Este año 2013 ha visto la luz el disco “Músicas viajeras: tres culturas” que ha grabado el conjunto vocal Musica Ficta junto con el grupo instrumental Ensemble Fontegara de Raúl Mallavibarrena. Pues bien, anoche en el Alcázar pudo disfrutarse de un programa con el mismo título y con algunas obras coincidentes. La principal diferencia es que la parte vocal corrió en exclusiva a cargo de la soprano Rocío de Frutos, mientras que el acompañamiento fue cosa del propio Mallavibarrena sentado al piano.
De Frutos estuvo realmente estupenda en la doble vertiente, sefardí y cristiana, del programa. De las veces que la he escuchado (por ejemplo, en el blog quedó constancia en su día –aquí– de su participación en la maratón de conciertos de la OBS a favor de Haití) esta es, con mucho, la que más me ha gustado. La voz tiene mucha musicalidad y sabe defenderse sin problemas en los pasajes de agilidad, y pasó de forma sobresaliente el reto de cantar a capella el Por qué llorax blanca niña, sin acompañamiento alguno. Estuvo francamente muy bien.
Mallavibarrena defendió, por su parte, el uso del piano. Dijo, no sin cierta razón, que es un instrumento que lo absorbe todo y que resulta apto para cualquier género musical, pero lo cierto y verdad es que como acompañamiento a este programa no terminó de resultar del todo satisfactorio. Faltó, por ejemplo, darle un enfoque algo más uniforme al programa desde el piano: las tres primeras piezas se interpretaron sin pausa alguna, cosa que sí ocurrió después, de modo que la decisión podría parecer un tanto arbitraria. Funcionó mejor, en cualquier caso, el acompañamiento pianístico en el repertorio sefardí (el Maria Matrem del Llibre Vermell llegó a sonar, en cambio, con tintes casi impresionistas a la manera de un Fauré). En realidad, el problema de base está precisamente en mi última frase entre paréntesis: más que integrarse en el repertorio, el piano de Mallavibarrena pareció integrar al repertorio en sonoridades más contemporáneas y propias de ese instrumento. Escuchando el Yo m’enamori d’un aire, en el que incluso hubo alguna nota falsa, no pude dejar de acordarme de la obra pianística de Turina, sin ir más lejos.
El concierto estuvo, en suma, tan bien vocalmente como discutible en el acompañamiento instrumental. Hasta Tricordes sonó más en estilo hace dos días, pese a sus peculiares instrumentales...
El programa concluyó con una propina que no identifiqué, aunque estuvo cantada en inglés e intuyo que no debe conectar temporal ni espacialmente con la música oída hasta entonces. El público reaccionó bien, y una señora sentada en la fila 10 braveó con tal alboroto que la gente terminó riéndose.
Músicas viajeras (Música antigua sefardí y cristiana de siglos lejanos)
| Músicas en la Frontera
Hermanas reina y cautiva (Sefardí)
Maria Matrem (Llibre Vermell)
Cuando el Rey Nimrod (Sefardí)
Qué es de ti desconsolado (Juan del Enzina)
Cantiga 181 (Alfonso X El Sabio)
Un hijo tiene el Rey David (Sefardí)
Morenica a mí me llaman (Sefardí)
La mañana de San Juan (Diego Pisador)
Por qué llorax blanca niña (Sefardí)
Triste estaba el Rey David (Alonso Mudarra)
La rosa enflorece (Sefardí)
Morillas (Cancionero de Palacio)
Durme, durme (Sefardí)
Yo m’enamorí d’un aire (Sefardí)
Poco le das la mi consuegra (Sefardí)
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