El pasado sábado asistí a la última de las representaciones de “La Cenerentola” en el sevillano Teatro de la Maestranza. Debo confesar que acudí sin grandes expectativas en lo que concierne al plano escénico y que el resultado fue muy superior al que esperaba.
Conocía ya la producción del Teatro San Carlo de Nápoles gracias al DVD de Palumbo, de modesto interés. Tras verla en persona, concluyo que es de esos montajes que resultan infinitamente más efectivos vistos en vivo que en DVD, en el que pierden mucho. Sigo pensando que no se aprovecha la traslación del argumento a comienzos del siglo XX para comunicar nada de interés, por lo que todo parece más un puro capricho estético que otra cosa. Y los decorados, casi de función escolar, no son precisamente vistosos, pero sí ayudan a revestir de cierto infantilismo cándido a la historia de Cenicienta. En realidad, el elemento