Hace un par de años que comenté en el blog el notable Don Giovanni que dirigió Riccardo Muti con Carlos Álvarez en el papel protagonista (click aquí). La filmación que comento hoy, a cargo de una figura histórica de la dirección orquestal como es Wilhelm Furtwängler, parte de un esquema diferente, en el que las formas importan menos que la grandeza del mensaje, concebida del modo más grandilocuente posible. Pero mejor no me adelanto con mis impresiones sobre Furtwängler. Vayamos paso a paso.
Este Don Giovanni de 1954 se grabó en el marco del Festival de Salzburgo (en el Felsenreitschule), como consecuencia del enorme éxito de las funciones que el propio Furtwängler había llevado a cabo un año antes con idéntico reparto, de las que quedó para la Historia una notable grabación discográfica que distribuye la casa EMI. La única diferencia en el reparto fue la Donna Elvira de Elisabeth Schwarzkopf, sustituida por Lisa Della Casa. Sea como fuere, era esta una época en las que las filmaciones de ópera no eran ni muchísimo menos algo tan frecuente y tan arraigado en el mercado como puede serlo hoy. De hecho, la idea en sí misma es cuanto menos curiosa: la filmación, a cargo de Paul Czinner, no es propiamente una “película” de ópera de esas que se graban en estudios de cine, pero tampoco es exactamente una representación teatral grabada. Es una representación teatral rara. Este Don Giovanni se filmó sin público presente y durante varios días, sobre todo por las tardes y las noches según informa la carpetilla del DVD. Lo que vemos, por tanto, es una especie de representación en la que, sin embargo, el público no interfiere. No hay aplausos ni tampoco ruidos, y naturalmente los cantantes no salen a saludar a nadie al término de la representación. Además, se advierte que el audio no casa siempre a la perfección con los gestos de los cantantes (el efecto es similar al del playback), del mismo modo que se evidencian diferencias de sonido entre los recitativos y los números musicales, como si se hubieran grabado por separado y luego alguien se hubiese entretenido en dividirlos y engarzarlos por orden.
El resultado es el siguiente:
- Los cantantes o bien hacen playback o bien cantan realmente, aunque en este último caso, ese audio “auténtico”, por llamarlo de algún modo, no es el que aparece acoplado a las imágenes.
- Música y recitativos parecen grabados por separado y luego ensamblados.
- Salvo en el caso de la obertura, en la que Furtwängler es aplaudido al entrar, no hay público, en un intento quizá de facilitar la grabación de las imágenes con el mejor resultado posible y de mostrar también la producción tal y como es visualmente, sin “momentos añadidos”.
Pese a lo raro del concepto, el resultado es bueno, y la muy clásica puesta en escena de Herbert Graf y Clemens Holzmeister no ha envejecido tanto visualmente como han podido hacerlo otras filmaciones grabadas en décadas posteriores. En este Don Giovanni hay mucho cartón piedra, sí, y un estupendo y realista vestuario de época –sensacional, por ejemplo, el atuendo dorado del protagonista en la fiesta del primer acto, poniendo de relieve su carácter derrochador y su alto nivel de vida– así como una presentación de la estatua del Comendador realmente extraordinaria en materia de vestuario y maquillaje. Aquellos que gusten de producciones más “modernas” y arriesgadas y que consideren esto como una reliquia rancia del pasado harán bien en huir de esta filmación. Pero es un Don Giovanni que verdaderamente merece conocerse. Además, en lo afectivo le tengo especial cariño, ya que fue mi primera versión de esta grandísima ópera. Hace muchos años que los Reyes Magos me hicieron feliz unas Navidades regalándome esta película en VHS. Años más tarde me hice, obviamente, con el DVD. Uno de los primeros DVDs, por cierto, que Deutsche Grammophon se apresuró a lanzar al mercado.
Vayamos ahora con el reparto. Pocos cantantes han sabido enfrentarse al papel de Don Giovanni como el gran Cesare Siepi, referencia indiscutible para todo aquél que desee tener una discografía mínimamente presentable de este título de ópera. Para mí, Siepi y Ghiaurov son sencillamente los Don Giovannis más grandes de toda la discografía. Podría decir que los días pares prefiero a uno y los impares al otro. Naturalmente, esto pone de manifiesto que me gustan los Don Giovannis de voces oscuras, casi más próximas a la del bajo que a la del barítono, siguiendo lo que podríamos llamar la “tradición romántica”. Pero no soy excluyente en absoluto: considero que cantantes con voces mucho más ligeras y claras como Thomas Hampson o hasta Rodney Gilfry, han conseguido resultados aceptables en el papel, pese a que para mí no resultan –ni por asomo– tan monumentales como mis dos referencias. Hoy se dice en muchos sitios que este tipo de voces no tienen nada que ver con las que deberían haber sido realmente las intenciones de Mozart al escribir la partitura. Pues bien, yo soy un defensor del historicismo musical, pero no estoy sordo y procuro tener la mente abierta. A mi modo de verlo, puede haber mucho más Mozart en los Don Giovannis romantizados y pesantes de este tipo que en grabaciones historicistas pero anémicas de emoción como la de un Östman, por ejemplo.
Mucho menos me convence el Leporello de Otto Edelmann. Escuchándole, no cabe duda de que estamos ante una gran voz y ante un gran cantante, aunque su enfoque del personaje resulta sin duda algo tosco. El Leporello de Edelmann no busca ser simplemente divertido, sino que va un puntito más lejos y se nos presenta como un paleto gracioso. Además, la dicción no siempre es correcta ("Poverretto").
En cuanto a Donna Elvira, como antes decía, la Schwarzkopf fue sustituida por la recientemente desaparecida Lisa Della Casa para realizar esta filmación. Y el caso es que estamos ante una Donna Elvira de absoluto lujo. Della Casa, aquí joven, como la mayoría del reparto, fue siempre una gran mozartiana, y resulta absolutamente impecable vocalmente. Quizá se eche en falta un puntito mayor de “garra” en el primer acto para un personaje que es todo fuego y pasión, pero el balance no deja de ser extraordinario. La voz es bellísima y el “Mi tradì” constituye uno de los momentos musicalmente más rotundos de toda la filmación.
Donna Anna, seducida por el Conde Drácula
Pasemos a las dos parejas. Donna Anna y Don Ottavio corren a cuenta, respectivamente, de Elisabeth Grümmer y Anton Dermota. El nivel sigue siendo altísimo y ambos están estupendos, aunque al igual que ocurría con Edelmann, la dicción de la Grümmer no siempre es precisamente ortodoxa (“La chiede il tuo cor”). Dermota está sobradamente bien como Don Ottavio, aunque teatralmente resulta afectado y su modo de gesticular es de todo punto artificial.
En cuanto a los campesinos, Erna Berger hace una Zerlina bien cantada aunque quizá excesivamente dulzona, mientras que un joven Walter Berry hace un gran trabajo con un papel, Masetto, que puede ningunearse fácilmente. El reparto, de muy alto nivel, lo cierra el Comendador de Deszö Ernster, cuyas escenas resultan sobrecogedoras debido también la lentitud de los tempi de Furtwängler. La impactante conclusión de la cena de Don Giovanni no resulta una catástrofe repentina y sorprendente en esta filmación (como puede ocurrir con otras versiones), sino más bien una suerte de ensoñación o pesadilla prolongada de la que es difícil despertar. La escena del Comendador, tan lenta y con una dirección tan musculosa, resulta verdaderamente asfixiante.
Ya he hablado bastante, sin casi pretenderlo, de la dirección de Wilhelm Furtwängler al frente de la Filarmónica de Viena. El mítico director fallecería pocos meses después de realizarla, el 30 de noviembre de 1954. Es este un Mozart que ya no se hace hoy en día, y que con el transcurso del tiempo se vio sustituido paulatinamente por enfoques menos densos que acabarían desembocando mucho después en la corriente historicista. El Don Giovanni de Furtwängler es por tanto lento, lentísimo, y constituye un buen testimonio de una época y de unos criterios interpretativos que con toda probabilidad no volverán a aplicarse a este tipo de repertorio. Ya lo he dicho: yo defiendo el historicismo musical, pero considero que en esta grabación –en las antípodas de lo que hoy se considera que eran los criterios interpretativos del siglo XVIII– hay mucho, muchísimo Mozart, y por tanto, merece conocerse tanto por parte de aquellos que busquen imbuirse de la historia discográfica de Don Giovanni como por aquellos que disfruten simplemente de las buenas voces y de una dirección cuidada.
Portada de la grabación en disco, con Elisabeth Schwarzkopf en el papel de Donna Elvira
Hechas estas puntualizaciones “estilísticas”, hay que señalar que Furtwängler sólo traiciona a la versión praguense del Don Giovanni con la introducción del magnífico Mi tradi de Della Casa, al que antes me referí. Lo que quiero decir con esto es que no están el resto de los añadidos de Mozart para la versión “vienesa” de la ópera: Dermota se queda sin cantar el Dalla sua pace, y desde luego, no aparece tampoco el Per queste tue manine.
Visualmente, la filmación ofrece una buena calidad de imagen para la época, y otro tanto puede decirse del audio.
En conclusión, probablemente este es el mejor Don Giovanni disponible en DVD, y un documento imprescindible para el buen aficionado mozartiano.