Lorin Maazel (dir.); Renata Scotto (Cio-Cio-San); Plácido Domingo (Pinkerton); Gillian Knight (Suzuki); Ingvar Wixell (Sharpless); Florindo Andreolli (Goro); Jonathan Summers (Yamadori); Malcolm King (Bonzo), Ann Murray (Kate). Ambrosian Opera Chorus. Philharmonia Orchestra. SONY 2 CD.
Más de una década después de su mítico registro con Barbirolli, Renata Scotto se puso a las órdenes de Lorin Maazel para su segunda grabación en estudio junto con Plácido Domingo. Los años han pasado, lógicamente, y aunque el estado vocal de Scotto sigue siendo aquí espléndido, también es cierto que su anterior grabación resulta, al menos para mí, más brillante vocalmente. En esta grabación de 1978 se muestra en general algo más reservada, omitiendo, por ejemplo, el comprometido agudo final del “Ancora un passo or via”, que sí daba con Barbirolli. Sin embargo, es en la concepción que Scotto tiene del personaje en donde sí que sale ganando claramente en esta grabación respecto de la anterior. Sin dejar de ser adecuadamente juvenil, esta segunda Butterfly resulta mucho más “madura” en general que la que grabó con Barbirolli, en cuyo primer acto Scotto buscaba transmitir un cándido infantilismo que tiene, al menos para mí, algo de artificial. Una cosa es sonar como un adulto interpretando a un personaje joven y aniñado y otra muy distinta el escuchar a una voz que nos suena de ese modo de por sí sin necesidad de recurrir a ese elemento de “actuación” teatral en el propio canto, o al menos de forma que éste no sea demasiado evidente. Y exactamente esto último es lo que consigue Scotto en su segunda Butterfly. En buena medida lo lógico hubiera sido esperar la situación inversa, pero lo cierto es que es así. Con 33 años el infantilismo de Scotto suena a veces deliberado, mientras que con 44, pese a no resultar ya tan brillante vocalmente, todo resulta más natural.
Con la filmación de Karajan (de la que hablé aquí) aún no muy lejana, Plácido Domingo repite un Pinkerton muy sensible y apasionado, y desde luego más humano y torturado en el último acto de lo que se muestran muchos intérpretes emblemáticos. Está claro que el papel exige una voz más lírica, de eso no hay duda, pero el trabajo de Domingo es indudablemente de alto nivel.
En donde flaquea la grabación es realmente en los personajes secundarios. Gillian Knight no pasa de correcta como Suzuki, mientras que Ingvar Wixell hace cuanto puede con el papel de Sharpless, aunque desde el “Dovunque al mondo” se hace evidente que su voz no aporta un resultado estético estimable, además de producir un vibrato excesivo que por momentos puede resultar incluso irritante. Tampoco es particularmente estimable el Goro de Florindo Andreolli, que puede recordar a un gato maullando cuando dice aquello de “Vostra grazia e la bella Butterfly”. Sí resulta curiosa la presencia de Ann Murray en el breve (podría decirse que insignificante) papel de Kate.
La dirección de Lorin Maazel al frente de la Orquesta Philharmonia resulta claramente notable, aunque la calidad de audio, aun siendo buena, no deja de defraudar un poco tratándose de una grabación de 1978 y la orquesta suena algo opaca.
No es una grabación imprescindible de Madama Butterfly, pero desde luego constituye un buen complemento de la de Scotto con Barbirolli.
1 comentarios:
He disfrutado mucho leyendo las 2 entradas juntas. Este tipo de cosas se agradecen ya que permite apreciar detalles y comparar distintas maneras de hacer una misma cosa.
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