Riccardo Muti (dir.); Matteo Manuguerra (Nabucco); Renata Scotto (Abigaille); Elena Obraztsova (Fenena); Veriano Lucchetti (Ismaele); Nicolai Ghiaurov (Zaccaria); Robert Lloyd (Gran sacerdote); Kenneth Edwards (Abdallo); Anne Collins (Anna). Ambrosian Opera Chorus. Philharmonia Orchestra. EMI 2 CD.
Si bien Riccardo Muti consigue siempre resultados óptimos en Verdi –es, desde luego, de justicia designarle como el gran verdiano de nuestros días– creo desde hace bastante tiempo que Nabucco es para él una obra particularmente agradecida: hace tiempo que comenté, en términos lógicamente positivos, su espléndido DVD de la Scala con la portentosa Abigaille de Ghena Dimitrova (véase esto), y ahora, revisitando por enésima vez su famosa grabación discográfica de EMI, solo puedo reiterarme en mi opinión de que estamos ante un claro caso de cómo una obra concreta y los parámetros profesionales de un
director de orquesta encajan a la perfección. Muti, claro está, es capaz de sacar lo máximo de cualquier Verdi, tanto del más temprano como del más denso y tardío, pero su planteamiento orquestal destaca siempre por la luminosidad, la claridad y el vigor antes que por la introspección y la elevación espiritualizada, como corresponde a la línea italiana toscaniniana de la que es heredero. Ni su batuta es meramente decorativa –hay en él auténticas exhibiciones de fuerza, sensibilidad y pathos dramático– ni tampoco es marcadamente contemplativa o introspectiva. Y lo cierto es que esto funciona de manera particularmente buena en Nabucco, un Verdi claramente explosivo en su tiempo (un “bombazo” de ópera, si se me permite la expresión, que le consagró definitivamente como gran compositor de éxito) y aún lejano de la densidad de sus últimas óperas. Verdi y Muti hacen siempre una espléndida combinación, por tanto, pero si se trata de Nabucco el resultado es definitivamente mayúsculo.
director de orquesta encajan a la perfección. Muti, claro está, es capaz de sacar lo máximo de cualquier Verdi, tanto del más temprano como del más denso y tardío, pero su planteamiento orquestal destaca siempre por la luminosidad, la claridad y el vigor antes que por la introspección y la elevación espiritualizada, como corresponde a la línea italiana toscaniniana de la que es heredero. Ni su batuta es meramente decorativa –hay en él auténticas exhibiciones de fuerza, sensibilidad y pathos dramático– ni tampoco es marcadamente contemplativa o introspectiva. Y lo cierto es que esto funciona de manera particularmente buena en Nabucco, un Verdi claramente explosivo en su tiempo (un “bombazo” de ópera, si se me permite la expresión, que le consagró definitivamente como gran compositor de éxito) y aún lejano de la densidad de sus últimas óperas. Verdi y Muti hacen siempre una espléndida combinación, por tanto, pero si se trata de Nabucco el resultado es definitivamente mayúsculo.
En el reparto, quizá lo más interesante lo encontremos en el propio papel protagonista, muy bien cantado por un Matteo Manuguerra que demuestra cómo partiendo de un material vocal que, sin ser modesto, tampoco está a la altura de otros grandes barítonos verdianos de los que tenemos constancia discográfica –la voz se hace quizá algo estrecha y nasal– puede hacerse, sin embargo, un trabajo espléndido. Por desgracia, no puede decirse aquí que una gran estrella consagrada como Renata Scotto esté al mismo nivel, pues desde el comienzo se la ve forzadísima vocalmente y claramente incómoda y superada por un papel (Abigaille) que, en su descargo, es bastante incantable. La pareja Fenena-Ismaele, encarnada por Elena Obraztsova y Veriano Lucchetti, funciona sin problemas, y Nicolai Ghiaurov es un absoluto lujo en el papel de Zaccaria. Eso sí, existen grabaciones radiofónicas de otros “Nabuccos” suyos anteriores en los que aparenta mayor comodidad –especialmente en lo que concierne al primer acto– pero el resultado es, en cualquier caso, sobresaliente.
En resumen, la única fisura de esta grabación histórica es la discutible Abigaille de Scotto. En cualquier caso, no excusa para no conocerla, cosa que debe hacer todo verdiano que se precie.
3 comentarios:
€$ qu€ no $€ €l motivo por €l que $cotto ac€ptaría cantar Abigaille... Dicho sea de paso, la obertura de esta versión en particular es capaz de resucitar a un muerto.
Lo de Scotto, siendo la grande que es, da un poco de lástima, ciertamente. Un abrazo.
S'i cierto, esta obertura es impresionante e "il bello Muti" est'a fant'astico.
Un saludo
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