Sir Georg Solti (dir.); Angela Gheorghiu (Violetta Valéry); Frank Lopardo (Alfredo Germont); Leo Nucci (Giorgio Germont); Leah-Marian Jones (Flora Bervoix); Gillian Knight (Annina); Robin Leggate (Gastone); Richard Van Allan (Il barone Douphol), Roderick Earle (Il marchese d’Obigny); Mark Beesley (Il dottore Grenvil); Neil Griffiths (Giuseppe). Orchestra & Chorus of the Royal Opera House, Covent Garden. DECCA DVD.
De entre las filmaciones disponibles en el mercado de La traviata, esta de Sir Georg Solti de 1994 ha sido una de las opciones más populares y queridas por los melómanos de los últimos veinte años. Viéndola de nuevo, no faltan motivos
para el elogio, y por mucho que a mi entender no constituya una función completamente redonda, su buena fama y popularidad están sobradamente justificadas.
para el elogio, y por mucho que a mi entender no constituya una función completamente redonda, su buena fama y popularidad están sobradamente justificadas.
Esta versión de Traviata viene incuestionablemente vinculada a las ideas de “nuevo” y “estreno”: supuso el debut de Richard Eyre como director escénico; también fue la primera Violetta de Gheorghiu y la primera grabación verdaderamente popular de Solti en esta ópera.
En lo que concierne al trabajo escénico de Eyre, este se circunscribe completamente en los límites del clasicismo más ortodoxo, ofreciendo así algo parecido a la Traviata que desde el punto de vista de lo clásico podemos considerar “ideal” en nuestro imaginario, es decir, una que acontece en la época a la que todos estamos acostumbrados (sí, ya sé que inicialmente se representaba con escenografía del siglo XVIII, pero eso, a día de hoy, no deja de ser ya una curiosidad histórica) y con un vestuario más que notable. Es de destacar el hecho de que Eyre sea capaz de defender el primer acto y la fiesta de Flora sin caer en la tentación del exceso ornamental a la manera del impresionante, aunque también tremendamente excesivo, Zeffirelli, sin por ello dejar de trasmitirnos la idea de que estamos asistiendo a un espectáculo lujoso y con un punto frívolo. Resulta también bastante natural la dirección escénica de los cantantes, que a diferencia nuevamente de lo que ocurre con Zeffirelli (cuya producción me gusta, ojo) no está dirigida a crear “cuadros” bonitos visualmente sobre el escenario a manera de estampas, sino que consigue un notable resultado estético partiendo como premisa de la búsqueda de una mayor naturalidad.
La puesta en escena, por tanto, es ideal para aquellos que gusten de las producciones clásicas, y a la belleza visual y credibilidad de la filmación contribuye también en mucho la joven y hermosa Angela Gheorghiu en el papel protagonista. Este debut suyo como Violetta la catapultó a la primera división de los cantantes de ópera, en la que se ha mantenido hasta el día de hoy. Pensando en su juventud (aún no había cumplido los treinta en el momento de la filmación) y en el hecho de que se trataba de su debut en La traviata podría pensarse a priori que la suya no es una interpretación del todo madura, pero incurrir en ese prejuicio implicaría equivocarse. La soprano rumana, teniendo en cuenta las cualidades de su instrumento –esa voz bellísima y cristalina, aunque no especialmente envolvente ni squillante en la que se entrevé a veces algún apuro en el grave– planifica el papel con considerable inteligencia, creando una Violetta que parece más heredera de Sutherland que de Callas. Su rasgo más marcado es la fragilidad –en Callas, indudablemente más comunicativa, el tormento psicológico está mucho más profundizado– y hasta el Sempre libera canta principalmente en piano, buscando probablemente trasmitir la idea de que se trata de un personaje endeble, frágil, que contrasta así con la Violetta del segundo acto, cantada ya con mayor implicación.
Debo confesar que no es Gheorghiu una cantante por la que profese una especial simpatía, aunque si soy sincero, las razones de ello (su divismo y su famoso carácter complicado) son de índole extra-musical. Si he de ceñirme exclusivamente a lo que se escucha y se ve en esta filmación, solo puedo calificar su trabajo aquí como muy notable.
No afirmo lo mismo del Alfredo de Frank Lopardo, tenor que por aquella época grabó con directores de primerísima línea como Solti, Muti, Abbado, etc. Algo debía tener Lopardo para que figuras tan brillantes y determinantes en la historia de la ópera se fijaran en él, pero en lo personal es un tenor que me gusta poquísimo. Su voz se caracteriza por un oscurecimiento que no le sienta nada bien a un papel tan lírico como el que defiende y al que aborda en ocasiones con cierta tosquedad salvo en el delicadísimo, todo hay que decirlo, inicio del Parigi o cara.
Mejor resulta el Germont de Leo Nucci, cantante de cuyas virtudes y defectos he hablado ya por este blog. Quizá no sea la suya la más privilegiada voz baritonal que haya abordado este repertorio –aunque muchos consideran su Rigoletto como referencial– pero en esta Traviata de hace veinte años canta sin incurrir en la caricatura ni en los excesos escénicos de los últimos tiempos, que además, si soy completamente sincero, tampoco es que me parezcan exactamente negativos.
Merece la pena destacar, de entre los secundarios, algunos nombres famosos: Gillian Knight aparece en el breve y poco agradecido papel de Annina, Richard Van Allan es el barón Douphol y Robin Leggate, a quien considero un tenor comprimario bastante brillante, es Gastone.
Resta por señalar la espléndida labor del anciano Solti al frente de la orquesta de la ROH. Ignoro las razones por las que frecuentó tan poco La traviata (el lector "The Wolf", a quien manifiesto mi agradecimiento editando esta entrada, me ha señalado en los comentarios de abajo que existe una grabación previa de 1951 cantada en alemán, que proviene por lo que parece de unas representaciones de Munich), pues fue un director que, a pesar de algunas grabaciones más o menos controvertidas, resultó en general aclamado en su faceta verdiana (ahí está, por ejemplo, su imprescindible Aida con un Vickers portentoso, de la que hablé aquí). No hace Solti aquí una lectura que busque ser vibrante o desgarrada, sino que apuesta por lo comedido y la introspección. El resultado es una dirección sensibilísima -sin los habituales cortes de épocas pasadas, además- que pone broche de oro a una filmación de La traviata que, con otro tenor, habría pasado del notable al sobresaliente.
4 comentarios:
Caro Pablo,
Estou totalmente de acordo consigo. Uma bela gravação, uma bonita encenação clássica e a Gheorghiu no seu melhor. É pena, de facto, o tenor não estar ao nível dela ou de Nucci. E Solit magnífico, o prelúdio do terceiro acto é bem ilustrativo.
¡Gracias por tus palabras, Fanático!
como dato extra solti ya habia dirigido una traviata en munich en el 51, grabacion radiofonica creo http://afinatusoidos.blogspot.mx/2013/10/verdi-la-traviata-solti-1951.html
pero nada como el dvd...fue de mis primeros discos y es una gozada cada que lo veo!!
¡Qué interesante esa "Traviata" de Solti! Desconocía su existencia por completo, y para hacerla más llamativa está cantada en alemán. Es tan desconocida que hasta el propio librito que se adjunta al DVD (al menos en la reedición de 2012, que es la que tengo) dice que es su "primera" Traviata sin serlo, por lo que veo. No se puede fiar uno de nadie...
Gracias por la aportación. Corrijo la entrada con el nuevo dato.
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