Hace muchos años que descubrí La viuda alegre, gracias a la grabación de Gardiner en Deutsche Grammophon, pero hasta fecha muy reciente no disponía de una referencia visual en DVD de la célebre opereta de Franz Lehár. Cuando investigué las opciones disponibles, encontré posibles elecciones para todos los gustos: hay grabaciones en inglés (The merry widow), francés (La veuve joyeuse) y si no recuerdo mal, hasta en italiano (La vedova allegra). Puestos a restringir el número de elecciones, opté por tomar una de entre las grabaciones que circulan con el libreto original en alemán: la presencia de Gilfry como Danilo me inclinó por la grabación que comento en esta entrada.
Como siempre, comenzaré con una breve sinopsis del libreto:
Acto 1. Estamos en París, en la embajada de Pontevedro, un pequeño país imaginario. El barón Mirko Zeta ha descubierto la presencia en la ciudad de Hanna Glawari, una rica viuda aún joven, y está decidido a impedir que ella se case con un parisino para evitar que su fortuna pase a manos de un extranjero. Para ello, envía a su empleado Njegus a buscar al joven Danilo Danilowitsch, que se encuentra divirtiéndose con las grisetas del Maxim’s. Mientras tanto, Valencienne, esposa de Zeta y antigua cabaretera parisina, sufre el acoso del joven Camille de Rosillon, que le arrebata su abanico para escribir en él una declaración de amor. Valencienne trata de distanciarse de él afirmando ser una esposa fiel y respetable. Hanna aparece finalmente escoltada por una buena cantidad de jóvenes dispuestos a seducirla por su dinero, situación de la que ella es perfectamente consciente. Para librarse de Camille de forma honrada, Valencienne trata de persuadirle de que se case con la viuda.
Cuando Njegus trae de vuelta a Danilo, este se encuentra tan agotado después de cuatro noches consecutivas de diversión que se acuesta a dormir un rato. Hanna, hastiada de soportar a todos esos pretendientes, se retira un momento a esa habitación y le despierta. Ambos fueron amantes en su juventud, aunque la relación se rompió por razones familiares. Los dos conversan y él jura no declararle su amor nunca. Cuando, tras la salida de Hanna, Zeta le revela que le ha llamado porque quiere que se case con ella, Danilo se horroriza.
Durante el baile de la embajada a Hanna no le faltan candidatos para ser su pareja. Valencienne trata de convencerla para que elija al resignado Camille, pero la viuda opta por Danilo, que se niega a bailar y cede su derecho a cualquiera de los presentes por diez mil francos. Los candidatos se espantan y, a solas, Danilo y Hanna bailan.
Acto 2. Hanna ha organizado en su residencia una fiesta típica pontevedresa a la que asisten todos los personajes. También ha contratado a las grisetas preferidas de Danilo (Lolo, Dodo, Jou-Jou, Frou-Frou y Margot), gesto que Mirko Zeta interpreta como que ella está interesada por el joven. Decide mantener una reunión con Danilo y Njegus a las ocho en un pabellón cercano. Tras esto, Hanna intenta frustradamente arrancar una declaración de amor de Danilo. Por su parte, Valencienne sigue intentando mantenerse distante con Camille, y escribe “soy una esposa respetable” como respuesta a la declaración de este en su abanico, aunque finalmente cae seducida y entra con él en el pabellón en el que su esposo ha concertado la reunión para más tarde. Zeta aparece y descubre, mirando por el ojo de la cerradura, que Valencienne le es infiel con Camille. Aprovechando su cólera, Njegus saca precipitadamente a la joven del pabellón e introduce en su lugar a Hanna, de modo que cuando el barón abre la puerta y no ve a su esposa se cree víctima de un error. Para salvar la situación, Hanna afirma haberse prometido en matrimonio con Camille, algo de lo que sólo puede alegrarse Valencienne. Danilo, aunque lo niega, se pone celoso, y el confuso Zeta ve frustrados sus planes de evitar que la viuda se case con un francés.
Acto 3. Las grisetas traídas por Hanna cantan y bailan acompañadas por Valencienne, cuyo pasado en el Maxim’s no está lejano. Tras esto, Hanna aclara al celoso Danilo que su “compromiso” con Camille no era más que una tapadera para proteger a una amiga, aunque se guarda de revelar que se trata de Valencienne. Sin embargo, Zeta ha encontrado el abanico de esta última y lee la declaración de amor de Camille. Irritado, se “autodivorcia”, por decirlo de algún modo, y ofrece su mano “por el bien de la patria” a Hanna. Esta última, sin embargo, le revela que el testamento de su difunto esposo establece que ella perderá toda su fortuna en caso de volver a casarse, lo que lleva a que el barón retire inmediatamente su propuesta. Danilo, exultante, le declara en ese momento su amor, y la viuda afirma entonces que tal pérdida económica se debería a que toda su fortuna pasaría a manos de su nuevo marido. Por su parte, Valencienne, dolida, pide a Zeta que lea lo que ella ha escrito en su abanico (“soy una esposa respetable”). El barón se disculpa y la pareja acaba reconciliada.
Desgraciadamente no he encontrado ninguna traducción del libreto al castellano en internet, aunque al menos el DVD sobre el que gira esta entrada trae subtítulos.
Franz Lehár escribió la opereta Die lustige Witwe en 1905, con libreto de Victor León y Leo Stein, a partir de la obra L’attaché d’ambassade, de Henri Meilhac. El estreno en Viena atravesó por serias complicaciones previas, ya que los propios directores del Theater an der Wien, Wallner y Karczag, trataron de sabotearlo, ya que habrían preferido que la composición recayese sobre Heuberger. La obra se estrenó, finalmente, con gran éxito el 30 de diciembre, sólo unos días después de que Richard Strauss estrenara su Salomé en Dresde el 9 de diciembre.
Confieso que me encanta el espectáculo claramente decadente de ver en escena a todos esos aristócratas perfectamente ataviados bailando rodeados de coristas, mostrándonos, en suma, de la forma más cínica la hipócrita falsedad de una sociedad clasista, bajo cuyos elegantes vestidos se esconde la pereza, la mediocridad y una buena dosis de vicio. El libreto, que aludía claramente a las dificultades económicas de Montenegro, debió causar más impacto en su día que hoy, cuando ya estamos acostumbrados a transgresiones más evidentes y también de peor gusto. En cualquier caso, todos los distinguidos señores que aparecen en esta opereta son en realidad unos perfectos muertos de hambre dispuestos a casarse por dinero, algo que también es extrapolable al barón Mirko Zeta, un anciano casado con una joven y explosiva griseta francesa, lo que contribuye a forjarnos una idea del personaje cómica y patética al mismo tiempo. El propio Danilo, más que como un Romeo de cuento de hadas, está enfocado como el ejemplo perfecto del funcionario inútil, que dedica su tiempo de “descanso” tras sus muchas horas de no-trabajo en rodearse de compañía femenina en el cabaret. Sin duda, muchos pudieron sentirse identificados con esto en 1905 y también a día de hoy. Precisamente, parte de la gracia está en esto: en asistir a la cómica afrenta como espectadores y reírnos de la ridiculización de una mediocridad que a nadie puede agradar salvo al que la profese. La viuda alegre contiene un mensaje implícito de burla contra el engreimiento de cierta aristocracia (trasladable a día de hoy a determinadas clases privilegiadas por uno u otro motivo), y ello queda de manifiesto con el hecho de que el personaje principal que da nombre a la obra no pertenezca a ella y, por tanto, se alinee con el público. Hanna Glawari, en efecto, no es una aristócrata ni está aclimatada a la vida de París, pero tiene dinero. La mezquindad de los personajes queda patente en la propuesta de Zeta a Danilo para que la seduzca. Él y Hanna se habían amado en el pasado, pero los modestos orígenes de ella fueron la causa de que la relación no acabara en matrimonio. Sin embargo, ese obstáculo desaparece de un plumazo cuando ella aparece convertida en millonaria.
Confieso que me encanta el espectáculo claramente decadente de ver en escena a todos esos aristócratas perfectamente ataviados bailando rodeados de coristas, mostrándonos, en suma, de la forma más cínica la hipócrita falsedad de una sociedad clasista, bajo cuyos elegantes vestidos se esconde la pereza, la mediocridad y una buena dosis de vicio. El libreto, que aludía claramente a las dificultades económicas de Montenegro, debió causar más impacto en su día que hoy, cuando ya estamos acostumbrados a transgresiones más evidentes y también de peor gusto. En cualquier caso, todos los distinguidos señores que aparecen en esta opereta son en realidad unos perfectos muertos de hambre dispuestos a casarse por dinero, algo que también es extrapolable al barón Mirko Zeta, un anciano casado con una joven y explosiva griseta francesa, lo que contribuye a forjarnos una idea del personaje cómica y patética al mismo tiempo. El propio Danilo, más que como un Romeo de cuento de hadas, está enfocado como el ejemplo perfecto del funcionario inútil, que dedica su tiempo de “descanso” tras sus muchas horas de no-trabajo en rodearse de compañía femenina en el cabaret. Sin duda, muchos pudieron sentirse identificados con esto en 1905 y también a día de hoy. Precisamente, parte de la gracia está en esto: en asistir a la cómica afrenta como espectadores y reírnos de la ridiculización de una mediocridad que a nadie puede agradar salvo al que la profese. La viuda alegre contiene un mensaje implícito de burla contra el engreimiento de cierta aristocracia (trasladable a día de hoy a determinadas clases privilegiadas por uno u otro motivo), y ello queda de manifiesto con el hecho de que el personaje principal que da nombre a la obra no pertenezca a ella y, por tanto, se alinee con el público. Hanna Glawari, en efecto, no es una aristócrata ni está aclimatada a la vida de París, pero tiene dinero. La mezquindad de los personajes queda patente en la propuesta de Zeta a Danilo para que la seduzca. Él y Hanna se habían amado en el pasado, pero los modestos orígenes de ella fueron la causa de que la relación no acabara en matrimonio. Sin embargo, ese obstáculo desaparece de un plumazo cuando ella aparece convertida en millonaria.
Este libreto tan ácido tiene además una elevada dosis de humor, a veces algo grueso. Véase, por ejemplo, la reconciliación final de Valencienne y Mirko Zeta:
ZETA
¡Pero este abanico! ¡Valencienne!
VALENCIENNE
Lee lo que escribí en él.
ZETA
(Leyendo)
“Soy una esposa respetable”.
(A Valencienne)
¡Perdóname, no lo sabía!
En cuanto a la partitura en sí, Lehár escribió una obra efervescente y divertida, que deja al oyente casi sin tiempo para respirar y que, sin embargo, no puede reducirse a la consideración de mero pasatiempo musical. Hay momentos de una enorme sutileza, como la canción de la ninfa Vilja con la que Hanna abre el segundo acto o los dos dúos de Valencienne y Camille, así como el dueto Lippen schweigen de Danilo y Hanna. También hay imaginativos toques populares, como la fiesta pontevedresa del segundo acto o el “kolo”, la danza tradicional de Pontevedro que baila la pareja protagonista, así como ya en otro ámbito, la divertida escena de las grisetas a ritmo de can-can. Lehár consigue diferenciar de este modo el clima musical de Pontevedero del de París, aunque no se resiste, por ejemplo a la introducción de valses de sabor vienés.
ZETA
¡Pero este abanico! ¡Valencienne!
VALENCIENNE
Lee lo que escribí en él.
ZETA
(Leyendo)
“Soy una esposa respetable”.
(A Valencienne)
¡Perdóname, no lo sabía!
En cuanto a la partitura en sí, Lehár escribió una obra efervescente y divertida, que deja al oyente casi sin tiempo para respirar y que, sin embargo, no puede reducirse a la consideración de mero pasatiempo musical. Hay momentos de una enorme sutileza, como la canción de la ninfa Vilja con la que Hanna abre el segundo acto o los dos dúos de Valencienne y Camille, así como el dueto Lippen schweigen de Danilo y Hanna. También hay imaginativos toques populares, como la fiesta pontevedresa del segundo acto o el “kolo”, la danza tradicional de Pontevedro que baila la pareja protagonista, así como ya en otro ámbito, la divertida escena de las grisetas a ritmo de can-can. Lehár consigue diferenciar de este modo el clima musical de Pontevedero del de París, aunque no se resiste, por ejemplo a la introducción de valses de sabor vienés.
A la hora de decidirme por una versión en DVD me decanté hace poco por la grabación de Franz Welser-Möst procedente de la Ópera de Zurich en 2004. La puesta en escena de Helmut Lohner encuentra su punto fuerte en el primer acto, quedándose después sin ideas. A partir del segundo, vemos una especie de serpentinas que colgarán del techo hasta el fin de la obra, con un predominio algo monótono del color azul. Durante los dos últimos actos el decorado es discreto, introduciendo por ejemplo un simple panel con unas puertas en el divertido septeto Wie die Weiber man behandelt. Mejor que los decorados resulta el estupendo vestuario de Rolf Langenfass. Otro rasgo característico de esta filmación es el de las libertades que se toma en los diálogos, especialmente en lo que atañe al personaje de Njegus, aunque sobre eso escribiré más adelante.
Dagmar Schellenberger, en su papel de Hanna Glawari, es en mi opinión la más discutible de los cuatro personajes principales. Su voz tiene un timbre hermoso, aunque los medios son claramente limitados, como evidencia la palidez y tosquedad de su emisión no ya en el grave, sino en descensos que ni siquiera resultan especialmente comprometidos. Un ejemplo claro es la escena de los candidatos para el baile. En el apartado de los méritos, aparte de la adecuada presencia escénica, tenemos una estupenda canción de la Vilja, afeada sólo en el agudo final, abordado con un antiestético portamento.
En cuanto al personaje en sí, hemos dicho ya que se alinea en un plano diferente al del resto, lo que la sitúa en una situación de proximidad con el público a la que sólo se acerca Valencienne. No es una mujer estúpida que se deje seducir fácilmente y sabe perfectamente que sus millones son el único elemento que hace que los hombres se interesen por ella. Prueba de su inteligencia es el hecho de que, en contra de todo pronóstico, no es ella la seducida, sino más bien la seductora respecto de Danilo. Simula estar prometida a Camille, aunque no exactamente con la finalidad de darle celos a aquél (estrategia de niñata, con perdón), sino para sacar del apuro a Valencienne de una forma que no manche el honor de ninguna de las dos. En cuanto a Camille, digamos que tampoco puede sentirse utilizado, pues él simula tanto como ella que ambos están comprometidos. También es inteligente su modo de librarse de la propuesta de matrimonio de Zeta, justo al final de la obra, dándole una información verídica pero sesgada que le hace desistir y que arrastra de entusiasmo a Danilo.
Hablando de Danilo, decía al comienzo de esta entrada, que la presencia de Rodney Gilfry en el reparto fue el elemento decisivo por el que me hice con este DVD. Pensé que tenía el material vocal idóneo para el papel, y lo cierto es que acerté. Ya he escrito que la voz de Gilfry (“pastosa” es el mejor calificativo que se me viene a la mente para describirla) es ideal para los papeles de seductor algo malote, y eso es exactamente lo que se espera, en parte, de Danilo. Se supone que si Hanna se desvive por él es por algo, pero su faceta descarada y libertina la encontramos en su propensión a pasarse una noche tras otras de borrachera en el Maxim’s, que por cierto, en la realidad es un restaurante de lujo en el que nunca ha habido cabaret de grisetas. Lo mejor es sin duda su tambaleante entrada (O Vaterland) en la que un excelente Gilfry nos pone al día de lo desastroso que es su personaje, haciéndonos ver su necesidad de descansar por las tardes después de no haber hecho absolutamente nada en su oficina y de pasar después las noches con la compañía de las grisetas.
En esta producción, Valencienne, a cargo de Ute Gfrerer, está enfocada como una hermosa joven de rubios cabellos cuya sensualidad en ningún momento se antoja ordinaria o fuera de tono. Incluso en la escena de las grisetas se evita dar una imagen vulgar del personaje, algo que enlaza perfectamente con su psicología. Está claro que Valencienne tiene un pasado en el cabaret y que gusta del desenfreno de las fiestas y la diversión, pero no es una mujer frívola. Gfrerer ofrece una interpretación sólida del personaje, sin los problemas de emisión de Schellenberger y con una estupenda Ich bin eine anständ’ge Frau. La puesta en escena nos la presenta permanentemente acompañada de Camille, incluso cuando no viene exigido en el libreto, dando a entender de forma de evidente que ella lo ama, pese a su rechazo. El ejemplo más claro lo encontramos al comienzo del segundo acto, en el que ambos acercan sus rostros sin llegar a tocarse el uno al otro. En realidad, los sentimientos de Valencienne hacia Camille previos a que ella se decida a entrar con él en el pabellón en el segundo acto son un misterio para el público. No sabemos si han sido amantes en el pasado y ella ha decidido cortar la relación o si nunca ha ocurrido nada entre ambos. La cerrada actitud de ella hacia Rosillon parece inclinar la balanza hacia la segunda posibilidad, pero por otra parte, su forma de presentarle a Hanna en la escena del baile puede dar serias sospechas de que ambos ya han compartido más que palabras en el pasado. Me explico. No cabe duda de que todo el mundo atribuye una decisión matrimonial en la elección de pareja para el baile por parte de Hanna, por lo que las palabras de Valencienne serían sinuosamente descaradas:
VALENCIENNE
Este hombre joven baila la polka,
yo misma lo he probado.
También baila la mazurka,
yo misma lo he probado.
Baila bien a derecha e izquierda,
yo misma lo he probado.
En el vals resulta excelente,
por eso es mi protegido.
Camille de Rosillon, por su parte, es el gran perdedor de la obra. No consigue a Valencienne ni, por otra parte a Hanna, a quien de todas formas no ama. El personaje es una mijita plasta y algo plano, el menos interesante psicológicamente de los papeles principales. Camille es un enamorado que se resigna a la decisión de Valencienne de salvar su honor evitando cualquier relación entre ambos, algo que podría conseguirse si él se casara con Hanna, propuesta a la que accede sumiso. Piotr Beczala canta el papel con una hermosa voz de tenor lírico que es exactamente la adecuada para el personaje, aunque da la sensación de que la suya no es aquí una interpretación totalmente madura y pulida. No siempre resulta todo lo sutil y matizado que hubiera sido deseable. Es que Camille es un meloso tan calzonazos... “Te quiero” – “Pues cásate con otra” – “Vale, ahora mismo”.
Con esto, ya tenemos los cuatro papeles principales que, con sus altibajos, están dignamente defendidos, como vemos. Vamos ahora con los secundarios:
Con esto, ya tenemos los cuatro papeles principales que, con sus altibajos, están dignamente defendidos, como vemos. Vamos ahora con los secundarios:
Rudolf A. Hartmann no tiene una gran voz, aunque sí la suficiente para cantar con solvencia el papel del barón Mirko Zeta. Digamos que suena un poco a persona mayor, aunque la voz no está gastada. Zeta es el personaje más cómicamente patético de la obra. Más que Danilo, que ya es decir. El hecho de estar casado a sus años con la voluptuosa Valencienne y su ignorancia de los intentos de Camille por seducirla sirven para ridiculizar su apariencia seria y sus afirmaciones solemnes sobre el honor y la lealtad a la patria. El colmo de su inocente ineptitud llega cuando, informado por Njegus de que Rosillon ama a una mujer casada, se decide a preguntarle a su mujer si ha oído algo al respecto. También hay bastante cinismo, como decía antes, en su divorcio y reconciliación con Valencienne, acompañado de una breve y ridícula propuesta matrimonial a Hanna.
Y llegamos al Njegus de Herbert Prikopa, enfocado aquí como el típico personaje graciosillo mediante la manipulación de los diálogos, introduciendo chistes para él que no siempre son imaginativos ni graciosos, como por ejemplo, intentar leer un telegrama con unas gafas sin cristales.
Por último, muy bien ladradas las grisetas del tercer acto, que producen unos sonidos tan sensuales como un cerdo en un día de matanza.
La Orquesta de la Ópera de Zurich la dirige Franz Welser-Möst. No está mal, aunque hay cosas claramente mejorables o discutibles que voy a señalar sin recurrir a un tono de burla como el que emplearían los que se refieren a él como “Frankly worse than most”. Primeramente, hay decisiones para las que no termino de encontrar justificación: se omite, por ejemplo, la música de baile que sigue a la Introducción del acto primero. Tampoco entiendo que Danilo no pronuncie sus frases al final del dúo del jinete con Hanna (Kluger, kluger Reiter). Luego hay algún problema menor de balance con la orquesta, como queda claro con las cuerdas que tapan claramente a las maderas al comienzo del dúo de amor de Valencienne y Camille que conduce a que ambos entren en el pabellón. Con todo, lo que más me desconcierta de la dirección de Welser-Möst es la introducción de lo que en principio parece música “extra”. Me refiero, por ejemplo, a la presencia de un septeto femenino que sirve de réplica al Wie die Weiber man behandelt y que o mucho me equivoco o parece sacado de la manga. También introduce un largo pasaje orquestal tras la escena de las grisetas que repite, entre otros, los temas de la Introducción y el de la elección de la pareja de baile con un diálogo entre la cuerda y las maderas. No me atrevo a decir que Welser-Möst se haya “inventado” esto, pero lo cierto es que nunca lo he oído en ninguna otra grabación. Si alguien bien informado puede confirmarme que el pasaje se debe realmente a Lehár le quedaré muy agradecido. También se omite el comienzo del tercer acto, que se abre aquí con la música de baile que antecede a la entrada de las grisetas. Puede que haya otras cosas que se me hayan pasado. Eso sí, todas estas pegas se quedan en nada cuando uno tiene la oportunidad de ver a un director de aspecto tan sosito salir a saludar de esta guisa:
Por último, muy bien ladradas las grisetas del tercer acto, que producen unos sonidos tan sensuales como un cerdo en un día de matanza.
La Orquesta de la Ópera de Zurich la dirige Franz Welser-Möst. No está mal, aunque hay cosas claramente mejorables o discutibles que voy a señalar sin recurrir a un tono de burla como el que emplearían los que se refieren a él como “Frankly worse than most”. Primeramente, hay decisiones para las que no termino de encontrar justificación: se omite, por ejemplo, la música de baile que sigue a la Introducción del acto primero. Tampoco entiendo que Danilo no pronuncie sus frases al final del dúo del jinete con Hanna (Kluger, kluger Reiter). Luego hay algún problema menor de balance con la orquesta, como queda claro con las cuerdas que tapan claramente a las maderas al comienzo del dúo de amor de Valencienne y Camille que conduce a que ambos entren en el pabellón. Con todo, lo que más me desconcierta de la dirección de Welser-Möst es la introducción de lo que en principio parece música “extra”. Me refiero, por ejemplo, a la presencia de un septeto femenino que sirve de réplica al Wie die Weiber man behandelt y que o mucho me equivoco o parece sacado de la manga. También introduce un largo pasaje orquestal tras la escena de las grisetas que repite, entre otros, los temas de la Introducción y el de la elección de la pareja de baile con un diálogo entre la cuerda y las maderas. No me atrevo a decir que Welser-Möst se haya “inventado” esto, pero lo cierto es que nunca lo he oído en ninguna otra grabación. Si alguien bien informado puede confirmarme que el pasaje se debe realmente a Lehár le quedaré muy agradecido. También se omite el comienzo del tercer acto, que se abre aquí con la música de baile que antecede a la entrada de las grisetas. Puede que haya otras cosas que se me hayan pasado. Eso sí, todas estas pegas se quedan en nada cuando uno tiene la oportunidad de ver a un director de aspecto tan sosito salir a saludar de esta guisa:
Y hasta canta y baila levantando la piernecita. Que no se diga, como otras veces, que el hombre no está implicado.
En suma, una propuesta en DVD que resulta entretenida, sin ser referencial.
Sólo he encontrado un par de videos en youtube para ponerlos de muestra:
En suma, una propuesta en DVD que resulta entretenida, sin ser referencial.
Sólo he encontrado un par de videos en youtube para ponerlos de muestra: