo y personal: lo que a uno seduce, a otro no, y no es esta una cuestión de llevar la razón o no. Teniendo en cuenta la fecha de la grabación, pienso que quizá Sylvia McNair, con su timbre cálido, hubiese sido una mejor opción.
Con el Tolomeo de Derek Lee Ragin me sucede en realidad lo mismo que con Schlick. Le veo un cantante muy profesional y honesto, pero con un timbre ingrato. ¿Se le puede pedir algo diferente de lo que ofrece? Probablemente no. Simplemente no es una voz que yo considere bonita, y ser el malo de la historia no tiene por qué estar reñido con la estética.
A la que defiendo a muerte es a la espléndida Cornelia de una joven Bernarda Fink, que canta su parte con una espléndida voz oscura y sin el molesto exceso de vibrato al que por alguna razón recurren otras intérpretes para este papel. En cuanto a Sesto, Marianne Rørholm concibe al personaje de forma algo aniñada, enfoque este que puede motivar división de opiniones. Su visión de Sesto, tal y como yo la veo, viene a coincidir en esencia con la que tendría mucho después Tuva Semmingsen (cuyos resultados me parecen aún más logrados) en el DVD de Mortensen del que hablé aquí.
El resto se maneja con idéntico buen nivel. Furio Zanasi es un Achilla malévolo y apasionado, aunque sin caer en la caricatura, y Dominique Visse canta muy bien Nireno y sin incurrir demasiado en su habitual histrionismo.
La grabación está completa, por supuesto, y el aria de Nireno “Qui perde un momento”, añadida por Handel en 1725, se añade como apéndice al final del último disco.
Grabación, por tanto, de referencia y de obligado conocimiento para los amantes de la ópera barroca.
2 comentarios:
Uf... parece mentira, han pasado ya casi 25 de años desde aquella ya mítica grabación que. a mi modo de ver, marcó un antes y un después en el acercamiento del gran público a la ópera barroca, al menos en mi caso. Estoy totalmente de acuerdo con tus apreciaciones y especialmente en el caso de Schlick, lo has clavado. Unn abrazo..
Gracias, Maac. Creo que llevas razón en que fue la primera grabación historicista de una ópera barroca que logró alcanzar un impacto verdaderamente grande. Otro abrazo para ti.
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