sábado, 31 de agosto de 2013

Más Beethoven que Mozart


Anoche acudí por última vez este año al ciclo de conciertos nocturnos Noches en los jardines del Real Alcázar de Sevilla. En programa, el Trío Puccini (Michael Thomas, violín I; José Manuel Martínez Melero, violín II; Israel Fausto Martínez Melero, violoncello) con el trío K.563 de Mozart y el Op.9 n.1 de Beethoven. Fue, y lo digo desde ya, un concierto desigual (incluso extrañamente desigual) en términos de calidad.

No funcionó del todo satisfactoriamente el trío de Mozart, enfocado de forma coqueta luminosa, aunque bastante carente de expresión. Resultaron mejor, en todo caso, los dos menuettos y el Allegro conclusivo, pero la lectura fue, en suma, la de un Mozart algo trivializado, tan despreocupado como falto de intención.

Así las cosas, lo lógico era temerse lo peor con el trío beethoveniano, pero aquí es precisamente donde vino la gran sorpresa. Ya desde el primer movimiento ese Beethoven sonó con una muy adecuada dosis de rusticidad y con una gran fuerza expresiva que se extendió a los dos movimientos siguientes para concluir en un Presto brioso. En suma, una versión de esta obra mucho más vivaz y madura que la que pudo escucharse hace una semana al Trio Clara Sylvan (click aquí).

En buena lógica, hubiera sido esperable que el Beethoven adoleciese de los mismos problemas que el Mozart aún más agudizados. Ocurrió lo contrario, y al menos nos llevamos una notable interpretación de una de las dos obras.

Programa

Clásicos imprescindibles

WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791), Trío de cuerda en Mi b Mayor KV 563
Allegro
Adagio
Menuetto, allegretto
Andante
Menuetto, allegretto
Allegro

LUDWIG VAN BEETHOVEN (1770-1827), Trío de cuerda en Sol Mayor op. 9 nº 1
Adagio-Allegro con brio
Adagio ma non tanto
Scherzo-Allegro
Presto

viernes, 30 de agosto de 2013

Músicas viajeras...


Este año 2013 ha visto la luz el disco “Músicas viajeras: tres culturas” que ha grabado el conjunto vocal Musica Ficta junto con el grupo instrumental Ensemble Fontegara de Raúl Mallavibarrena. Pues bien, anoche en el Alcázar pudo disfrutarse de un programa con el mismo título y con algunas obras coincidentes. La principal diferencia es que la parte vocal corrió en exclusiva a cargo de la soprano Rocío de Frutos, mientras que el acompañamiento fue cosa del propio Mallavibarrena sentado al piano.

De Frutos estuvo realmente estupenda en la doble vertiente, sefardí y cristiana, del programa. De las veces que la he escuchado (por ejemplo, en el blog quedó constancia en su día –aquí– de su participación en la maratón de conciertos de la OBS a favor de Haití) esta es, con mucho, la que más me ha gustado. La voz tiene mucha musicalidad y sabe defenderse sin problemas en los pasajes de agilidad, y pasó de forma sobresaliente el reto de cantar a capella el Por qué llorax blanca niña, sin acompañamiento alguno. Estuvo francamente muy bien.

Mallavibarrena defendió, por su parte, el uso del piano. Dijo, no sin cierta razón, que es un instrumento que lo absorbe todo y que resulta apto para cualquier género musical, pero lo cierto y verdad es que como acompañamiento a este programa no terminó de resultar del todo satisfactorio. Faltó, por ejemplo, darle un enfoque algo más uniforme al programa desde el piano: las tres primeras piezas se interpretaron sin pausa alguna, cosa que sí ocurrió después, de modo que la decisión podría parecer un tanto arbitraria. Funcionó mejor, en cualquier caso, el acompañamiento pianístico en el repertorio sefardí (el Maria Matrem del Llibre Vermell llegó a sonar, en cambio, con tintes casi impresionistas a la manera de un Fauré). En realidad, el problema de base está precisamente en mi última frase entre paréntesis: más que integrarse en el repertorio, el piano de Mallavibarrena pareció integrar al repertorio en sonoridades más contemporáneas y propias de ese instrumento. Escuchando el Yo m’enamori d’un aire, en el que incluso hubo alguna nota falsa, no pude dejar de acordarme de la obra pianística de Turina, sin ir más lejos.

El concierto estuvo, en suma, tan bien vocalmente como discutible en el acompañamiento instrumental. Hasta Tricordes sonó más en estilo hace dos días, pese a sus peculiares instrumentales... 

El programa concluyó con una propina que no identifiqué, aunque estuvo cantada en inglés e intuyo que no debe conectar temporal ni espacialmente con la música oída hasta entonces. El público reaccionó bien, y una señora sentada en la fila 10 braveó con tal alboroto que la gente terminó riéndose.

Músicas viajeras (Música antigua sefardí y cristiana de siglos lejanos)
| Músicas en la Frontera

Hermanas reina y cautiva (Sefardí)

Maria Matrem (Llibre Vermell)
Cuando el Rey Nimrod (Sefardí)

Qué es de ti desconsolado (Juan del Enzina)
Cantiga 181 (Alfonso X El Sabio)
Un hijo tiene el Rey David (Sefardí)

Morenica a mí me llaman (Sefardí)
La mañana de San Juan (Diego Pisador)
Por qué llorax blanca niña (Sefardí)

Triste estaba el Rey David (Alonso Mudarra)
La rosa enflorece (Sefardí)
Morillas (Cancionero de Palacio)

Durme, durme (Sefardí)
Yo m’enamorí d’un aire (Sefardí)
Poco le das la mi consuegra (Sefardí)

jueves, 29 de agosto de 2013

“Sones entre Oriente y Occidente”


Ya en la recta final del ciclo Noches en los jardines del Real Alcázar de Sevilla, anoche actuó por segunda vez el trío Tricordes con un programa y un planteamiento que pueden parecer de lo más dispares y heterodoxos, y que sin embargo funcionaron bien.

Ayer tuvimos música tradicional andalusí, china, sefardí, Cantigas de Alfonso X... Una mezcla de estilos totalmente diferenciados que se exponía, además, utilizando unos instrumentos que, a priori, no se corresponderían con ninguno de esos estilos de forma aislada. Por ejemplo, para el Stella splendens se utilizó el guzheng, una cítara china, mientras que obras de origen precisamente chino fueron interpretadas, por poner otro caso, utilizando la tiorba.

La idea, por tanto, puede ser chocante y poco ortodoxa, pero la premisa sobre la que se cimentaba el concierto no era, obviamente, la de una radical ortodoxia, sino la de mezclar estilos e instrumentos de diferentes culturas. Como si un antiguo viajero hubiese emprendido la ruta de la Seda y traído de vuelta instrumentos y melodías de lugares lejanos con los que también interpretar nuestra propia música. Una idea bastante original, ciertamente.

Además, Tricordes ofrece una obvia calidad instrumental. Dijeron haber grabado un disco recientemente, aunque aún no se ha editado. También Miguel Ángel Muñoz supo salir del paso cuando se le rompió una cuerda a su tiorba casi al inicio del concierto. A nivel vocal, Abigail R. Horro cantó con sutileza y bella voz y supo valerse con buen hacer de las medias voces en la nana sefardí Duerme, mi querido hijico. Al término del concierto, tras el Morena me llaman sefardí, que no aparecía en el programa, se repitió el Stella splendens del Llibre Vermell.

Espero que vuelvan el año próximo porque han sido un agradable descubrimiento.

Sones entre Oriente y Occidente (Un diálogo musical entre las culturas de la Ruta de la Seda)
| Las Cuerdas Pulsadas

Yuzhou chang wan (Canto de atardecer en el bote de pesca)(Tradicional de China)
7ª Twishia (Tradicional andalusí)
Ay, linda amiga (Juan del Enzina)
Xiao xiao zhupai (Pequeña barca de bambú)(Tradicional de China)
Durme, mi querido hijico (Tradicional sefardí)
Stella Splendens (Llivre Vermell de Montserrat)
Cantiga de Santa Maria nº 263 (Alfonso X “El Sabio”)
Wahaha (Tambores en la montaña fragante)(Tradicional de China)
Twishia Rasd (Tradicional andalusí)
Si Habrá en este Baldres (Juan de la Encina)

Abdelaziz Samsaoui kanun, ud, zanfona, saz | Abigail R. Horro arpa, guzheng (cítara china) | Miguel Ángel Muñoz cuerda pulsada

miércoles, 28 de agosto de 2013

Così fan tutte (Iván Fischer, 2006) – DVD

El año pasado escribí ampliamente sobre el Così fan tutte de Adam Fischer para el Festival de Salzburgo de 2009, comercializado en DVD (vara ver esa entrada, click aquí). Lo cierto es que aquél Così, pese a ser muy diferente, presenta algunos rasgos en común con el previamente grabado en Glyndebourne en mayo de 2006 que vamos a comentar por aquí. Ambos directores, Adam e Iván Fischer, son hermanos, y la pareja Fiordiligi-Ferrando está encarnada en ambas filmaciones por los mismos cantantes.

Sin embargo, si bien el Così salzburgués de Adam Fischer contaba con una contemporánea y divertida puesta en escena de Claus Guth, el de Iván en Glyndebourne ofrece lo contrario. La propuesta escénica de Nichola Hytner es puramente clásica y visualmente bellísima, sin tanto ánimo de sorprender al público visualmente como de ofrecer un espectáculo bello de estética cuidadísima. No hay, en realidad, muchos elementos ornamentales en el escenario, aunque tampoco se trata de una puesta en escena minimalista. Hytner parece entender que la trama del Così está relacionada exclusivamente con los asuntos del corazón y huye, por tanto, de la tentación de mostrar decorados ampulosos en exceso que nos distraigan de lo realmente importante. Hay en esta producción un idóneo y sabio punto intermedio entre lo discreto y lo ampuloso. También es muy destacable el inteligentísimo uso de la iluminación, a cargo de Paule Constable, que va declinando poco a poco a medida en que transcurre el día en el que acontece la acción.

Me parece igualmente meritoria la dirección escénica de los cantantes. De hecho, el DVD puede pausarse casi en cualquier momento y ofrecer una imagen visualmente bella. No hay demasiadas carreritas ni excesos para que el público se divierta, pero el resultado dista mucho de ser rígido o encorsetado. Este es un Così fan tutte extraordinariamente bien planteado en todos sus aspectos visuales, divertido sin caer en lo caricaturesco y teatral sin crear distancias entre los personajes de ficción y las personas de carne y hueso que conforman el público. En suma, es una producción preciosa filmada, además, con una gran calidad de imagen.

Musicalmente, la representación tiene cierta altura también, aunque el reparto no acaba de resultar realmente equilibrado. De la Fiordiligi de Miah Persson ya hablé en aquella entrada del año pasado acerca de la versión de Adam Fischer y aquí viene a estar en la misma línea. Fue en estas funciones de Glyndebourne en las que Persson interpretó el papel por vez primera, y se observa igualmente que su voz no tiene la extensión que demanda el papel y se desinfla en el exigente registro grave del Come scoglio. Esa limitación se aprecia nuevamente en el Per pietà (“che vergogna e orror mi fa”), en el que resulta en cualquier caso preferible, pues Persson canta esta aria de manera realmente conmovedora. Con independencia de estas carencias en su emisión, la voz resulta obviamente bella y muy musical y sabe cantar a Fiordiligi con gran sensibilidad. Está muy bien cantada. A su lado, palidece algo la más modesta, y sin embargo correcta, Dorabella de Anke Vondung. Esta última defiende dignamente su papel (mejor en el segundo acto), aunque, a mi modo de verlo, queda un escalón por debajo de Persson.

En cuanto a los soldados, viene a suceder un poco lo mismo. Luca Pisaroni es un Guglielmo espléndido en todos los aspectos, y resulta con mucho preferible al Ferrando de Topi Lehtipuu, un tenor de bastante fama hoy, sobre todo en los ámbitos barroco y mozartiano. El problema, y sobre esto ya he escrito, es que una cosa es cantar bien (que Lehtipuu lo hace) y otra muy distinta es tener una voz bella y privilegiada, cosa que le falta. Su timbre me resulta bastante falto de atractivo, aunque enfoca bastante bien el papel. Sólo hay que escuchar el tono gélido y cortante en el que entona el Sani e salvi.

Ainhoa Garmendia es, con todo, el miembro más débil del reparto. Su modesta voz de soubrette le permite defender airosa la parte de Despina, aunque sin brillo. Justita, justita. Nicolas Rivenq, por su parte, tiene una voz clara y lírica que funciona bien para Don Alfonso, ese papel tan esencial en la obra y que, paradójicamente, canta tan poco.

Al frente de la Orchesta of the Age of Enlightenment, de instrumentos originales, se sitúa, como antes decía, un Iván Fischer que hacía su debut en Glyndebourne con este Così. Opta en general por tempi moderados, a la manera de lo que en sede historicista hizo, por ejemplo, un Gardiner y distanciándose de la premura, a veces excesiva, de, por poner otro caso, Östman. ¿Una posible pega? Que se omita el dueto Al fato dan legge.

El doble DVD incluye unos breves extras de entrevistas a Fischer, Hytner y a los cantantes.

Con toda probabilidad es una de las opciones más interesantes para hacerse con un Così en DVD. Tiene un reparto que, con sus cosas, no deja de hacer bien su trabajo, a una orquesta historicista en el foso que cumple perfectamente con su cometido y una producción escénica bella, clásica e inteligente y muy bien filmada. 

Vale la pena.














martes, 27 de agosto de 2013

Clásicos populares para cuarteto de cuerda


Como adelantaba ayer, estoy acudiendo casi cada noche a la recta final del ciclo de conciertos veraniegos Noches en los jardines del Real Alcázar de Sevilla. La actuación de ayer, una de las que mejor sabor de boca me han dejado hasta la fecha, fue una especie de recopilatorio o popurrí en plan “clásicos populares” adaptados para cuarteto de cuerda. La interpretación corrió a cuenta del cuarteto Millenium Arts Ensemble, integrado por miembros de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.

Ciertamente es poco habitual encontrarse con adaptaciones camerísticas de este tipo de música extraída de la ópera, como fue el caso del Babbino pucciniano (ampliado al final con una exposición extra del tema) o de la Habanera de Carmen que se sirvió como primera propina. En este sentido, mi impresión fue bastante similar a la que me produjo el cuarteto Celliberia el pasado mes de julio y dejé por escrito aquí. Al margen de la ópera, que a fin de cuentas tuvo un papel minoritario, funcionaron especialmente las obras de tono intimista (notables el nocturno de Chopin y la Gymnopedie nº1 de Satie). Cuando al término del concierto, que pese a durar la hora habitual se hizo corto, el público se puso en pie pidiendo un segundo bis, se ofreció algo que nada tenía ya que ver con el programa: el rock n’roll Hot dog, que a pesar, como digo, de romper la línea musical llevada hasta entonces contribuyó sin duda a que la gente se marchara del Alcázar con la sonrisa puesta. Ya lo he dicho: duró tanto como el resto y sin embargo se hizo corto.

Clásicos populares

LUDWIG VAN BEETHOVEN (1770-1827), Sinfonía nº 5, 1º movimiento
GIACOMO PUCCINI (1858-1924), O mio babbino caro
CAMILLE SAINT-SAËNS (1835-1921), El cisne, de El Carnaval de los Animales
FRÉDÉRIC CHOPIN (1810-1849), Nocturne
JOHANNES BRAHMS (1833-1897), Danza Húngara nº 1
ANTONÍN DVORÁK (1841-1904), Humoresque
GUSTAV MAHLER (1860-1911), Sinfonía nº 5, Adagietto
JOHANN STRAUSS (1825-1899), Marcha Persa
ERIK SATIE (1866-1925), Gymnopedie nº 1
PIOTR ILICH CHAIKOVSKI (1840-1893), Vals Sentimental
ISAAC ALBÉNIZ (1860-1909), De la “Suite Española”, Tango

Vladimir Dmitrienco violín| Jill Renshaw violín| Jerome Ireland viola | Nonna Natsvlishvili violoncello

lunes, 26 de agosto de 2013

Sones irlandeses en la noche sevillana


Anoche asistí en el Alcázar de Sevilla al concierto del grupo Stolen Notes porque, de ser sincero, nunca acostumbro a acudir a actuaciones que no sean estrictamente de música antigua o clásica y quería explorar otros ámbitos musicales que también tienen cabida en este ciclo estival de música. Stolen notes es un grupo de música irlandesa integrado, sin embargo, por músicos andaluces en su mayor parte (“celtas de pega”, se llaman a sí mismos). Acaban de sacar un trabajo discográfico al mercado, del cual se nutrió el programa de anoche, que consiguió poner en pie al respetable.

No tengo conocimientos de música celta, por lo que es poco lo que puedo escribir honestamente en materia de estilo o autenticidad, pero sí puedo decir que me pareció un concierto diferente y de lo más agradable, y que la gente salió encantada. Además, el buen hacer de cada miembro del grupo con sus instrumentos me parece bastante evidente.

El día anterior asistí a otro concierto en el Alcázar con motivaciones similares: La banda morisca. Sin embargo, esperaba que esa agrupación ofrecería una visión digamos “ortodoxa” de la música andalusí y lo que me encontré fue con un grupo que elabora reinterpretaciones de estas obras utilizando un enfoque y unos instrumentos (saxofones, batería, etc.) contemporáneos. La banda morisca, por tanto, se escapa de lo que vendría a ser la temática de este blog tanto como los discos de Luis Cobos o del Divo. Y otro tanto puedo decir del concierto del otro día (Carmina Burana de Orff) en el Palacio de la Buhaira.

Continuaré acudiendo al Alcázar estos últimos días del ciclo de conciertos y dando cuenta de ello en el blog.

De Irlanda al Nuevo Mundo: La conexión musical a través del Atlántico
Country Reels (Tradicional)
An Dro (Tradicional)
The castle (Reels; tradicional)
Greenfields of Canada (Slow air; tradicional)
The Ocean Waltzes (Valses; tradicional)
The Trip (Jig/9x8/10x8; tradicional)
Ships are Sailing (March/Reels; tradicional)
The Devil in the Kitchen (7x8/16x8/3x4; tradicional)
The other side (Reels; tradicional)
Polkas (Tradicional)
Flora’s (Slow reel / Jig; tradicional)

viernes, 23 de agosto de 2013

“Beethoven + Beethoven”


Los últimos días del ciclo “Noches en los jardines del Real Alcázar” de Sevilla están siendo de lo más interesantes, y prácticamente me dispongo a acudir a casi todos los conciertos restantes. Daré cuenta de ello en el blog. De entrada, anoche tuvimos al Clara Sylvan Trio, agrupación de instrumentos originales integrada por el violonchelo de Mercedes Ruiz (de la OBS), Farran James (violín) y María de Gracia Ramírez (viola), que se encargó de interpretar los tríos op.9 (números 1 y 2) de Beethoven.

El adagio que sirve como sección inicial del trío en sol menor comenzó sonando quizá algo frío, a pesar del sofocante calor sevillano de agosto. A medida que progresaba el primer movimiento (Allegro con brio), cada intérprete fue, a mi entender, ganando en comunicación con el resto y en expresividad. Este Beethoven, eso sí, parece concebido volviendo la vista atrás y mirando más a la música de cámara del último Mozart que a lo que llegaría a ser el propio compositor, y quizá por eso mismo funcionaron mejor, a mi entender, los dos movimientos finales, de menor intensidad dramática.

En cuanto al op.9 nº2, ya se lo había escuchado a Mercedes Ruiz hace dos años en el espacio cultural Santa Clara (ver aquí), y en su conjunto, también anoche sonó en general más equilibrado que el primero Lo único malo, a decir verdad, es la fea costumbre del público de aplaudir entre movimientos.

Beethoven + Beethoven

LUDWIG VAN BEETHOVEN (1770-1827)

-Trío Op. 9, Nr.1 en Sol M.
Adagio-Allegro con brio
Adagio ma non tanto e cantabile
Scherzo: Allegro
Presto

-Trío Op. 9, Nr.2 en Re M.
Allegretto
Andante quasi allegretto
Menuetto: Allegro
Rondo: Allegro

jueves, 22 de agosto de 2013

Aida (Solti, 1962)

Sir Georg Solti (dir.); Leontyne Price (Aida); Jon Vickers (Radamès); Rita Gorr (Amneris); Robert Merrill (Amonasro); Giorgio Tozzi (Ramfis); Plinio Clabassi (Il re d’Egitto); Mietta Sighele (Sacerdotessa); Franco Ricciardi (Messagero). Coro e Ochestra del Teatro dell’Opera di Roma. DECCA 2 CD.

Hace unos meses que el sello DECCA está reeditando buena parte de sus grabaciones clásicas de ópera en un nuevo y modesto formato que se distribuye a un precio más bajo que las ediciones anteriores. Aprovechando una oferta, me hice hace algún tiempo con esta mítica Aida, grabación sin duda de referencia y de obligado conocimiento para el melómano verdiano. Lo cierto es que lo único realmente bueno de esta reedición me parece que es el hecho de que ésta se ofrece en sólo dos discos (huelga decir que sin ningún corte) frente a los tres cedés originarios que encarecían el coste del estuche. Por lo demás, todo es tan cutre como la portada: la cajita de plástico trae los dos cedés y un librito en el que tan sólo se dan los datos del reparto, el índice de pistas de cada disco y un resumen argumental. Nada más. No puede decirse que esta reedición sea precisamente un lujo, sino más bien lo contrario, aunque al menos el precio es más asequible ahora.

Me apena enormemente ver cómo últimamente se está perdiendo la estética en las reediciones de las viejas grabaciones de ópera. Muchas de las de los extinguidos sellos ERATO y TELDEC ofrecen ahora una presentación francamente cutre frente a las versiones originales, y EMI no ha dado precisamente un paso al frente sustituyendo las cajas de Great Recordings of the Century por esos estuches de plástico que ni siquiera traen ya el libreto impreso, sino que viene en un CD ROM que uno tiene que molestarse (el que lo haga) en meter en el ordenador. Quizá la excepción más notable sea Harmonia Mundi con sus elegantes cajas tan bien presentadas... Una pena.

Pero me temo que esta entrada es más para hablar de esta extraordinaria Aida de Solti que para quejarme de lo cutres que son estéticamente las reediciones de muchas óperas (precisamente, ay, algunas de las grabaciones más emblemáticas de la discografía).

La Aida de Solti es una grabación sin fisuras, monumental. Leontyne Price, con su voz sedosa, es una referencia en el papel protagonista, y amén de sus excelencias vocales sabe mostrarse adecuadamente atormentada y seductora para con Radamés en el tercer acto. Y el valiente y desdichado soldado es aquí un Jon Vickers que firma uno de sus mejores registros verdianos. Incluso la voz suena menos esforzada que en su mítico Otello con Karajan, y en conjunto, da la impresión de sentirse más cómodo en el papel. Cierto es, no lo vamos a descubrir ahora, que quizá la voz del canadiense no sea la más bonita del mundo (timbre “leñoso”, suele decirse), pero a diferencia de lo que ocurre en otras de sus grabaciones, la voz suena aquí uniforme y sin sus habituales cambios de color. Es el suyo un Radamés algo marcial, sin duda, y sin la calidez y humanidad que sí supieron darle un Bergonzi o un Domingo en los últimos dos actos, pero tampoco hay que olvidarse de que el papel no es el de un poeta, sino el de un soldado, un héroe militar. Vamos, que me gusta muchísimo el Radamés de Jon Vickers.

Con todo, ya he escrito alguna vez en este blog que mi papel favorito es el de Amneris, aquí encarnado por una estupenda Rita Gorr. Robert Merrill es un lujo como Amonasro y Giogio Tozzi es un Ramfis contundente, quizá sin la belleza vocal de, por ejemplo, un Ghiaurov, pero muy adecuado. Algo cavernosa, si acaso, resulta la voz de Plinio Clabassi como rey de Egipto, aunque sale bien del trance de defender su breve papel.

En cuanto a Sir Georg Solti, todo tienen que ser parabienes. Es la suya una lectura electrizante (sólo hay que escuchar el peso que atribuye a los metales de la orquesta) y llena de tensión dramática, que sitúa a esta enorme grabación a la altura máxima de los registros de este título junto con otras versiones de referencia como Karajan / Tebaldi / Bergonzi o Muti / Caballé / Domingo. De escucha obligatoria.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Madama Butterfly (Conlon, 1995)

James Conlon (dir.); Ying Huang (Cio-Cio-San); Richard Troxell (Pinkerton); Ning Liang (Suzuki); Richard Cowan (Sharpless); Jing Ma Fan (Goro); Christopheren Nomura (Yamadori); Edmund Zelotes Toliver (Bonzo), Constance Hauman (Kate). Chœurs de Radio France. Orchestre de Paris. SONY 2 CD.

Hace unos días comentaba ampliamente la película que Frédéric Mitterrand realizó de Madama Butterfly en 1995 (ver aquí). Al margen del DVD, hoy descatalogado, la casa SONY distribuyó también en su día la grabación de la ópera que le servía de banda sonora, y que hoy tampoco resulta fácil de encontrar. Se trata exactamente del mismo audio de la película, con las siguientes salvedades:

- La grabación está completa, mientras que en la filmación Mitterrand omite el largo pasaje orquestal del “sueño” de Butterfly en el último acto.
- No hay pausas, como en la película, entre algunos números musicales.
- Tampoco hay rastro de ruidos ambientales que puedan aparecer en la filmación.

Resumiendo, es una grabación absolutamente normal de la ópera. Como se realizó con vistas a la película, son cantantes asiáticos los que interpretan los papeles japoneses. Puesto que musicalmente se trata de la misma versión que ya comenté a cuento de la película, voy a permitirme el pequeño lujo de auto-plagiarme y copiar aquí mis impresiones, tal y como las escribí entonces:

La Butterfly de esta filmación es la soprano china Ying Huang, que fue elegida de entre otras doscientas aspirantes. Por aquél entonces, la joven Huang acababa de obtener el segundo premio en la decimonovena edición del concurso internacional de voz de París, lo que hizo que enseguida se fijasen en ella para la película. La propia Huang reconoce en unos extras se añaden a la versión en DVD que su voz es demasiado lírica para un papel tan pesado como el de Butterfly, por lo que hay que encuadrarla en el grupo de esas cantantes que por esta misma razón lo han defendido en estudio y no sobre el escenario, como Moffo o Freni (esta última, además, decía que no cantaba Butterfly en escena porque hacerlo le emocionaba demasiado). Pese a ello, Ying Huang sale bastante airosa de este reto y firma un primer acto notable. A partir del segundo se defiende también con corrección y tiene momentos de gran belleza vocal, aunque se echa en falta algo más de fuerza y dramatismo de lo que su voz le permite. La dicción, aunque con algún sonido extraño, es bastante correcta, y su Butterfly en general es un ser tiernísimo y vulnerable inteligentemente defendido sin excesos infantiloides ni lloriqueos innecesarios u otros recursos baratos. No es Scotto, ni Callas, ni Freni, pero teniendo en cuenta cuáles son sus posibilidades, es una Butterfly honestamente bien trabajada.

Lamentablemente, a pesar de sus esfuerzos por crear a una Butterfly convincente a pesar del lirismo de su voz, Huang no se vio recompensada en esta película con un Pinkerton de altura. De hecho, el tenor Richard Troxell me parece tan horrendo que tal vez no sea descabellado afirmar, al menos para mí, que estemos ante el peor Pinkerton de la discografía. Troxell posee una vocecilla nasal bastante insoportable, y hasta el bien resuelto Goro de Jing Ma Fan suena con una voz más sólida que la suya. Añádase a esto el que a pesar de que estemos en una grabación de estudio, la voz es calante a veces, que hay detalles de poco gusto musical (los gritos de “Butterfly” que cierran la obra están aullados más que cantados) y que la dicción también es mejorable. Alguna vez me he preguntado incluso si esta mediocridad vocal es un hecho intencionado para mostrar a un Pinkerton repulsivo. Francamente, no lo sé. En la filmación, eso sí, da el tipo físico, pero nada más.

Los secundarios rinden a muy buen nivel, comenzando por la ejemplar Suzuki de Ning Liang, vocalmente muy lograda. Muy bien resuelto está también el Sharpless de Richard Cowan, así como el bonzo (Edmund Zelotes Toliver). Christopheren Nomura está correcto sin más como Yamadori.

A destacar, por último, la bellísima y sensible dirección de James Conlon al frente de la Orchestre de Paris, así como la buena labor del coro de Radio France, notable en sus pocas intervenciones.

Musicalmente es una Butterfly con altibajos aunque con un nivel medio bastante aceptable. A destacar también la buena presentación de la caja, con un grueso libreto ilustrado con imágenes a color de la película.

martes, 20 de agosto de 2013

De “Aquitania” a “Finis mundi”


Hace justo dos años que escribía aquí sobre la participación del grupo medieval “Aquitania” en el ciclo de conciertos veraniegos “Noches en los jardines del Real Alcázar” de Sevilla. Anoche volvieron, aunque hay cosas que han cambiado. Ya no está Leonor Bonilla, su cantante, por lo que la formación se presentó anoche como grupo estrictamente instrumental. Es quizá pronto para determinar cuáles serán los efectos de la ausencia de Bonilla. Su voz, aunque agradable, no terminaba de resultarme convincente en el repertorio, por lo que su ausencia quizá deje abierta la puerta (así lo deseo) a la llegada de algún nuevo intérprete interesante. El grupo está, por tanto, en lo que parece ser una fase de cambio y transformación, y la inexistencia de voces permite, a modo de consolación, que el público se centre de manera especial en la calidad interpretativa del trío con sus instrumentos medievales.

Integraron el programa una serie estampidas y danzas medievales, encabezadas por una transcripción, estrictamente instrumental por supuesto, del O Virgo splendens del Llibre Vermell. En un alarde de imaginación que quizá resulte chocante a los más puristas, concluyó a modo de danza. No olvidemos, sin embargo, que estos cantos religiosos montserratinos nacieron con una vocación evidente de ser populares y hasta bailables dentro del propio santuario, en el que pernoctaban los peregrinos. Literalmente, el compilador anónimo del Llibre Vermell señala (folio 22r):

“Quia interdum peregrini quando vigilant in ecclesia Beate Marie de Monte Serrato volunt cantare et trepudiare, et etiam in platea de die, et ibi non debeant nisi honestas ac devotas cantilenas cantare, idcirco superius et inferius alique sunt scripte. Et de hoc uti debent honeste et parce, ne perturbent perseverantes in orationibus et devotis contemplationibus.”

Lo que traducido al castellano significaría:

“Puesto que los peregrinos sienten a veces deseos de cantar y bailar durante la vigilia nocturna en la iglesia de la Virgen de Montserrat, incluso durante el día en la plaza de dicha iglesia, donde sólo deben cantar canciones honestas y devotas, se han escrito algunas arriba y abajo. Estas deben utilizarse de manera respetuosa y moderada, para no molestar a aquellos que rezan o meditan religiosamente”.

Puede pensarse que cerrar el O Virgo splendens a modo de danza sea un exceso de imaginación muy lejano de la vocación religiosa de esta música, pero como se ve, cuanto más se conoce la Historia más humildes se vuelven las opiniones y más endebles los argumentos de quienes parecer ser más papistas que el Papa.

En cuanto al resto del programa, el grupo funcionó francamente bien, y hubo bastante imaginación en el modo en el que se expuso la famosa danza inglesa del siglo XIII que tantas veces se ha escuchado en el Alcázar a las distintas formaciones medievales que han acudido. Aquí se estructuró del siguiente modo: una primera exposición completa del tema con la flauta como instrumento principal, un posterior “diálogo” o conversación entre los intérpretes intercambiándose frases musicales, y finalmente, alguna efectista y muy deliberada ralentización del tempo a fin de crear contrastes.

Se cerró el programa con una obra de origen otomano, de tintes más exóticos que las danzas españolas, italianas, francesas e inglesas que lo integraban. A modo de propina, una ductia medieval.

Habrá que estar pendiente del progreso de Aquitania. Esperemos que cada cambio sea para mejor.

Finis Mundi, Finis Musicae. Estampidas y danzas medievales

| Músicas en la Frontera

O Virgo (España, s.XIV)
La IV Estampida Real (Francia, s.XIV)
Lamento di Tristano (Italia, s.XIV)
Chominciamento di GIoia (Italia, s.XIV)
Danza II (Manuscrito Royal, Francia, s.XIV)
Estampida inglesa (Inglaterra s.XIII)
La VII Estampida Real (Francia, s.XIV)
Cantemir (Anón. otomano, s?)

Emilio Villalba, laúd, cítola, panderos| Elena Escartín, flautas de pico | Juan Manuel Rubio, viola medieval, zanfoña, panderos.

domingo, 18 de agosto de 2013

Música andalusí en los jardines del Alcázar de Sevilla


De nuevo en Sevilla tras mis vacaciones, anoche acudí nuevamente a los conciertos veraniegos del Alcázar en compañía de unos amigos. Se trataba de la actuación de la formación Nassim Al Andalus de Tetuán, integrada por Youssef El Houssaini (laúd, voz), Youssef El Mezghildi (kanun) y Mouhssine Kouraichi (percusiones).

Para ser totalmente sincero, nunca me he sentido especialmente atraído por la música andalusí, y si acudí anoche al Alcázar fue más por el interés de mis acompañantes que por el mío propio. Pero a decir verdad, el espectáculo fue bastante atractivo y el grupo ofrece una indudable calidad. Esa calidad, empero, quedó más patente a nivel instrumental que vocal, pues aunque El Houssaini posee una voz adecuada al repertorio (dentro, eso sí, de lo corriente), no es ese el caso de sus compañeros, que además cuando se le unían en las partes vocales no conseguían siempre empastar las voces adecuadamente. Lo cierto es que escuchando estas melodías de tono tan folklorista, uno realmente es consciente de hasta dónde está impregnada la ciudad de Sevilla de su pasado árabe. El texto me es incomprensible, sí, pero para mí, como sevillano, hay algo extrañamente familiar en esos tonos populares, salpicados aquí y allá de inflexiones inesperadas, a que a veces pueden sonar extraordinariamente próximos a nuestras familiares saetas de Semana Santa.

Una de las virtudes de estos conciertos del Alcázar es la de su diversidad. Yo me muevo habitualmente en el campo del barroco, pero también tienen cabida la música medieval u otras opciones más exóticas, como esta, que hacen que la programación sea más variada y puede resultar atractiva a más gente.

Danzas y música andalusíes
| Músicas en la Frontera

Twechiya al Maya
Insiraf Kudam maya
Twechiya Higaz
Insiraf basit Higaz
Moachah
Bayati Zawya
Li habibi orsil salam
Koli el malih

sábado, 10 de agosto de 2013

Enorme Barenboim en Sevilla

Hace apenas unos minutos que acabo de llegar del Maestranza y escribo esta entrada lo más deprisa que puedo porque sé que no podré hacerlo durante los próximos días. De hecho, ayer tomé un tren, interrumpiendo mis pequeñas vacaciones veraniegas, para asistir en Sevilla al concierto que Daniel Barenboim ha ofrecido esta noche al frente de la West-Eastern Divan Orchestra.

Lo que vengo de escuchar en el Maestranza tiene un nivel sencillamente estratosférico, apabullante, y me parece un hecho inconcebible que el teatro no estuviese lleno. El patio de butacas y aun las terrazas estarían como mucho al cincuenta por ciento. Puede acudirse a la explicación de que estamos en una fecha típica para las vacaciones de verano, pero ni siquiera ese argumento me parece consistente. La crisis se nota a la hora de hacer desplazamientos, y la ciudad ofrece un aspecto mucho menos despoblado que el típico de hace unos años. Sea como fuere, los que tuvimos el acierto de acudir a la cita de Barenboim nos llevamos a cambio una velada musical espléndida en todos sus sentidos.

La primera parte del programa estaba dedicada a Verdi íntegramente, probablemente con motivo del centenario. Se hace llamativa quizá la ausencia total de Wagner, también de aniversario, tratándose Barenboim del director wagneriano de referencia de los últimos años.

A lo que vamos. Sonaron las oberturas de las Vísperas sicilianas y la Forza y los dos preludios de La Traviata. Escuchándole, uno no puede menos que preguntarse por qué un director como Barenboim no ha explotado más la obra de Verdi a lo largo de sus muchos años de carrera. Es obvio que domina el lenguaje a la perfección, y con Abbado metido actualmente en otras cosas, podría situarse como destacado verdiano junto con Muti, siempre de inagotable calidad en el repertorio. Habrá que ver cómo progresa en la Scala. Pero insisto: es tan sumamente bueno que uno tiene casi la sensación de que nos perderemos algo valioso si Barenboim no explora más la obra del de Busetto.

No menos interés ofrecía la segunda mitad: Sinfonía fantástica de Berlioz. La casa Decca acaba de sacar una grabación de esta obra con Barenboim y la WEDO proveniente de los Proms de la BBC. En realidad, el disco sale a la venta hoy, 10 de agosto, aunque ayer ya estaba disponible en exclusiva en la tienda del Maestranza. A la vista de lo escuchado en el teatro, el esquema es en esencia el mismo que en el de su primera grabación, editada en su día por Teldec (venía con La Marsellesa por Domingo), aunque continuamente se captan pequeños-grandes detalles que son los que hacen que a uno le alegre realmente la escucha. Por ejemplo, anoche se escuchó de forma mucho más lograda que en la grabación de Teldec el efecto de eco entre los oboes al comienzo del tercer movimiento, y el aquelarre final resultó más oscuro y enfermizo (léanse ambos calificativos en sentido positivo). Necesitaría escuchar la nueva grabación para hacer una comparativa entre ambas versiones más a fondo, pero no me cabe la menor duda de que las dos son de enorme interés. La oiré sin duda estos días, ya que anoche la compré, naturalmente. Además, como tiene por costumbre, Barenboim tuvo la amabilidad de firmar discos al término de la velada, lo cual sin duda es interesante para el teatro porque su tienda debe aumentar las ventas más que otros días.

Al concluir la Fantástica, la reacción del público fue bastante estruendosa. De hecho, el personal estaba tan entregado que tuvo el mal gusto de aplaudir en los movimientos centrales. Barenboim ofreció como propinas todos los preludios de Carmen en orden inverso, comenzando por el del cuarto acto y terminando por la archiconocida obertura.

Permítaseme, por último, una reflexión final: no creo que a nadie que asistiese ayer al concierto le quede la menor duda de que la WEDO es una orquesta extraordinaria. Pienso que sólo una verdadera gran orquesta es capaz de hacer sonar la Sinfonía fantástica de Berlioz a una altura notable. Francamente no entiendo bien todo ese cuestionamiento que a veces sufre esta orquesta. Si es una cuestión de dinero, de que la WEDO recibe tal cantidad de financiación y el Maestranza otra, lo que hay que buscar es que suba la de aquél que se vea en una peor posición, pero llegar poco menos que a pedir que se le quite a los otros lo que tienen no me parece precisamente inteligente. Hay que apostar por lo alto y buscar el equilibrio en la calidad, y no por lo bajo y rebajarlo todo a un nivel uniforme de mediocridad. Es mi opinión.

Si las críticas a Barenboim y a la WEDO provienen en cambio de la política, que todo lo ensucia, creo que quien las profiere tendría que hacérselo mirar. No voy a dedicarle tiempo a esto.

Concierto extraordinario.

jueves, 1 de agosto de 2013

Madama Butterfly (Conlon, 1995) – DVD

En el año 1995, el cineasta francés Frédéric Mitterrand filmó con esta Madama Butterfly una de las últimas óperas en versión película –quizás incluso la última– que realmente ofrecen interés. La idea era la de contar la historia de Cio-Cio-San con realismo visual y calidad cinematográfica, y el resultado es una película visualmente bellísima que a pesar de tener algunos altibajos, resulta para mí totalmente disfrutable.

Lógicamente, el principal precedente a esta película era la que había filmado Ponnelle veinte años atrás (la comentamos aquí), y Mitterrand deja muy claro que la conoce bien. Durante el primer acto, hay varias ideas que parecen prestadas de Ponnelle, como el hecho de que veamos a Pinkerton pagándole sus servicios a Goro justo cuando aquél canta el “Qui verran”, así como el plano aéreo en el “O amico fortunato” o la colocación por parte de Butterfly en el “Ieri son salita” de una imagen de Jesucristo –muy parecida en ambas películas– en el altar en el que hace sus oraciones.

La película, bellísima como digo, se filmó en Túnez durante tres meses, y Ying Huang, nuestra Butterfly, cuenta en una entrevista que se ofrece como bonus en el DVD que cada día del rodaje tuvo que levantarse a las cinco y media de la mañana porque eran necesarias unas dos horas o incluso más para vestirla y maquillarla. Toda esa minuciosidad por el detalle se deja ver positivamente en el resultado final de la película, cargada de detalles inteligentemente planificados de antemano. Por ejemplo, Butterfly tan sólo viste ropas occidentales al comienzo del segundo acto, cuando recibe las visitas de Sharpless y Yamadori. Cuando, más adelante, se escucha el cañón del puerto que anuncia la llegada del barco de Pinkerton la vemos nuevamente vestida con un quimono, pues a fin de cuentas, se entiende que lo que motiva el regreso del marinero a Japón es la noticia que ha recibido por parte de Sharpless de que allí le espera un hijo. Es decir, que entre la marcha de Sharpless y la llegada de Pinkerton deben pasar varias semanas, meses incluso, por lo que es acertado que Butterfly cambie de aspecto. Sobre el escenario, en un teatro de ópera, esto no es posible, pues ambas cosas suceden tan deprisa que la protagonista no tiene tiempo de cambiarse de ropas.

Resumiendo, Mitterrand retrata a Butterfly vistiendo quimonos para estar por casa, aunque aparece vestida como una señora occidental para recibir precisamente a Yamadori, lo que bien podría interpretarse como un mensaje algo malicioso de la ex geisha hacia su visitante, al que seguramente esperaría preparada. Así, a Yamadori debe quedarle claro nada más mirarla que ella es una mujer casada y adaptada al estilo de vida occidental. También el interior de su casa japonesa está sembrado de elementos occidentales, como un reloj de pared, mobiliario elegante y una máquina de costura Singer a la que se sienta la propia Butterfly.

Hay algunas cosas que, no obstante, son discutibles en el trabajo de Mitterrand. Yo las dividiré en tres apartados:

1. Pausas. Por alguna razón que se me escapa, Mitterrand introduce de vez en cuando pausas entre algunos números de la partitura, rellenando esos “huecos” libres de música con sonidos ambientales. No corta la partitura, pero en ocasiones la detiene durante algunos segundos y ello puede resultar algo molesto a los conocedores de la obra de Puccini.

2. “Sueño” de Butterfly. Probablemente, la mayor de las objeciones que se le pueden poner a esta película es la mutilación de todo este bello pasaje orquestal (y coral) de Puccini, que le es escamoteado al público. Está muy claro que Mitterrand se ve en apuros para cubrir con imágenes los pasajes instrumentales en los que la trama se encuentra detenida, y en el coro a bocca chiusa acude simplemente a insertar en la película una serie de filmaciones de lo que parece el Japón de primeros del siglo XX, que por muy evocadoras que resulten, poco tienen que ver con lo que debería estarle pasando por la cabeza a Cio-Cio-San en el interior de esa casa mientras espera la llegada de Pinkerton. Una vez terminado este coro, a Mitterrand se le acaban definitivamente las ideas y se pasa directamente al “Già il sole”. Y ojo: no es que todo este fragmento falte en la grabación que se utiliza como banda sonora. Dispongo de ella y por supuesto que no hay corte alguno. Es Mitterrand quien mutila el audio, y no James Conlon, el director de orquesta. Francamente, si no había manera de rellenar esos minutos visualmente en la película, hubiera sido incluso preferible para mí mantener la pantalla en negro mientras suena la orquesta, a modo de “intermedio”. Así veríamos exactamente las mismas imágenes que vemos y no habría ningún corte.

3. Simbolismo no bien resuelto. Este “problema” es para mí el menos importante, puesto que se trata de algo estrictamente cinematográfico que no afecta en nada a lo musical. Pero hay que señalarlo, a fin de que esta entrada sea lo más completa posible. Mitterrand, a diferencia de Ponnelle –que incluso en sus películas suele introducir una cierta y deliberada teatralidad– busca ante todo obtener un resultado que visualmente sea realista. La utilización de elementos simbólicos o imaginarios no encaja bien con este esquema y resulta chocante y poco coherente. Mitterrand recurre a ello en varias ocasiones, y en dos de ellas la decisión es desacertada. Examinémoslo.

La primera imagen onírica que vemos es la entrada del bonzo. Hasta ese momento, todo lo que hemos visto es muy bello e idílico, pero bien terrenal. Por eso, causa cierto estupor que en mitad de la fiesta nupcial irrumpa el tío de Butterfly... volando. El bonzo vuela sobre los tejados de la casa y viste unas ropas blancas brillantes al tiempo que maldice a su sobrina. Está claro que Mitterrand no quiere mostrar al bonzo como un ser espiritual, sino que más bien recrea la escena con toda esa carga onírica para transmitir la idea de que Butterfly sufre un abandono progresivo por parte de su familia, que no acepta su forma de vida occidental ni sus nuevas prácticas religiosas. Dicho de otro modo, es como si para Mitterrand, el bonzo nunca pusiera un pie en la casa de los novios, y se utilizase su figura como una especie de fantasma amenazante para retratar el rechazo que los parientes y amigos de Butterfly sienten hacia ella. Pero esto choca con el curso de los acontecimientos: los familiares abandonan airados la fiesta a la que antes asistían alegremente tras la visita del bonzo, y este cambio de actitud repentino queda así inexplicado en la película. 

A decir verdad, hay en esta película otro momento puramente “imaginario”, aunque se trata de algo mucho más “terreno” y por eso sí funciona bien. Me refiero a la imagen ilusoria de Butterfly mendigando bajo una lluvia intensa con su hijo en brazos mientras se escucha “Che tua madre dovrà prenderti in braccio”, lo cual constituye un instante de gran dramatismo, aunque como digo, no tan extraño ni chocante como ver a un grupo de personas volando. La visita del bonzo, presentada de este modo, resulta muy chocante con el resto de la película. Con todo el respeto, es querer ser imaginativo detrás de la cámara y meter la pata. 

Justo al final de la película hay otro elemento “simbólico”, aunque resulta infinitamente más discreto. Butterfly amanece su último día de vida exactamente con las mismas ropas con las que ha velado toda la noche, pero justo después de despedir a Kate y a Sharpless aparece súbitamente vestida de blanco y con el rostro maquillado también de ese color. A juzgar por el libreto, el suicidio de la protagonista debe producirse inmediatamente, pues Pinkerton ha de presentarse a recoger al niño en tan sólo media hora. No es lógico que Butterfly se cambie de ropa y se maquille, sino que más bien parece que Mitterrand quiere mostrarnos a través del uso del color blanco que la joven Cio-Cio-San muere inocentemente.

En lo que atañe al apartado musical, resulta obvio que para filmar esta película de tono realista era necesario que los papeles de los personajes japoneses fuesen interpretados por cantantes asiáticos que dieran el tipo físico. Para las pretensiones de Mitterrand no servía, como para Ponnelle, maquillar a intérpretes occidentales para que parecieran asiáticos. Como apuntaba más arriba, la Butterfly de esta filmación es la soprano china Ying Huang, que fue elegida de entre otras doscientas aspirantes. Por aquél entonces, la joven Huang acababa de obtener el segundo premio en la decimonovena edición del concurso internacional de voz de París, lo que hizo que enseguida se fijasen en ella para la película. En el bonus que se incluye en el DVD aparecen algunos segundos de esa prueba en los que se la ve cantando la escena del suicidio con una dicción que, afortunadamente, mejoraría en la película.

La propia Huang reconoce en esos extras que su voz es demasiado lírica para un papel tan pesado como el de Butterfly, por lo que hay que encuadrarla en el grupo de esas cantantes que por esta misma razón lo han defendido en estudio y no sobre el escenario, como Moffo o Freni (esta última, además, decía que no cantaba Butterfly en escena porque hacerlo le emocionaba demasiado). Pese a ello, Ying Huang sale bastante airosa de este reto y firma un primer acto notable. A partir del segundo se defiende también con corrección y tiene momentos de gran belleza vocal, aunque se echa en falta algo más de fuerza y dramatismo de lo que su voz le permite. La dicción, aunque con algún sonido extraño, es bastante correcta, y su Butterfly en general es un ser tiernísimo y vulnerable inteligentemente defendido sin excesos infantiloides ni lloriqueos innecesarios u otros recursos baratos. No es Scotto, ni Callas, ni Freni, pero teniendo en cuenta cuáles son sus posibilidades, es una Butterfly honestamente bien trabajada.

En el plano visual, Huang es una ideal y cándida Cio-Cio-San, con una apariencia tímida acentuada quizá por el hecho de que la cámara la intimidaba, según ella misma confiesa. Lo que se ve en la película es a una chica menuda y delgada, un “juguetito” como Pinkerton la describe, con una mirada tierna. Una sabia elección para el papel, en suma, teniendo en cuenta que debía tratarse de una soprano asiática.

Lamentablemente, a pesar de sus esfuerzos por crear a una Butterfly convincente a pesar del lirismo de su voz, Huang no se vio recompensada en esta película con un Pinkerton de altura. De hecho, el tenor Richard Troxell me parece tan horrendo que tal vez no sea descabellado afirmar, al menos para mí, que estemos ante el peor Pinkerton de la discografía. Troxell posee una vocecilla nasal bastante insoportable, y hasta el bien resuelto Goro de Jing Ma Fan suena con una voz más sólida que la suya. Añádase a esto el que a pesar de que estemos en una grabación de estudio, la voz es calante a veces, que hay detalles de poco gusto musical (los gritos de “Butterfly” que cierran la obra están aullados más que cantados) y que la dicción también es mejorable. Alguna vez me he preguntado incluso si esta mediocridad vocal es un hecho intencionado para mostrar a un Pinkerton repulsivo. Francamente, no lo sé. Sí que hay que reconocerle a Troxell, que al igual que ocurre con Huang (cuyos méritos vocales son muy superiores a los suyos), da perfectamente el tipo físico necesario para su papel, y teatralmente está estupendo. Es un gusano egoísta, un vividor guapito y sin cerebro.

Los secundarios rinden a muy buen nivel, comenzando por la ejemplar Suzuki de Ning Liang, vocalmente muy lograda. Mitterrand no la concibe como la típica criada anciana encargada de velar por una chiquilla, sino como una especie de “hermana” o “compañera” de Butterfly, y se la ve como a una mujer joven de sonrisa permanente que, por ejemplo, entretiene a Cio-Cio-San jugando con ella al tenis con palas de madera (probablemente eso no será precisamente el “tenis”, pero no tengo grandes conocimientos deportivos y pido excusas por ello). Muy bien resuelto está también el Sharpless de Richard Cowan, así como el bonzo-volador (Edmund Zelotes Toliver). Christopheren Nomura está correcto sin más como Yamadori.

A destacar, por último, la bellísima y sensible dirección de James Conlon al frente de la Orchestre de Paris, así como la buena labor del coro de Radio France, notable en sus pocas intervenciones. La banda sonora, que es en realidad una grabación normal de la ópera, pertenece al sello SONY, aunque actualmente está descatalogada.

Tampoco es fácil de encontrar la película, y a mí me costó cierto trabajo dar con el DVD por internet a un precio razonable. Como he señalado, además de la película en sí misma (con subtítulos en muchos idiomas, entre ellos el castellano), éste incluye un pequeño bonus de unos doce minutos en el que Ying Huang nos cuenta su experiencia y vemos secuencias del rodaje. Espero que haya alguna reedición pronto, porque a la vista de las porquerías que circulan por el mercado no creo que sobre un producto cultural más.

Musicalmente es una Butterfly con altibajos aunque con un nivel medio bastante aceptable. Como película, con excepción de algunas decisiones no del todo afortunadas por parte de Mitterrand, es una obra de gran belleza. A mí me resulta agradable, porque por encima de todo creo simplemente que es una película hermosa con una música extraordinaria.







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