Riccardo Muti (dir.); Thomas Allen (Don Giovanni); Claudio Desderi (Leporello); Edita Gruberova (Donna Anna); Francisco Araiza (Don Ottavio); Ann Murray (Donna Elvira); Susanne Mentzer (Zerlina); Natale De Carolis (Masetto), Sergej Koptchak (Il Commendatore). Coro y Orquesta del Teatro alla Scala, Milán. OPUS ARTE.
Hace más de tres años que comenté ampliamente el
Don Giovanni de Riccardo Muti con Carlos Álvarez en DVD (ver
aquí). Hoy voy a escribir sobre otra versión de esta misma ópera, también con Muti, pero anterior. Se trata de la filmación que distribuye el sello Opus Arte procedente de unas representaciones en la Scala del año 1987. Debo decir desde ya, que a la vista de los brillantes nombres que integran el reparto, abordé este DVD con unas expectativas altas que no han terminado de verse satisfechas del todo.

Comenzaré, como siempre hago, con la propuesta escénica de Enzo Frigerio con dirección de Giorgio Streher. Se trata de la típica producción clásica de grandes edificios que se elevan sobre el ya muy visto suelo negro brillante. Todo es clásico, sí, pero eso no significa precisamente que sea destacable. En mi modesta opinión, es un soso montaje bastante falto de ideas dramáticas, que pude hacer que una noche de ópera funcione con eficiencia aunque de forma visualmente algo rancia. Y no ayuda en este punto la estática y antinatural dirección escénica de los cantantes. Da la sensación de que a Streher le falta una auténtica visión de conjunto sobre el modo en el que deben actuar los intérpretes sobre el escenario, de modo que concibe cada escena de forma separada y con criterios independientes. El resultado es decepcionantemente dispar: a veces los cantantes se mueven forzadamente casi a cámara lenta (Là ci darem), otras se opta por la economía de recursos visuales (por ejemplo, no entra en escena el coro infernal que arrastra consigo a Don Giovanni) que se torna en exuberancia en otros números... No parece, en suma, un planteamiento escénico uniforme ni del todo madurado, y todo el apartado visual se limita a cumplir las exigencias mínimas más que otra cosa.

Con todo, la gran frustración de este Don Giovanni milanés está en el reparto. Cuando uno lee los nombres, como decía, se hace ilusiones que se evaporan en cierta medida al visualizar el DVD. Comencemos con
Thomas Allen como protagonista. Hay claramente muchas formas de cantar el personaje principal: desde los grandes del pasado que lo abordaban con voces más situadas en la tesitura del bajo que en la de barítono (Siepi o Ghiaurov, mis Don Giovannis favoritos, son buenas muestras) a enfoques más intermedios (Wächter, por ejemplo) hasta llegar a voces más blancas y líricas (Hampson, Gilfry), estas últimas ya más bien vinculadas a la corriente historicista. Corriente en la que, por cierto, un director como Jacobs recurre presentar a un Don Giovanni aniñado (Weisser) por el simple hecho de que Luigi Bassi, el cantante del estreno, contaba entonces con veintidós años, en lo que para mí supone una lamentable confusión entre la utilización de criterios historicistas y una arqueología musical que no deja de ser un puro fraude al oyente en la medida en la que resulta imposible saber el modo en el que cantaba Bassi ni si respondía plenamente al concepto que Mozart tenía de su personaje al escribirlo. ¿Por qué entonces Jacobs, en su grabación de
Idomeneo, entrega el papel principal a Richard Croft y no a un anciano cascado, como en el estreno de aquella ópera en Munich?

Lo que quiero decir con esto es que se ha grabado ya a Don Giovanni de todas las maneras, y que por eso mismo, no resulta tarea fácil decir algo nuevo con el personaje. Allen, desde luego, no lo consigue. Se sitúa, por sus propias condiciones vocales, en esa categoría que yo he llamado “intermedia”: la voz es claramente baritonal y carece de la ligereza y el lirismo otros cantantes señalados en la “tercera vía”. El problema es que Allen, un intérprete por el que no siento especial simpatía, dispone de un material vocal discreto ya de por sí al que le viene claramente grande el papel, por mucho que lo grabara varias veces. A partir del “Metà di voi” le empieza a flaquear la voz, y el desgaste se hace ya ostensible en su última escena con la estatua del comendador. Tampoco es muy salvable desde el punto de vista actoral, en el que exhibe una colección de muecas y expresiones antiestéticas más bien poco apropiadas para quien ha de ser un galán.
Claudio Desderi es un cantante que tampoco estuvo dotado de una voz especialmente privilegiada en cuanto belleza, aunque contaba claramente con un punto favorable: su aptitud para el canto de agilidad y la coloratura, requisitos que por otra parte no son los imprescindibles para hacer un buen Leporello. No es Dederi un cantante del que haya escuchado mucho, pero lo cierto es que después de haber oído su a todas luces brillante Dandini con Abbado (véase
esto) no deja de ser algo decepcionante verle firmar esta tosca actuación.

El plato fuerte es la Donna Anna de
Edita Gruberova, apuesta segura. Ella es quien ofrece una mayor calidad vocal de todo el reparto, incluso sin estar libre de ciertos problemas menores. En el
“Or sai chi l’onore” muestra evidentes dificultades en el grave, al que casi no llega, aunque en el segundo acto se redime por completo con un espléndido
“Non mi dir”. En cuanto al Don Ottavio, a
Francisco Araiza no le faltan las brusquedades en su primer dúo con Donna Anna, pero siempre fue un tenor de buen gusto y con una bellísima voz lírica, al que quizá no se le ha reconocido con toda la popularidad que merecía. Canta sus dos arias sin el menor problema y sin los signos de desgaste que se entrevén en su entrada en el primer acto.

La Donna Elvira de
Ann Murray cumple a buen nivel, aunque quizá –opinión personal– muestre más vibrato del necesario en el
“Ah, chi mi dice mai”. No hay problemas con la pareja de campesinos integrada por
Susanne Mentzer como Zerlina y por
Natale De Carolis como un Masetto que en esta producción no aparece concebido como el clásico paleto, sino como un hombre incluso de cierta elegancia. También es aduecuado el Commendatore de
Sergej Koptchak.
Riccardo Muti dirige con su brillantez habitual un
Don Giovanni que mira más a lo mediterráneo que a lo germánico, optando por
tempi tan rápidos que en poco se distinguen de los propios de una lectura historicista. Es una dirección luminosa, ágil, dotada -¿por qué no decirlo?- de una cierta rusticidad y no falta de pathos dramático, pero también se echa precisamente en falta quizá un punto mayor de oscuridad y patetismo. En cualquier caso, desde el punto de vista orquestal es un trabajo de indudable altura.
En cuanto a prestaciones, una cosa buena y una mala: la cajita incluye el libreto completo en italiano (sin traducciones), lo cual no es habitual en los deuvedés. En cambio, tan sólo hay subtítulos en inglés.
He aquí, por tanto, un Don Giovanni que muestra a las claras cómo el hecho de contar con un reparto brillante no garantiza un resultado necesariamente óptimo. Ningún cantante consigue aquí un retrato verdaderamente convincente al cien por cien de su papel, salvo quizá en los personajes secundarios de Zerlina-Masetto y del comendador, y eso deja un sabor algo agridulce. Aun con sus puntos a favor (claramente destacan Gruberova y las dos arias de Araiza) no deja de ser una versión de la que podría esperarse un poco más, y en el ámbito del DVD se sitúa, al menos para mí, algo por debajo del posterior registro de Muti con Carlos Álvarez, pese a su peculiar puesta en escena.