Orfeo ed Euridice (Kuijken, 1982)

Sigiswald Kuijken (dir.); René Jacobs (Orfeo); Magdalena Falewicz (Euridice); Marjanne Kweksilber (Amore). Collegium Vocale de Gante. La Petite Bande (instrumentos originales). ACCENT 2 CD.

Tiene un incuestionable valor histórico este Orfeo y Eurídice de Sigiswald Kuijken. Registrado en 1982, cuando el movimiento historicista estaba aún lejos de alcanzar las cotas de popularidad de nuestros tiempos, Kuijken optó por seguir escrupulosamente la versión vienesa original de la ópera tal y como la concibió inicialmente Gluck en 1762. Esa grabación, por tanto, es la primera de las realizadas de esta ópera con instrumentos históricos, con un contratenor en

el papel principal y con seguimiento absoluto a la versión italiana de la ópera, en su estado originario antes de que el propio Gluck la revisase y modificase de cara a la también conocida versión francesa. Hasta que llegó esta grabación de Kuijken, por tanto, Orfeo y Eurídice se representaba y grababa sin seguir escrupulosamente ninguna de las versiones originales de Gluck, sino tomando elementos de una y de otra. Y no olvidemos tampoco la existencia de la edición de Berlioz, para mí deliciosa. La grabación de Kuijken, por tanto, consiguió “poner orden” en lo que se refiere a separar elementos de las distintas revisiones de la ópera, presentándola por primera vez tal y como pudo escucharse en su estreno.

En lo que se refiere al trabajo de Kuijken al frente de la orquesta, habría que señalar un aspecto positivo y uno negativo. El positivo es que consigue extraer de su Petite Bande un sonido infinitamente más sedoso y transparente del que lograban por aquellos primeros años ochenta otras agrupaciones historicistas (pensemos, por ejemplo, en el a veces áspero sonido que tenía por entonces el Concentus musicus Wien), aunque cierto es que sin llegar a la excelencia de otras orquestas historicistas de gran nivel como The English Concert o The English Baroque Soloists. El rasgo negativo, en cambio, está en el hecho de que Kuijken, pese a acompañar bien a los cantantes, renuncia al pathos dramático como si Gluck también hubiese decidido acabar con eso con su reforma –algo que otras grabaciones historicistas posteriores han desmentido– incurriendo a veces en la sosería y la falta de personalidad, defectos que le acompañan en algunas de sus grabaciones. Sea como fuere, el tratamiento de la orquesta es bueno en términos estéticos (en el ámbito expresivo la cosa es mucho más discutible) y el enfoque historicista de la obra produce un resultado bastante bueno teniendo en cuenta la fecha de la grabación.

La estrella del reparto es aquí claramente René Jacobs en el papel de Orfeo. Y lo cierto es que no hay razones para echarse a temblar. Es verdad que Jacobs no ha sido el mejor contratenor de todos los tiempos y que su carrera musical cambió para bien el día que decidió dedicarse mejor a la dirección orquestal, pero esta grabación es indudablemente de las mejores que hizo como cantante. Si en realidad tiene algún problema este Orfeo de Jacobs es quizá el de entenderse demasiado bien con Kuijken: durante toda la grabación, el belga parece más preocupado por “cantar bonito” que por la expresión dramática, consiguiendo al final un Orfeo más decorativo que doliente. Destaquemos, en cualquier caso, la pulcritud de la línea de canto y las ornamentaciones del “Che farò”, bien trabajadas e inteligentemente lejanas de lo barroquizante.

Magdalena Falewicz (Euridice) y Marjanne Kweksilber (Amore) acompañan bien, y lo mismo debe decirse del coro, dirigido por Philippe Herreweghe. Eso sí, podía ser más intimidante en el comienzo del segundo acto.

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