Günter Neuhold (dir.); Svetlana Katchour (Cio-Cio-San); Bruce Rankin (Pinkerton); Fredrika Brillemburg (Suzuki); Heikki Kilpeläinen (Sharpless); Uwe Eikötter (Goro); Loren Christopher Lang (Yamadori); Andreas Haller (Bonzo), Kristen Strejc (Kate). Bremen Theatre Chrous. Bremen Philharmonic State Orchestra (Versión original de La Scala, 1904). NAXOS 2 CD.
Apenas unos meses después de que se realizase la grabación de Charles Rosekrans –la primera de la versión original de Madama Butterfly, tal y como fracasó en su estreno en La Scala en 1904– el sello Naxos respondía y grababa este registro de Günter Neuhold que se presenta como única alternativa posible. Hasta donde sé, creo que no se comercializa ninguna otra grabación de
la versión original de esta ópera.
Resulta inevitable comparar esta grabación con la de Rosekrans. El resultado de la comparativa, para mí, sería quizá el del empate técnico. El registro de VOX aventaja al de Naxos en el hecho de que no sólo incluye la versión de La Scala, sino también las revisiones posteriores de Brescia y París, ocupando nada menos que cuatro discos. Funciona estupendamente para hacernos una idea del proceso de gestación de la Butterfly definitiva que todos conocemos. Neuhold, en cambio, se ciñe exclusivamente a la versión original de 1904, pero en contrapartida aporta más calidad musical. Además, el estuche de Naxos, a diferencia del otro, incluye el libreto (únicamente en italiano, eso sí) que difiere en bastantes pasajes de aquello a lo que estamos acostumbrados. Resumiendo, a favor de Rosekrans juega el hecho de que contiene tres versiones en una sola, y a favor de Neuhold un mayor nivel musical generalizado.
Lo cierto es que no describiría la labor de Neuhold al frente la orquesta como especialmente pasional (Sinopoli) o colorista (Barbirolli), pero extrae bellísimos sonidos de la agrupación alemana, a la que dirige con sutileza y gusto, huyendo incluso de la trampa de mostrar lo oriental a manera de caricatura, riesgo especialmente alto en esta primera versión de la obra, en la que Puccini, en mi opinión, no siempre logra conservar uniformemente el carácter intimista y meditativo de la obra tal cual la conocemos: uno tiene la sensación de que éste, aun predominando, se ve roto con frecuencia por unos sonidos orientalizantes que, a diferencia de lo que ocurrirá en Turandot, tienen un punto de superficialidad que hace que no acaben de estar bien integrados. La dirección de Neuhold, por tanto, no busca sorprender al espectador extrayendo “colores” exóticos y sorprendentes de la orquesta (como digo, para sorprender ya se basta sola esta versión de la partitura), y si lo hace todo ocurre de manera natural, no forzada. En esa apuesta por lo meditativo se deja por el camino, eso sí, parte del drama que puede llegar a transmitir sólo la orquesta en esta ópera, pero su labor se sitúa para mí por encima del nivel musical alcanzado por Rosekrans, quizá más preocupado por mostrar al oyente que la partitura que tiene en el atril es inhabitual que en otra cosa.
El reparto tiene un dignísimo nivel, comenzando por Svetlana Katchour, que hace un dignísimo trabajo como Cio-Cio-San. Desde luego muestra más implicación emocional que Spacagna en la grabación de Rosekrans, que aun estando vocalmente irreprochable elabora una Butterfly un tanto distante. Katchour, en cambio, opta por crear a un personaje marcado por una gran fragilidad, a la que llega exclusivamente por la vía musical, pues desecha los infantilismos gratuitos y demás excesos de azúcar con los que algunas cantantes han abordado el papel. El resultado es francamente notable.
En lo que concierne a Pinkerton, Bruce Rankin canta con intención y defiende una visión marcadamente descarada del personaje –a la que contribuye esta primera versión del libreto, pues aquí el marino estadounidense se comporta de manera aún más infame durante el primer acto– sin resultar, sin embargo, burdo. El problema es que aparenta cierta fragilidad vocal, al margen del hecho de que la voz no es especialmente agradecida al oído. Rankin, por tanto, tiene más intención que medios, pero aun así se sitúa también por encima del muy mediocre Richard Di Rienzi en la grabación “rival”.
No hay problemas con los secundarios, que rinden todos a buen nivel: Fredrika Brillemburg (Suzuki), Heikki Kilpeläinen (Sharpless) y Uwe Eikötter (Goro). La excepción la constituyen el meramente correcto bonzo de Andreas Haller y el feo Yamadori de Loren Christopher Lang, cantado con una poco estética voz gastada.
2 comentarios:
Hola Pablo, esto no tiene nada que ver con Butterfly, sino con un ensayo de la ROSS que se celebró ayer por invitación en Ingenieros. Se trataba del Ocaso de los Dioses de Wagner, que pronto se pondrá en el Maestranza.
El caso es que he oído hablar bastante mal del director Pedro Haffter, y yo no entiendo mucho de música a esos niveles, sin embargo ayer no me gustó nada, lo veía de espaldas pero con movimientos rígidos que parecía un muñeco, y la música también me pareció atronadora, violenta y sin ningún matiz.
¿Alguien estuvo allí y tuvo también esa opinión?
Hola, Peli-Roja,
Yo tengo entrada sacada para ver ese "Ocaso" y la verdad es que Halffter no me ha disgustado para nada en las otras partes que le he oído de la Tetralogía. Pero antes de escucharlo no me atrevo a opinar.
En cuanto a lo de oír hablar mal de él, es algo más o menos habitual. Tiene muchos enemigos. A mí me parece un director capaz de hacer cosas muy buenas, por ejemplo, en el campo del verismo, y en el belcanto decimonónico resulta mucho más discutible. No parece ni un genio ni tampoco un mediocre, sino un director con altibajos. En cualquier caso, si los rumores no se equivocan, parece que tiene los días contados en Sevilla...
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