Cuando era poco más que un niño necesité de muchas semanas juntando las “pagas” que me daban mis padres para hacerme con el histórico ciclo de sinfonías de Mozart interpretadas por Christopher Hogwood y Jaap Schröder. Aquella integral elogiada por alguien de la categoría de Robbins Landon me llamaba poderosamente la atención: el uso de instrumentos históricos era aún algo bastante novedoso para mí y los diecinueve discos del estuche garantizaban de antemano que la integral era más completa que todas las demás que existían. Y lo era, por supuesto, porque incluso a día de hoy ese sigue siendo el más completo estuche que existe a la venta en lo que a sinfonías mozartianas se refiere. Pasé muchas horas escuchando aquél Mozart cristalino,
transparente y vitalista, que unido a las grabaciones de sus óperas que hizo Gardiner en los noventa me hicieron amar el movimiento historicista al tiempo que crecía mi ya por entonces vieja devoción por el genio salzburgués, nacida en mi más tierna infancia.
transparente y vitalista, que unido a las grabaciones de sus óperas que hizo Gardiner en los noventa me hicieron amar el movimiento historicista al tiempo que crecía mi ya por entonces vieja devoción por el genio salzburgués, nacida en mi más tierna infancia.
Además de un destacado clavecinista, Christopher Hogwood fue, con su Academy of Ancient Music, una figura esencial en la recuperación de la música barroca que se produjo merced al historicismo desde la década de los setenta del pasado siglo. De su lenguaje musical podemos decir lo que todos sabemos: era “académico”, lineal y elegante, apostando más, como decía, por la transparencia que por los sonidos más densos o vigorosos de contemporáneos como Harnoncourt, Pinnock o Gardiner. Realmente, creo que a quien más se oponía el estilo de Hogwood era al nervio y a la tensión permanentes de un Goebel.
¿Fue entonces Hogwood un intérprete “amanerado”? En lo personal, no lo considero así. Estoy dispuesto a aceptar una cierta tendencia a la superficialidad, pero no voy a ir más lejos en el ámbito de la crítica negativa. Por mucho que podamos criticar ciertas cosas en este “estilo Hogwood”, especialmente su perpetua apuesta por la forma musical, por la pura estética, más que por el fondo emocional, fue un director que consiguió algo tan difícil como un sonido propio, que el oyente podía vincular enseguida con él y con su Academy, y del que supo sacar buen partido en un repertorio musical enorme y dispar. Su barroco poco tiene que ver con el nervio italiano tan de moda en nuestros días (Fasolis, Jacobs, etc.) pero sigue siendo disfrutable y produjo registros de absoluto primer nivel (dos ejemplos para mí indiscutibles: su Rinaldo de Handel y su disco de Les éléments de Rebel). En el ámbito del clasicismo mantuvo intacto su lenguaje interpretativo, y si bien eso le impidió erigirse en defensor del Mozart más doliente, no le supuso obstáculo para dejarnos nuevamente algunas lecturas de enorme nivel. Su versión de la Sinfonía “Praga” es de las mejores que servidor haya escuchado nunca, y su ciclo de sinfonías de Haydn, tristemente incompleto, es realmente encomiable, con una Academy de sonido bastante más maduro que en el de Mozart. Incluso en el ámbito decimonónico logra Hogwood el más difícil todavía y consigue defenderse con su ya casi incompatible estilo: patina en las sinfonías de Beethoven y acierta en los conciertos de piano. Se adentró, por último, en la música del siglo XX con resultados que muchos han valorado positivamente (en lo personal nunca me he sumergido en esa faceta suya) y con ello consiguió erigirse en un director que podía llegar a convencer en casi cualquier ámbito de la música culta desde el barroco en adelante. ¿Podemos reducir toda la figura de Hogwood al hecho de que era “amanerado”? Yo creo que no.
Hoy se nos ha ido y yo sigo perplejo y sobrecogido por la noticia de su partida. No tenía la menor idea de que estuviese enfermo y el hecho me ha pillado absolutamente de sorpresa. Descanse en paz esta notable figura musical que tanto supuso para mi crecimiento cultural y espiritual.
6 comentarios:
Personalmente Hogwood me caía de maravilla, sobre todo desde que mostró una enorme amabilidad cuando le pedí su autógrafo, pero debo ser sincero y reconocer que salvo algunas excepciones (¡pues sí, qué maravillosos Los elementos!), fue un director con serias limitaciones, no solo por su carácter primario a la hora de tratar a la orquesta, sino también por su, para mí, muy obvio amaneramiento musical, que no tiene nada que ver con su "otro amaneramiento", que me encantaba, sino con la herencia de su maestro Marriner, verdadero responsable de la línea que apuesta por la ligereza, el carácter alado, el humor risueño y la coquetería del repertorio del XVIII, sea barroco o clásico. El bueno de Chris (así le gustaba firmar) lo que hizo fue desarrollar esa línea aportando los instrumentos originales, que él trató con especial acidez, y rebasando la línea que separa la ligereza de la frivolidad, la delicadeza de la cursilería.
Es mi opinión, insisto, Coincido contigo en que los conciertos de Beethoven le salen bastante menos mal que las sinfonías del genial sordo, pero en lo que a su Haydn se refiere, no creo que tampoco sea para tirar cohetes. Prefiero, con mucho, a otros directores historicistas, si bien si verdadera antípoda fue otro director recientemente desaparecido, Frans Brüggen. Todo ello en mi opinión, claro. Gracias por permitirme expresarla.
Pobre Chris. Pese a todo lo dicho, le echaré de menos.
La cuestión está en que a mí no me disgusta tampoco Marriner en absoluto, que no siempre me parece tan coqueto ni cursi. Sí que concuerdo en que Brüggen ha tenido como director mucha más hondura psicológica que el amable y luminoso Hogwood.
Y por favor, escribe siempre cualquier cosa que quieras. ¡No hay que agradecer nada!
Qué "discusión" tan interesante tenéis, jaja. Cuánto se aprende leyéndoos. Yo también me acerqué a Hogwood hace años para ver qué tal sonaba el historicismo. Ahora, eso sí, una vez puestos frente a la música, cada uno tiene sus gustos...
Demasiados D.E.P. Llevamos este año, pero la vida es así...
Confieso que no le he oído apenas, aunque sí en Rinaldo.
Ni te imaginas lo que estoy aprendiendo con tus artículos y el cruce de opiniones.
Muchas gracias y un saludo.
Gracias, dr. ramsés, por tu comentario. Y también a mi leal Gucki. ¡Me alegro de servir de ayuda!
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