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Poppea fue mi primera ópera barroca y marcó mi conversión a Monteverdi. Recuerdo como si fuera hoy mismo que fue la mañana del 12 de septiembre de 2001 (día fácil de recordar, por otra parte) cuando me hice con la interesante grabación de Gardiner, que me dejó verdaderamente impresionado. No era para menos con un reparto espectacular que reunía las voces de McNair, Fink, Von Otter, etc. Tratándose de mi
patio de butacas, haré que la historia se repita y será ésta y no otra la primera ópera barroca que comente.
- El DVD del que escribo es novedad absoluta, pues está acabadito de salir, por lo que además de escribir sobre esta ópera comento de paso una novedad discográfica. Se trata de una función del prestigioso festival de Glyndebourne de 2008, que acaba de sacar la casa DECCA hace pocos meses. Yo me hice con él el pasado jueves, aprovechando que hay rebajas en el Tajo Anglosajón.
Antes de entrar definitivamente en materia, daré unas pinceladas históricas sobre esta ópera. Como ya escribí en su momento, no soy muy partidario de perderme en ese tipo de digresiones, pero en el caso de
Poppea son sin duda necesarias. Esta obra plantea todo un misterio en cuanto a su autoría: como tal, la ópera es de
Claudio Monteverdi, pero es sabido que el compositor murió en 1643 dejándola probablemente inconclusa. Lo realmente desconcertante es la existencia de dos versiones diferentes de la obra: la tradicional veneciana y una versión posterior de Nápoles, más larga y que ha dado pie a la idea de que compositores como Ferrari o Cavalli intervinieron en su composición. Misterio.
Desgraciadamente no existe disponible en internet ninguna traducción castellana del libreto, por lo que me tomaré la libertad de explayarme un poco en el resumen argumental:
Prólogo: La Fortuna, la Virtud y el Amor (Cupido), discuten sobre cuál de ellas es la divinidad más influyente sobre los hombres. El Amor se propone demostrar su supremacía cambiando el curso de la Historia en un solo día.
Acto 1: Estamos en Roma, en la época de Nerón. Aún no ha amanecido cuando Otón llega a la casa de Popea, su antigua amada. Descubre la presencia de guardias de Nerón custodiando la entrada, por lo que se retira celoso. En efecto, en el interior duermen juntos Popea y el emperador, que se propone repudiar a su esposa Octavia para entronizarla. Cuando Nerón se ha marchado, Popea se encomienda al Amor y rechaza los consejos de su sirvienta, que le recomienda alejarse de la peligrosa política y del emperador.
Mientras tanto, la emperatriz Octavia se lamenta de su suerte y pide ayuda al filósofo Séneca, antiguo preceptor de Nerón. El filósofo se entrevista entonces con su antiguo pupilo y le recomienda olvidar el repudio de su esposa, pero con ello tan sólo consigue provocar la ira de Nerón. Aprovechando la coyuntura, Popea decide librarse de tan peligroso enemigo presionando a Nerón, que termina ordenando la inmediata muerte de Séneca.
Por su parte, Otón, rechazado por la ambiciosa Popea, decide entregar su vida a una joven llamada Drusila.
Acto 2: Séneca recibe calurosamente al emisario de Nerón que le ordena morir ese mismo día. Sus amigos y familiares manifiestan su terror ante la sola idea de la muerte, pero el filósofo se mantiene firme y se quita la vida. Sigue a continuación una simpática pero intrascendente escena en la que dos criados del emperador admiten haberse enamorado.
Aparece después Nerón, muy contento con la muerte de su maestro y entonando cantos con el poeta Lucano.
Mientras tanto, la emperatriz Octavia ha decidido eliminar a su rival Popea y ordena a Otón que la apuñale, amenazándole con acusarle ante Nerón de abusos hacia ella en caso de negarse. Otón, destrozado ante la idea de tener que acabar con su antiguo amor, corre a ver a Drusila, quien le viste con ropas femeninas para evitar ser descubierto durante el crimen. Travestido, Otón se acerca puñal en mano a Popea, que duerme al aire libre en el jardín, pero la aparición del Amor evita el crimen. Popea despierta y observa la apresurada huida de quien por sus ropas parece ser Drusila.
Acto 3: Nerón es inmediatamente informado del intento de asesinato de su amante y Drusila es arrestada. Para salvar a Otón, ella decide admitir ser la autora del crimen, exponiéndose así a la furia del emperador. Aparece entonces Otón revelando la verdad: el culpable ha sido él mismo vistiendo las ropas de Drusila y actuando por orden de la emperatriz. Nerón le envía al destierro, a donde le sigue Drusila voluntariamente. Igualmente destierra a su esposa Octavia y convierte a Popea en su emperatriz.
Como vemos,
tenemos un libreto que mezcla elementos históricos y de ficción, manipulando la Historia en ocasiones a fin de conformar un puzzle coherente y atractivo para el público. En efecto, y por poner sólo un ejemplo, la caída de Séneca nada tuvo que ver con Popea, pero sirve para delimitar el carácter calculador de nuestra protagonista y añadir emoción a la obra. Los protagonistas no son retratados como grandes héroes de la antigüedad, sino como personajes consumidos por las pasiones humanas y de una moralidad más que cuestionable. De este modo,
L’incoronazione di Poppea se aleja del tópico tan propio del barroco del encumbramiento del protagonista hasta llegar a deshumanizarlo por completo. Popea es un ser ambicioso y dispuesto a utilizar el sexo para hacer política, mostrándose despiadada con Otón y Octavia. Es además la causante directa (y plenamente consciente) de la muerte de Séneca. En cuanto a Nerón, baste decir por ahora que es simplemente Nerón. Octavia, que sí reúne los requisitos para convertirse en alguien de moralidad intachable, termina instigando a Otón al asesinato, y este último, por mucho debate interno que sufra, se dispone a obedecer. Así las cosas, los únicos personajes que muestran una ética aceptable son Drusila y Séneca, y ambos acaban mal.
Poppea no es, por tanto, la típica obra que transmite como mensaje el triunfo del bien sobre el mal, pues recordemos que la Virtud y la Fortuna, a las que podemos ver reflejadas en las figuras de Séneca y la emperatriz, son derrotadas. Es muy poético que venza el Amor, pero en nuestro caso lo hace utilizando a una pareja despiadada. No es por tanto una obra de intenciones moralizantes, y eso la hace aún más moderna.
Además de retratar a personajes llenos de claroscuros, pues hubiese sido mucho más simple el crear “buenos buenos” y “malos malos”, el libreto de
Giovanni Francesco Busenello es de indudable calidad, salpicado aquí y allá de escenas cómicas que rebajan la tensión de los acontecimientos y de algunas reflexiones profundas que se alejan mucho de la típica moralina solemne y aburrida tan propia de los libretistas barrocos. Y tenemos, por supuesto, la música de Monteverdi (o de quien sea, que es lo de menos), recitada en buena medida aunque con momentos absolutamente memorables, como el suicidio de Séneca o el bellísimo dúo final de Popea y Nerón
(Pur ti miro), que constituye en mi opinión una de las páginas más bellas que se hayan escrito en la historia de la ópera. Las voces de los amantes se entrelazan repitiendo una y otra vez las mismas palabras, creando una sensación de una entrega casi física, de profundo deleite y en cierto modo, también de dolor. Pero no nos perdamos.
L’incoronazione es una ópera larga y quizás algo “dura”, por expresarlo de algún modo, para comenzar en la ópera barroca (aunque yo lo hice, servidor es así de burro), pero su escucha integral es toda una experiencia que vale muy mucho la pena. Es una
obra maestra de conocimiento obligado antes o después.
Ahora vamos por fin al comentario de nuestro reciente DVD. La puesta en escena de
Robert Carsen sitúa los hechos no en el año 65 d.C., como reza el libreto, sino en la actualidad. La disputa entre los dioses que constituye el Prólogo de la ópera se desencadena a raíz de una butaca del teatro. Simpático, aunque innecesario. Hace tiempo que dejaron de chocarme los montajes que alteran el lugar y el tiempo de los hechos, y a día de hoy, lo que de verdad agradezco, por encima del tipo de ropa que vistan los personajes, es que el montaje contenga ideas teatralmente interesantes. Y no puede negarse que el de Carsen tiene sus méritos, como la casi permanente presencia del Amor en escena (acertadísima
Amy Freston), dirigiendo silenciosamente los acontecimientos sin ser vista. El decorado es casi completamente inexistente: tan sólo vemos una enorme tela roja en el suelo y en ocasiones una cama deshecha, algunas sillas, una mesa y una bañera. Nada más. Mantener con tan poco la atención del espectador en una ópera de semejante duración no es tarea fácil, y Carsen lo consigue. Absténganse por tanto los más puristas de la “verdad” escénica (concepto en realidad inexistente). Lo cierto es que yo prefiero un montaje que, pese a tomarse sus licencias, consiga decirme algo a uno de tipo histórico y sin embargo teatralmente mediocre. Quizás lo ideal sería un equilibrio entre ambas posturas, pero en ningún caso excluyente con estas visiones “alternativas” que, en mi opinión, sí que tienen interés.
En
Danielle de Niese encontramos a una Poppea más seductora física que vocalmente. En este DVD se han confirmado mis impresiones con su
Giulio Cesare (que también comentaré más adelante): en De Niese se echa de menos algo más de delicadeza, y su timbre algo ancho y con una peligrosa tendencia al tembleque la aleja a veces del aire seductor que se supone que debe transmitir la protagonista. Pero para nada estoy de acuerdo con los que se dedican a decir por ahí que De Niese ha llegado a donde ha llegado sólo por su físico. Cantar Popea no es nada fácil, como tampoco lo era cantar Cleopatra. ¿Estoy diciendo que es una mala cantante? De ninguna manera. Simplemente digo que como soprano es resultona, con momentos muy buenos y otros menos afortunados, sin llegar a la altura de las grandes voces barrocas de la actualidad (Kozena, Genaux, Piau, Bartoli, etc.). En su
Giulio Cesare me gusta su
Da tempeste y me parece mejorable su
V'adoro pupille, mientras que en
Poppea siento algo parecido: muy bien, por ejemplo, su modo de abordar el
Hor che Seneca è morto, pero algo brusco el comienzo de S
peranza, tu mi vai.
Ahora bien, no podemos olvidarnos de que la ópera no es sólo música, sino también teatro, y en esto último sí que sale ganando nuestra Danielle. Es obvio que sobran los comentarios acerca de su físico y de su juventud, a lo que hay que añadir su simpatía y desenvoltura en el escenario, lo que hace que por encima de algunas insuficiencias vocales (e insisto en lo de "algunas", que la cosa no es tan tremenda como algunos se empeñan) lleguemos a creerla en su papel de malévola seductora.
Más original es el planteamiento q
ue Carsen nos ofrece de Nerón, interpretado por la mezzo
Alice Coote. El libreto ya deja muestras de la crueldad del César, pero nuestro director escénico va más allá y lo presenta como un ser completamente repulsivo, incluso a nivel físico. Nerón no es aquí sólo irreflexiva crueldad, sino un desquiciado absolutamente desenfrenado sexualmente con ambos sexos, que sale de borrachera para celebrar que ha matado a su maestro y ahoga después al poeta Lucano. Esto último no consta en el libreto, pero no deja de ser histórico... a medias. Lucano era sobrino de Séneca, lo que hace improbable que celebrase su muerte con Nerón tal y como se observa en la ópera. Más bien al contrario, Nerón le eliminó del mismo modo que a su tío, o sea, acusándole (quizás falsamente) de participar en la conjura de Pisón. Así que la licencia de Carsen no anda descarriada, pues Nerón sí fue realmente responsable de la muerte de Lucano.
Una idea muy clara del carácter del emperador la obtenemos de su entrevista con Séneca en el primer acto: la razón, dice, debe usarla quien obedece y no quien ordena. Toda una declaración de intenciones. A él le da igual si sus deseos son buenos o malos, justos o injustos, pues está decidido a hacerlos cumplir y la única opción “razonable” (por la cuenta que trae) es obedecerle:
SÉNECA
No irrites al pueblo ni al Senado.
NERÓN
El pueblo y el Senado me traen sin cuidado.
SÉNECA
Que te importen al menos tu buen nombre y tu fama.
NERÓN
Arrancaré la lengua de quien ose insultarme.
SÉNECA
Cuanto más los silencies más hablarán.
... y Nerón le condena a morir. El papel de Séneca es de carácter majestuoso, solemne, pero en absoluto distante, pues su última lección de estoicismo a sus amigos y discípulos, afrontando la muerte sin lamentos, debe conmover al espectador. Se requiere aquí una poderosa voz de bajo que además de firme sea capaz de emocionar.
Paolo Battaglia hace un buen Séneca, si bien el color de su voz no es tampoco demasiado bello (hay quien lo ha descrito con acierto como “seco”), y no alcanza la última nota –verdaderamente asesina– del
Amici, è giunta l’ora. Pasable, aunque sin llegar a mi Séneca de referencia, que es el de
Francesco Ellero d’Artegna en la antes referida grabación de Gardiner. Y sí, es cierto que el reparto de este último puede no ser demasiado monteverdiano, pero lo mismo es extensible entonces a este DVD.
Las mejores voces las en
contramos entre los personajes secundarios de mayor importancia: la Ottavia de
Tamara Mumford y la atractiva Drusilla de
Marie Arnet. Del mismo modo, el resto cumple sobresalientemente.
Iestyn Davies es un Ottone cálido cuando hace falta, aunque su personaje (que no su interpretación) adolezca quizás de algo de arrojo, sobre todo a lo largo del episodio del chantaje de Octavia y del intento de asesinato de Popea. Claro que igual son cosas mías, porque como digo la voz es bellísima. Graciosas las criadas (travestidos), con un impagable
streptease de Arnalta y muy bien la omnipresente
Amy Freston (el Amor), sobre todo en su
Dorme, l’incauta dorme. Como apuntaba antes, nunca es vista por los personajes "mortales", de modo que cuando Otón se dispone a acabar con Popea escucha la voz del Amor en su cabeza (¿remordimientos?) y baja el puñal. Es una forma muy original de evitar lo extraño de hacer contactar a personajes terrenales y divinos, que se repite en la escena en la que Mercurio, como mensajero de los dioses, anticipa a Séneca su muerte antes de la llegada del emisario. Con esta imaginativa y acertada ocurrencia de Carsen, los dioses comparten el escenario con los mortales y estos escuchan sus voces en sus conciencias sin ser capaces de verlos.
Emmanuelle Haïm, buena directora handeliana, dirige con brío a la Orchestra of the Age of Enlightenment, con instrumentos de época (como debe ser). Utiliza la versión clásica de Venecia, por lo que estamos ante otra oportunidad perdida de popularizar la versión napolitana de esta ópera. En cualquier caso, la dirección de Haïm me parece excelente.
En conclusión, una filmación cuyo montaje puede no ser del agrado de todos los gustos, de exquisita dirección y desigual reparto, y que yo he disfrutado como un enano.
Me gustaría poder adornar este post incluyendo algunas muestras de youtube, pero lamentablemente el DVD es tan reciente que salvo el trailer promocional que aquí os dejo nadie ha colgado nada. Espero editar más adelante esta entrada para incluir más vídeos.
Añadido (26/01/2010): Llevo tiempo dándole vueltas a la ocurrencia de Carsen de ahogar a Lucano. Este poeta tuvo la "osadía" de competir con Nerón en un recital de poesía, lo que le acarreó la prohibición (que él ignoró) de seguir recitando. ¿A dónde quiero ir con esto? En el libreto de
L'incoronazione di Poppea, Lucano aparece celebrando la muerte de Séneca con Nerón (un imposible histórico, como digo más arriba) y entonando cantos de amor para Popea. Pensando en su amada, el emperador debe decir "
Ídolo mío, celebrarte quisiera, pero mis palabras no son sino llamas vacilantes comparadas con tu sol" ("Idolo mio, celebrarti io vorrei, ma son minute fiaccole cadenti dirimpetto al tuo sole i detti miei"). Lo curioso es que en el montaje de Carsen Nerón parece dirigir esas palabras no pensando en Popea, sino mirando de frente a Lucano, a quien ahoga a continuación. ¿Ha querido Carsen mostrarnos la envidia artística de Nerón o estoy viendo donde no hay?
Añadido (24/03/10):
Libreto en castellano.