Hace apenas un rato que he llegado a casa de asistir al magnífico concierto de clausura de la presente edición del Festival de Música Antigua de Sevilla. Un concierto en el que el público ha podido admirar el portentoso resultado de reunir, como si de los ingredientes una fórmula mágica se tratara, al violonchelista Christophe Coin, a la soprano Raquel Andueza y a la Orquesta Barroca de Sevilla. Vayamos paso a paso, comenzando por la soprano.
Gracias al FEMÁS, en apenas dos semanas hemos podido disfrutar en Sevilla de quienes probablemente sean las mejores voces “barrocas” de España: María Espada (domingo, 18 de marzo) y Raquel Andueza, a quien ya tuvimos en la pasada edición del Festival. Hoy se enfrentaba a un aria de Boccherini (“Se non ti moro allato”) y a otra de Brunetti (“Involarmi il mio tesoro”) junto con la escena “Non so più dov’io sia”, también de este último. Fabulosa en todo momento, la voz fluye con un timbre carnoso y de poco squillo que, por citar voces conocidas, puede recordar a McNair y en menor medida a Bonney. Sin embargo, a diferencia sobre todo de ésta última, Andueza huye en todo momento de la languidez expresiva, cantando cuando es preciso de forma enérgica, algo que se hizo palpable en el “Involarmi”, y ornamentando con refinamiento y sin caer en el exceso ni la mera exhibición gratuita y carente de atractivo musical. Me ha dado por pensar que podría ser una Ilia perfecta para Idomeneo. Es la calidad unida al buen gusto.
Ahora el segundo protagonista (por el orden de esta entrada, ya que a nivel musical todo funcionó a la perfección): Christophe Coin. Le tuvimos por aquí en 2010 con la OBS haciendo un excelente Haydn (sinfonías con violonchelo obligado) del que afortunadamente ha quedado un buen registro discográfico. Repetir la fórmula Haydn + Coin era por tanto una apuesta segura que no ha defraudado a nadie. El programa comenzaba precisamente con la obertura de L’isola disabitata, concluyendo la primera parte con una de mis debilidades: el concierto para violonchelo en do mayor, Hob. VIIb/1. Coin ya lo grabó hace bastante tiempo con Christopher Hogwood y su Academy of Ancient Music (abro paréntesis: yo reivindico el Haydn de Hogwood, injustamente tachado por muchos de superficial y ñoño), de modo que la actuación de hoy ofrecía interés para observar si el afamado chelista ha variado su visión de la composición con el transcurso de los años. Lo cierto es que lo escuchado esta mañana es notablemente superior al disco, con momentos absolutamente geniales: conozco sobradamente el concierto, pero jamás me había dado por pensar que pudiesen extraerse atisbos trágicos del tiernísimo adagio central como ha hecho Coin. Y todo ello acompañado de una OBS absolutamente sensacional. De haberse grabado, lo de esta mañana en la Sala Joaquín Turina sería con toda probabilidad la mejor versión discográfica de esta preciosa composición. Citemos, por ejemplo, dos grabaciones referenciales: el trabajo de Coin ha sido más matizado, sutil y rico que el de Queyras en su excelente registro con la Barroca de Friburgo, y por otra parte, la OBS se ha mostrado hoy a un nivel superior, sin duda, al de Tafelmusik, que acompaña a Bylsma en su grabación de esta obra, quizá con excesiva parsimonia en el referido adagio.
El programa concluyó con la Sinfonía nº 33 en do menor con violonchelo solo (“El Maniático”) de Brunetti. La obra es simpática y la orquesta lució espléndidamente en el Allegro spiritoso final –sí se observó algún desajuste mínimo de los vientos totalmente disculpable por la dificultad añadida que implica el uso de instrumentos de época– aunque lejos de la densidad y la complejidad intelectual, que para sorpresa aún de muchos, caracteriza a la música del genial Haydn.
Se incluía en el programa la sinfonía nº 23 en fa mayor de Brunetti, que se omitió quizás para evitar una duración excesiva del concierto. En cualquier caso, los aplausos del público al final fueron premiados con el allegro conclusivo.
Se incluía en el programa la sinfonía nº 23 en fa mayor de Brunetti, que se omitió quizás para evitar una duración excesiva del concierto. En cualquier caso, los aplausos del público al final fueron premiados con el allegro conclusivo.
Haydn: Concierto para violonchelo en do mayor, Hob. VIIb/1 (Adagio). Christophe Coin & Christopher Hogwood – The Academy of Ancient Music
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