Arnold Östman (dir.); Ann Christine Biel (Fiordiligi); Maria Höglind (Dorabella); Lars Tibell (Ferrando); Magnus Linden (Guglielmo); Ulla Severin (Despina); Enzo Florimo (Don Alfonso). Coro y Orquesta del Teatro de la Corte de Drottningholm. ARTHAUS DVD.
Este es el primer DVD de Così fan tutte realizado con una orquesta de instrumentos originales. En los treinta años transcurridos desde su filmación se han multiplicado las opciones, naturalmente, y a día de hoy podemos encontrar muchas otras versiones historicistas de esta ópera superiores en calidad, aunque el trabajo de Arnold Östman al frente de la orquesta de Drottningholm no sólo no ha envejecido mal, sino que sigue conservando a día de hoy su carácter “radical” con el que buscaba sorprender en
su día a los oyentes habituados a escuchar lecturas más pesadas y romantizadas.
su día a los oyentes habituados a escuchar lecturas más pesadas y romantizadas.
Östman opta, como siempre, por un sonido en absoluto estentóreo, como es acorde con las posibilidades de una pequeña orquesta de un igualmente pequeño teatro sueco. La cuerda es tan ácida como siempre y se advierte ya la sequedad habitual del director en su concepción de la obra, a la que considera como una sucesión de secuencias musicales –los recitativos, siempre muy rápidos, ocupan un lugar muy secundario– a cada cual más vertiginosa musicalmente. Los tempi son, por tanto, rapidísimos (es claramente el Così más rápido que he escuchado nunca) y la permanente velocidad llega incluso a chocar en la primera sección, lenta, de la obertura, que contiene como sabemos el tema musical acusatorio que da título a la ópera y que reaparece en boca de los personajes masculinos antes del finale del segundo acto (“Tutti acusan le donne...”). Con todo, y a pesar de que Östman no es en absoluto un director “profundo” sino más bien entregado habitualmente a cierta superficialidad (ya se sabe: a sonar “bonito” y muy rápido para que la gente se dé cuenta de que somos historicistas) su Così es una de sus lecturas más estimables. La velocidad que imprime a la orquesta, al principio chocante, le sienta bien a la música y sabe al menos transmitir gracia e ironía. A mí me parece que su trabajo contiene cosas interesantes, aunque deben mantenerse lejos los partidarios de un Mozart tradicional y romantizado a la manera de directores como Böhm, Klemperer, etc.
El reparto es bastante mediocre, y la única que realmente merece ciertos halagos es Ann Christine Biel (Fiordiligi). Es claramente la que aporta mayor calidad al elenco, por mucho que en el complicado “Come scoglio” la voz pierda fuste en el grave y no sea tampoco gran cosa en las agilidades. Si estuviese acompañada de un reparto de nivel medio, el trabajo de Biel pasaría sin pena ni gloria, pero el resto resulta tan flojo que acaba destacando.
La otra hermana (Dorabella) queda en manos de Maria Höglind, que resulta mucho más convincente cantando Annio en la filmación de Tito del propio Östman (ver esto). Su voz carece de todo vibrato y parece bastante pequeña. Puesto que estamos ante una lectura que busca ser historicista y que acontece en un escenario de dimensiones muy escasas, hay que pensar que su falta de sustancia vocal no le impide cumplir con los requisitos esperables para cantar siendo escuchada sin problemas en un teatro tan reducido en materia de espacio como el de Drottningholm. Es una voz, por tanto, suficiente para lo que se espera de ella, pero nada más.
Los soldados son peores. Lars Tibell canta Ferrando con una voz nasal no muy grata al oído, y Magnus Linden hace un blandísimo Guglielmo muy falto de idioma. Mal la Despina de Ulla Severin, de voz poco uniforme con feos cambios de color en la zona grave (la escena del médico es especialmente penosa) y correcto el Don Alfonso de Enzo Florimo, cuya vestimenta es aquí bastante similar a la de Claudio Nicolai en la posterior filmación de Gardiner, de 1992. ¿Casualidad?
A nivel visual, el DVD ofrece lo que todos los Mozart de Östman: un espectáculo diseñado a la manera de lo que podía verse en la época de la composición. El teatro de la corte de Drottningholm conserva los mecanismos de tramoya del siglo XVIII, tal y como he señalado ya repetidamente en este blog, de modo que vemos algo que debe estar quizá bastante próximo a lo que podía ver un espectador del tiempo de Mozart. Como dato anecdótico, la dirección escénica aquí corre a cargo de Willy Decker, veinte años antes de que se hiciera famoso con su ya célebre producción de La traviata. El trabajo escénico es muy teatral y está dirigido principalmente a producir bellas “estampas” sobre el escenario, en las que juega habitualmente con la simetría. Debió filmarse sin la presencia de público, pues no se advierten ruidos ni hay ningún aplauso.
El apartado visual, pese a todo, es decepcionante en lo concerniente a la obertura y al coro último del segundo acto: por alguna razón dejamos de ver el escenario y vemos a los cantantes con ropa normal de calle, fuera del teatro. Mientras suena la obertura, les vemos dirigirse al teatro por la calle, cada uno por su cuenta (las “hermanas” van en bici, los “conspiradores” en bus, Ferrando corriendo...), y al término de la ópera se les ve como asistiendo con cara de póquer a un convite en el que no participan, como si estuviesen heridos por los celos y la decepción. Se ve bastante anticuado todo esto. Además, la calidad visual del DVD es cuanto menos modesta.
Lo más interesante, por tanto, es la radicalidad de Östman en materia de tempi, la salvable Fiordiligi de Biel y los decorados tan de la época. Todo lo demás es un fiasco.
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