Charles Rosekrans (dir.); Maria Spacagna (Cio-Cio-San); Richard Di Renzi (Pinkerton); Sharon Graham (Suzuki); Erich Parce (Sharpless); Richard Markley (Goro); Balazs Pòka (Yamadori); James Butler (Bonzo), Vivica Genaux (Kate). Hungarian State Opera House Orchestra & Chorus (Versiones de La Scala, Brescia y París). VOX 4 CD.
La presente grabación de Madama Butterfly constituye un documento interesante que destaca de entre la masa de grabaciones existentes de esta ópera no tanto por su nivel musical –que es en general meramente correcto– como por su interés histórico. Es el primer registro realizado de la versión original de la obra,
que como se sabe fracasó clamorosamente en su estreno en La Scala en 1904. Hasta la fecha sólo se ha realizado uno más de esta versión original, editado por el sello Naxos, sobre el que escribiré en pocos días.
La cuestión es que si ya es interesante escuchar cómo era originalmente esta ópera, aún lo es más la posibilidad de sumergirse en las versiones de Brescia y París, que no son sino modificaciones y alteraciones introducidas por Puccini en la obra, tras el fiasco de su estreno. Así, la grabación de Rosekrans consiste básicamente en la versión de La Scala de 1904, pero a modo de apéndice se incluyen todos los números alterados posteriormente por Puccini, de modo que si uno cuenta con un reproductor de cedés programable, puede construirse también la versión completa de Brescia o la de París.
Lo cierto es que la inclusión en la grabación de estas alteraciones que transforman la Butterfly originaria en la que hoy conocemos es para mí tan interesante o más que la escucha de la versión de 1904. Y lo es por una razón muy sencilla: porque escuchando esos cambios y modificaciones uno capta fácilmente la inteligencia musical y teatral del genial autor. Se advierte claramente cómo Puccini detecta las insuficiencias de la versión primera –que las tiene, no lo neguemos– y procede a reelaborarlas, corrigiéndolas. Desaparecen las alusiones racistas de Pinkerton hacia lo japonés y se le concede el “Addio fiorito asil” del último acto; se modifican muchos aspectos del libreto, abreviando papeles (Yakusidé, Kate) y escenas (particularmente en lo concerniente a la boda). Musicalmente, Puccini elimina algunos fragmentos de fuerte colorido orientalizante aunque de una teatralidad que hoy resulta casi cómica y que choca claramente con la atmósfera seria de la ópera. También desaparecen molestas repeticiones en el Intermezzo al último acto, que se separa definitivamente del coro a bocca chiusa... La lista de cambios, por tanto, es amplia.
Si la presente grabación ofreciese tan sólo la oportunidad de escuchar la versión original de Madama Butterfly su interés sería ya innegable, aunque más próximo a la arqueología musical que a otra cosa. Con la inclusión de las versiones de Brescia y París, la grabación brinda algo más valioso, en cambio: la posibilidad de ver a Puccini trabajando a través de nuestros oídos.
A nivel musical, como decía antes, las cosas se desenvuelven con corrección, aunque sin brillo. Charles Rosekrans no destaca por ser excesivamente comunicativo en su lectura de la obra, sino más bien algo plano, con una cierta tendencia a la lentitud en los tempi. Pero su dirección, correcta y rutinaria si se quiere, al menos no molesta en ninguna de sus decisiones. Además, al margen ya de cuestiones meramente interpretativas, es muy interesante escuchar cómo varía la instrumentación de muchas escenas a lo largo de las tres versiones que comprende la grabación.
Maria Spacagna canta Butterfly con bella voz y sin apuros ni problemas técnicos, aunque su labor no resulta para mí muy destacada en lo que a implicación emocional se refiere. No conmueve ni emociona, por mucho que esté bien cantada. Sea como fuere, si la aspiración de esta grabación es la de mostrar al público cómo era esta ópera originariamente y no tanto la de ofrecer una lectura de primer orden, entonces Spacagna cumple las expectativas sobradamente. Quien no lo hace en absoluto es el espantoso Pinkerton de Richard Di Renzi, claramente de lo peor de la discografía del papel (podría rivalizar en materia de mediocridad con el también temible Richard Troxell). La voz, de timbre feo y oscuro, no ayuda de entrada a trasmitir la vitalidad que debe desprender el personaje en el primer acto, que aborda de manera permanentemente forzada, mostrando un sobreesfuerzo continuo. Su “Bimba dagli occhi” puede ser quizá el más brusco y feo de los grabados (al menos de las muchas grabaciones que llevo escuchadas y comentadas en este blog). Además, para colmo de males, la voz resulta tan terriblemente tremolante que parece que Pinkerton esté sollozando, más que cantando, desde el minuto uno.
Los secundarios tienen un buen nivel generalizado, comenzando por una muy lograda Suzuki en la persona de Sharon Graham. Erich Parce hace un Sharpless bastante correcto y Richard Markley canta el papel del casamentero con gracia y acierto. Su voz es quizá demasiado blanca, aunque su Goro está cantando con elegancia y sin histrionismos, con excepción de los grititos que suelta en su última escena, completamente ridículos. No pasa de correcto, en cambio, James Butler como bonzo, y merece nombrarse también aquí a Sàndor Egri en el papel de Yakusidé, que se presenta más amplio de lo que estamos acostumbrados a escuchar en la versión tradicional. Lo mismo ocurre con el de Kate Pinkerton que corre a cuenta de una figura hoy consagrada como lo es Vivica Genaux.
En suma, la grabación resulta bastante recomendable, pero no tanto por su nivel musical como lo interesante de conocer la versión original de la ópera y sus revisiones posteriores. Es una pena, eso sí, que no incluya el libreto, que difiere a veces bastante de la versión habitual a la que estamos acostumbrados. Para ser completamente sincero, se incluye en el cuadernillo una nota con una dirección postal a través de la cual puede solicitarse (o podía, allá por 1996). Pero vamos, que no viene. Quienes lo busquen tienen que acudir a internet (si es que está) o a la grabación de Neuhold en Naxos a la que antes me refería.
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