Sigamos con la puesta al día del blog en los últimos conciertos a los que he asistido. Ayer hablábamos de la Tosca que cerró, con muy buen nivel, la temporada de ópera 14/15 del Teatro de la Maestranza, y hoy le toca su turno a las últimas actuaciones de la Orquesta Barroca de Sevilla en la ciudad.
El día 25 de mayo los sevillanos pudimos oírla en el Teatro Lope de Vega, que en el futuro le servirá de sede en la inmensa mayoría de sus conciertos de abono.
Es, desde luego, una buena noticia. Al margen de que se gana en estética, que es lo de menos, por fin puede decirse que esta orquesta cuenta con un lugar para celebrar sus actuaciones acorde con la calidad de la formación. La velada, de un interés musical aceptable pero no notable, le sirvió a quien escribe para comprobar que el Lope de Vega, con su espacio no excesivamente amplio pero suficiente y una acústica bastante aceptable, es un buen lugar para celebrar conciertos de este tipo.
Es, desde luego, una buena noticia. Al margen de que se gana en estética, que es lo de menos, por fin puede decirse que esta orquesta cuenta con un lugar para celebrar sus actuaciones acorde con la calidad de la formación. La velada, de un interés musical aceptable pero no notable, le sirvió a quien escribe para comprobar que el Lope de Vega, con su espacio no excesivamente amplio pero suficiente y una acústica bastante aceptable, es un buen lugar para celebrar conciertos de este tipo.
Cuando digo que el interés musical de la velada fue meramente aceptable lo hago realmente por aquello de que las comparaciones son odiosas. Se ofreció La serva padrona, pero a un nivel decididamente inferior al que pudimos ver a la OBS en febrero de 2010 (click aquí) en la sala Joaquín Turina, con un espléndido Fasolis a la batuta y la Serpina nada menos que de una Sonya Yoncheva cuya popularidad por entonces despegaba, acompañada por el notable Uberto de Furio Zanasi. Existe un vídeo en youtube de la misma época que ilustra muy bien lo que pudo escucharse en Sevilla, pues se trata del tridente Fasolis-Yoncheva-Zanasi:
Pues bien, la nueva Serva de la OBS, lejos de desbancar a la anterior, ha sido inferior en todos los aspectos, salvo en el relativo a Zanasi, que repetía su Uberto. Que Maria Keohane no tiene los medios de la Yoncheva es evidente, e incluso en un papel que se supone no muy comprometido vocalmente, mostró algunas insuficiencias en el grave. Tampoco la dirección de Vanni Moretto es comparable a la de Fasolis, que se arroja a esa música lleno de gracia, humor y energía desde el minuto uno. Con todo, lo que terminó de empañar la experiencia fue el en mi opinión muy desafortunado trabajo escénico de Rafael R. Villalobos, por mucho que en La serva padrona se requiera de poco decorado. El problema no fue, a mi parecer, la traslación de los hechos a la Sevilla contemporánea, y hasta me pareció un detalle simpático que Uberto apareciese luciendo una camiseta de la Expo 92, sino el pretender decir o dar a entender lo que en la obra original no se dice, ni se da a entender, ni tiene cabida. Serpina, que incluso cantó absurdamente parte del Stizzoso sin Uberto presente, apareció retratada no como una jovencita descarada, sino como una mujer madura, si no anciana, de la edad de Uberto, con el cual se intuye que mantiene lazos no solo profesionales. La idea es desafortunada: a esta Serpina le faltan la gracia y frescura de la juventud, y el proceso de seducción de Uberto no es ni de lejos tan cómicamente rocambolesco si ambos mantienen ya algún tipo de relación previa, quedando reducido por tanto únicamente al asunto de “formalizarlo” mediante la unión en matrimonio. Vespone, en lugar de un criado, se vio convertido en una chica que en el descanso dejó de ser muda para soltar un monólogo cómico no exento de clichés localistas, y su conversión en capitán Tempesta ni siquiera fue tal, pues se plantó en escena vestida de torero, con un parche en un ojo y haciendo posturitas y monerías varias.
Lo dicho: musicalmente digno, que no brillante, y escénicamente para olvidar.
Las otras dos ocasiones en las que he visto a la OBS han sido mucho más disfrutables. Amandine Beyer se plantó por primera vez al frente de la orquesta el pasado 1 de junio en la sala Joaquín Turina con un programa dedicado al barroco francés (obras de Leclair, Corrette, Campra y Marais) que enfocó brillantemente con su habitual pulso enérgico, su nervio nunca brusco ni exento de elegancia, y un total alejamiento de los planteamientos cursis y amanerados con los que a veces se enfoca el repertorio francés. El día 20, por último, tuvimos el habitual concierto de la joven OBS dirigida por Valentín Sánchez, con un programa de Avondano, Dall’Avaco, Vivaldi y Mozart, y es de señalar, como siempre, el trabajo que supone para los chavales ofrecer esa velada en unas fechas de exámenes que para ellos son forzosamente complicadas. Y además tocan admirablemente.
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