Aún no he comentado en El Patio de Butacas ninguna grabación de Manon Lescaut, el primer verdadero gran éxito de Giacomo Puccini. A la vista de su próxima programación en el Teatro de la Maestranza procuraré, como siempre hago, prepararme a mí mismo acudiendo una y otra vez a las grabaciones de las que dispongo. La que motiva esta entrada es un DVD plagado de virtudes y también de algunos defectos. Hablaremos sobre esta filmación enseguida, pero antes ofreceré una breve sinopsis argumental, como hago cada vez que abordo una ópera “nueva” en el blog:
Acto 1: La acción transcurre en Francia, durante el siglo XVIII. En una plaza de Amiens se congregan varios estudiantes que juegan y se divierten en una posada, tratando de seducir a las muchachas que pasan. Entre ellos se encuentra Renato Des Grieux, que según dice, jamás ha conocido el amor. Des Grieux bromea con las muchachas, aunque en realidad no tiene intención de conquistar a ninguna. Llega entonces un carruaje que se detiene frente a la pensión. De él desciende un soldado llamado Lescaut, que acompaña a su hermana Manon hasta el convento en el que debe ingresar como monja por voluntad paterna. Des Grieux queda rápidamente prendado de los encantos de la muchacha y se aproxima a conversar con ella mientras Lescaut se ocupa del alojamiento. Es así como Manon y Des Grieux se conocen, y él le ofrece a ella una cita para esa misma noche.
Sin embargo, no es Des Grieux el único que ha admirado la belleza de Manon. El viejo y rico Geronte di Ravoir también desea a la muchacha y soborna al posadero para que le posibilite raptarla y huir con ella. La conversación entre el viejo y el posadero es escuchada por Edmondo, un estudiante amigo de Des Grieux, al que informa inmediatamente. Manon acude a la cita con este último, que le alerta de que Geronte está a punto de raptarla, y le propone que huya con él del lugar. Ella al principio se opone, pero al final acepta que su raptor sea Des Grieux en lugar de Geronte. La pareja huye mientras Lescaut está distraído jugando a las cartas.
Geronte aparece dispuesto a raptar a Manon, sólo para descubrir que la muchacha ha huido en compañía de un estudiante. Enfurecido, el anciano insiste a Lescaut en la necesidad de salir en su persecución, pero el hermano de Manon le tranquiliza afirmando que a ella le desagrada la pobreza y que pronto se cansará de la vida modesta que pueda ofrecerle un estudiante.
Acto 2: Las cosas han sucedido exactamente como preveía Lescaut. Después de su fuga, Manon convivió durante un tiempo con Des Grieux, para abandonarle luego con el único fin de disfrutar de las riquezas de Geronte. Ahora Manon se ha convertido en la amante del viejo y vive rodeada de lujos. Lescaut conversa con ella mientras se maquilla y recibe la visita de músicos, y descubre que, en el fondo, su hermana sigue enamorada de Des Grieux. Con él, Manon tenía amor y pobreza, mientras que con Geronte tiene todo lo contrario. Consciente de que su hermana anhela reencontrarse con Des Grieux, Lescaut corre a buscarle.
Entretanto, Manon recibe una clase de baile, y justo cuando consigue quedarse a solas recibe la visita de Des Grieux. Al principio, él se muestra furioso con ella por haberle abandonado, pero en seguida cede a los encantos de Manon. Desafortunadamente, Geronte entra en la habitación en el momento más inoportuno y los descubre abrazándose. El viejo abandona la sala y corre a denunciar a su ex amante por prostituta y ladrona. Lescaut corre a avisar a la pareja de que deben huir, pues los soldados se aproximan a la casa, pero la ambiciosa Manon se entretiene demasiado en recoger sus joyas y cuando se dispone a escapar es ya demasiado tarde. Manon es arrestada y Des Grieux se lamenta desesperado de la venganza de Geronte.
Acto 3: Manon está en una celda próxima al puerto de El Havre, donde está a punto de embarcar para ser exiliada a América junto con varias prostitutas. Lescaut ha sobornado a un guardia para posibilitar la fuga de Manon de la cárcel, pero el plan es descubierto. Para desesperación de Lescaut y de Des Grieux, Manon es llamada a subir al barco. Des Grieux pierde los estribos por un momento y saca su espada, dispuesto a herir con ella a cualquiera que le impida llevarse a Manon. Enseguida desiste y suplica al capitán del navío que le permita embarcar también a él como grumete para poder estar así cerca de ella. El capitán accede y la pareja sube a bordo, mientras Lescaut se aleja tristemente.
Acto 4: El último acto es un largo dúo entre Manon y Des Grieux, que harapientos, recorren un páramo desolado cerca de Nueva Orleans. Ella está rendida por el cansancio y la sed, y medita sobre la muerte que se aproxima mientras Des Grieux se apresura, sin éxito, a buscar agua. Cuando Des Grieux regresa, Manon muere en sus brazos, no sin antes recordar los días felices de su amor.
Libreto en castellano aquí.
Manon Lescaut es la primera de las consideradas grandes óperas de Puccini. Algual que en la Manon de Massenet, el libreto se inspira en la “Histoire du Chevalier Des Grieux et de Manon Lescaut” del abate Prévost, y durante la redacción del mismo Puccini llevó a la práctica su costumbre habitual de inmiscuirse, causando el enojo y la renuncia de los encargados de elaborarlo (Marco Praga y Domenico Oliva). Al final, el texto se concluyó con la participación de Ruggero Leoncavallo (el compositor), el editor Ricordi, Luigi Illica y Giuseppe Giacosa (libretistas habituales de Puccini en los años siguientes) y el propio compositor. Toda esta marea de autores fue la causa de que cuando la ópera se estrenó con gran éxito en el Teatro Regio de Turín el 1 de febrero de 1893, no se hiciese ninguna referencia a la autoría del libreto.
Registrada en la Royal Opera House en mayo de 1983, la filmación que motiva esta entrada cuenta con la muy clásica producción de Götz Friedrich, con escenarios de Günther Schneider-Siemmsen y vestuario de Aliute Meczies. Es en todo momento una Manon Lescaut arquetípica visualmente, que bien puede satisfacer a los que, como yo, amamos los montajes clásicos de toda la vida. Hay elementos, como la utilización de paneles de fondo (desierto del último acto, por ejemplo), que ofrecen un resultado visualmente discreto, pero la producción se deja ver en su conjunto, aun pudiendo parecer algo anticuada por momentos. A destacar, en cualquier caso, lo ampuloso del palacio de Geronte en el segundo acto y el vestuario y maquillaje, bastante notables.
Kiri Te Kanawa es una cantante a la que le viene algo grande ser Manon Lescaut. Aunque el timbre y el lirismo de su voz sí son los adecuados para el papel, carece de la extensión que se requiere y pasa evidentes apuros en el grave. El segundo acto de Te Kanawa es ciertamente muy notable, pero los problemas se concentran en mayor medida en el tercero y el cuarto, llegando a sentirse en el famoso “Sola, perduta”. También en el último acto hay un cierto exceso de griterío verista (“Più non t’ascolto, ahimè!”), del que bien supieron huir intérpretes referenciales en el papel como Caballé o Freni. Claro que esto es, obviamente, una opinión muy subjetiva. Habrá, por supuesto, aficionados a los que esos sollozos no les molesten como a mí, que incluso en el verismo me gusta escuchar pulcritud en el canto.
El personaje, como resulta obvio, guarda paralelismo con la Violetta de La Traviata. Ambas acaban rechazando el lujo sin amor por el amor sin riquezas, y ambas acaban muriendo de forma trágica. Manon es caprichosa y más inmadura que Violetta, mucho más capaz de desprenderse de sus bienes materiales para pagar las facturas de su amante Alfredo. Una chorrada que no me resisto a escribir: el final del tercer acto, en el que en vez de huir se retrasa fatalmente recogiendo sus riquezas, es algo que se ha explotado mucho en el ámbito del cine, por ejemplo, en las películas de Indiana Jones (¿quién no recuerda la forma en la que muere la nazi rubia de “La última cruzada”?), para mostrar lo trivial, inútil y destructivo de la ambición desmedida.
En cuanto al Des Grieux de Plácido Domingo, baste decir que estamos ante uno de los máximos intérpretes de la discografía, y que en el presente DVD se muestra un espléndido nivel. El único problema se lo plantea su consabida dificultad en el ascenso, que culmina en un breve gallo (porque de eso se trata) al final del “Tra voi belle” (“Che m’aspetta?”), que debe cantar recién salido al escenario y con la voz aún fría. Por lo demás, espléndido.
Sir Thomas Allen es un adecuado Lescaut, quizá uno de los personajes más interesantes de la trama, si no el que más. El soldado nada entre dos aguas, y es amigo de los dos amantes de su hermana sin que eso suponga para él nada de problemático ni contradictorio. Aunque a veces no lo parezca, se me hace claro que Lescaut busca el bien de su hermana. En el primer acto, no le agrada la idea de que Manon deba ingresar en un convento, por lo que parece una persona dotada cuanto menos de una cierta sensibilidad. Sin embargo, es contradictoriamente él quien atrae a su hermana hacia Geronte, quien al margen de las riquezas materiales no es capaz de aportarle nada a Manon. Como digo, Lescaut es siempre pura contradicción: sabe que su hermana ama a Des Grieux y sabe también que es incapaz de vivir en la pobreza, así que anima al muchacho a hacerse rico para así reconquistarla arrebatándosela a Geronte. Es por ello por lo que Lescaut pretende que Des Grieux se convierta en un jugador como él.
Dicho de modo sencillo: da la sensación de que para Lescaut, la relación entre Manon y Geronte es un episodio pasajero, un paréntesis necesario en el amor de su hermana hacia Des Grieux que durará lo imprescindible mientras este hace la fortuna necesaria para mantenerla con el lujo que ella desea. Finalmente, Lescaut altera sus planes cuando ve cuánto añora su hermana a Des Grieux, y reúne a la pareja antes de que aquél se haya hecho rico. Con lo que no contaba, naturalmente, es con la brutal reacción de Geronte.
Hablando de Geronte, lo que hace Forbes Robinson en esta filmación solo puede ser descrito de calamitoso. La voz aparece totalmente gastada, y al desastre vocal hay que sumarle el hecho de que es precisamente con él con el único con el que falla el vestuario, ya que aparece metido en un traje dorado que parece sacado de una tienda de disfraces infantiles. Para completar el cuadro, lamentable su forma de “saludar” al público al término de la función. Para eso, es mejor quedarte dentro y no salir a saludar. Me explico: Sinopoli, que está en el escenario con los otros cantantes, le ofrece su mano para formar cadena entre todos, pero él la rechaza y permanece erguido sujetando un monóculo con la mano mientras los demás se inclinan ante el público. Se ve perfectamente en el vídeo. Quizá parezca una tontería, pero en mi casa me enseñaron que es un desplante rechazar la mano a quien te la ofrece. El papel de malote hay que representarlo mientras dura la función, pero no puedes permitirte mantenerlo al término de esta negándote a saludar a un público que tiene la generosidad (enorme, además, en su caso) de aplaudirte.
Muy bien, por último, el Edmondo de Robin Leggate, tenor no bien conocido de cuyas virtudes ya he hablado varias veces en el blog.
Para cerrar el cuadro, la labor de Giuseppe Sinopoli frente a la orquesta sólo puede ser descrita como soberbia. Con permiso del recientemente fallecido Bruno Bartoletti, es él en mi opinión quien tiene registrada la mejor Manon Lescaut de la discografía (me refiero a su grabación con Freni, Domingo y Bruson) y su trabajo en este DVD es parejo a aquella grabación en lo que a fuerza y calidad se refiere. Basta con escuchar cómo dirige el Intermezzo del tercer acto y con verle absolutamente sumergido en la partitura. Un verdadero lujo.
La calidad de imagen es discreta, como la mayoría de las filmaciones ochenteras de la ROH, pero se deja ver de forma bastante aceptable. Ignoro si el DVD se distribuye individualmente en nuestro país, pero sí forma parte del estuche de la serie “My greatest roles” de Domingo dedicado a Puccini. Esta Manon Lescaut viene acompañando a esta Tosca y a esta Fanciulla, de las que ya hemos hablado. He aquí la carátula:
Los puntos fuertes son, por tanto, Sinopoli y Domingo, mientras que todo lo demás funciona a un buen nivel general. Con la salvedad de Geronte. ¡Qué mal está Geronte!
1 comentarios:
¿Caballé interprete referencial en Manón Lescaut?Que sí, que era nuestra compatriota, y puedo entender por ello su afirmación, pero esta señora nunca será referencial en Puccini...Liu tal vez, pero no en solitario.
La Manón de Caballe es inerte y en cuanto dicción, borrosa (me refiero a la grabación de EMI) Freni en Puccini: maestría y referencia. Ahí sí.
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