Gabriele Bellini (dir.); Raina Kabaivanska (Cio-Cio-San); Nazzareno Antinori (Pinkerton); Alexandrina Milcheva (Suzuki); Nelson Portella (Sharpless); Roumen Doikov (Goro); Verter Vrachovski (Yamadori); Kosta Dinkov (Bonzo), Rositsa Troeva-Mirgheva (Kate). Sofia Philharmonic Orchestra. “Svetoslav Obretenov” Bulgarian National Choir. FREQUENZ 2 CD.
Hace algo menos de un año comentaba por el blog el famoso DVD de Madama Butterfly de Raina Kabaivanska y Nazzareno Antinori en la Arena de Verona en 1983 (véase esto). Esa filmación, pese a adolecer de ciertos puntos discutibles, es muy famosa y celebrada entre los aficionados, y lo cierto es que por la misma
época se llevó a cabo una grabación en estudio con el mismo tándem protagonista que por alguna razón es infinitamente menos conocida. Lo cierto es que la cercanía en el tiempo entre el DVD y la versión en disco hace que tanto Kabaivanska como Antinori ofrezcan interpretaciones muy similares tanto en lo bueno como en lo malo.
La Kabaivanska muestra de entrada una mayor consistencia vocal que en la película, en la que adolece de ciertas limitaciones en el grave que aquí pasan bastante más desapercibidas. Canta su parte con incuestionable gusto y belleza, aunque manifiesta una concepción del personaje para mi gusto excesivamente seria y adulta, lo que atenúa bastante la trágica progresión psicológica de Cio-Cio-San a lo largo de la historia. Sea como fuere, esta no es más que una opción interpretativa totalmente defendible y que gustará más o menos en función de las preferencias puramente personales del oyente. Lo que sí creo que se echa en falta en esta grabación es un poco más de implicación dramática por parte de Kabaivanska: no basta con defender un enfoque adulto del personaje y cantarlo de la manera más bella, ya que para alcanzar la excelencia hace falta revestir al papel de un fuerte pathos dramático que quizá esté mejor conseguido en el DVD. ¿Tendrá algo que ver con esto la dirección, tan contenida, de Bellini? Sobre eso escribiré enseguida.
Nazzareno Antinori canta Pinkerton en la misma línea de lo que escribimos acerca de la filmación de Verona: voz lírica perfectamente adecuada para el papel, limpieza y pulcritud en la emisión, elegancia... y algo de sosería, en mi opinión. Antinori hace un Pinkerton “bonito”, pulcramente cantado, aunque falto de garra, de fuerza y de la necesaria dosis de desvergüenza que destila el personaje. Le falta adentrarse más en la interpretación, en el fondo de su papel, pues los aspectos formales están claramente bien resueltos. El suyo es, por tanto, un Pinkerton de indudable calidad musical, aunque algo gris en lo que a la expresión se refiere.
El equipo de secundarios rinde a buen nivel, desentonando quizá el modesto Sharpless de un Nelson Portella de voz algo gastada y el bonzo de Kosta Dinkov, demasiado brusco y furibondo aun contando con una adecuada e imponente voz oscura. No hay problemas con la solvente Suzuki de Alexandrina Milcheva ni con el Yamadori de Verter Vrachovski. Roumen Doikov, por último, hace un Goro bien cantado y sin un ápice de afectación, aunque quizá algo lánguido durante el primer acto.
En lo que concierne a la orquesta, Gabriele Bellini apuesta por la transparencia sonora y por los sonidos generalmente delicados, ofreciendo una lectura de la partitura tan impecable y correcta como insustancial en términos de expresividad, esto es, de decir y transmitir cosas con la orquesta. Bellini elabora así un bello marco instrumental sobre el que deben posicionarse las voces, en las que delega todo el protagonismo. ¿Está mal esto? No, pero considero que la partitura de Puccini es tan buena, tan expresiva de cada una de las situaciones concretas por las que atraviesan los personajes de la historia, que no es mala cosa explotarla en la medida de lo posible en lugar de reducirla a un mero (y hermoso) marco decorativo.
A día de hoy, esta grabación está bastante olvidada, y lo cierto es que, si bien no puede competir con los registros históricos de Scotto, Freni, Tebaldi, etc., no está tampoco exenta de interés musical.
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