Al margen de su proyecto Tacuinum sanitatis, del que ya pudimos oír algo el pasado verano en el ciclo de conciertos del Alcázar, el conjunto Artefactum volvió ayer a Sevilla para ofrecer, en el marco del FEMÁS, un programa dedicado al cambio estacional del invierno a la primavera en la Edad Media. Por mucho que la adscripción de algunas de las piezas a estos bloques temáticos pueda parecer en ocasiones forzada, el resultado es el de un programa inteligente en el que los conceptos de invierno y primavera no se comprenden sólo en el ámbito de lo descriptivo (Vivaldi, Haydn), sino también en el de las significaciones simbólicas que contienen: así, el paso de una a otra estación marca también el tránsito del frío al calor, de la religiosidad fervorosa al canto profano al amor y los placeres, de la oscuridad de la Pasión de Jesús a la luz de la Resurrección... La inclusión de los distintos números del programa se realiza en el marco de esta interpretación “extensiva” de las ideas de invierno y de primavera, llevando de la mano al espectador por un camino casi iniciático en el que el carácter festivo sólo se alcanza avanzando previamente por la austeridad y la reflexión interior.
Deslumbró como siempre el conjunto, en esta ocasión en formación de octeto, en un programa en el que, a diferencia de tantas otras veces, el peso vocal era casi mayor que el instrumental. Las voces solistas funcionaron excelentemente tanto en el canto como en el recitado –siempre teatral y lleno de inflexiones, dirigido a captar en todo momento la atención de un público probablemente iletrado hace casi mil años– y destacó, como siempre, el bellísimo timbre de Alberto Barea, aunque en algún momento recurriese levemente al falsete en las notas más altas. Álvaro Garrido, encargado de la percusión, tuvo también su momento en una improvisación que se extendió durante varios minutos y que arrancó aplausos al público y algunas bromas a los componentes del grupo.
Este carácter afable y familiar de los componentes de Artefactum, marca de la casa, ha hecho que el público no sólo se limite a escuchar con admiración lo que acontece en el escenario, sino que cobre simpatía y afecto personal hacia el grupo. Ayer, día de huelga general, escuchamos bromas sobre la posibilidad de dar un concierto “con servicios mínimos” e interpretando algo especial para la ocasión del Códice de las Huelgas. Además, junto al villancico final que sirvió de propina se ofrecieron, a modo de guiño simpático a la Semana Santa que ya se avecina, las célebres Saetas del Silencio (s. XVIII) –o los “pitos” del Silencio, que es como todo el mundo los llama– curiosos cuanto menos de escuchar con instrumentos medievales.
La iglesia de San Alberto, llena. La gente sabe que esto es un privilegio.
PS: Escuchado a una joven muy versada en instrumentos antiguos sentada detrás de mí: “El cromorno es así como... así como... marrón”.
ARTEFACTUM
Carmelo Cordón, canto
Vicente Gavira, canto
Alberto Barea, canto, cromorno y rota
José Manuel Vaquero, organetto y zanfona
Juan Manuel Rubio, viola, zanfona y arpa medieval
Ignacio Gil, chirimía, axabeba y gaita
Vicente Parrilla, flautas
Álvaro Garrido, percusión
“Tempus transit gelidum”
Invierno
Anónimo (Laudario di Cortona, siglo XIII)
Gloria in Cielo [LC, 20]
Stella Nova [LC, 21]
Alfonso X el Sabio (1221-1284)
Atan gran poder [Cantiga de Santa María, 332]
Ben como punna o demo [CSM, 336]
Anónimo (Laudario di Cortona)
De la crudele morte [LC, 24]
Iesucristo glorioso [LC, 27]
Primavera
Anónimo (siglo XII)
A l’antrada del temps clar
Anónimo (Carmina Burana, siglo XIII)
Tempus transit gelidum [CB, 153]
Berenguer de Palau (?-1241)
Tant m’abellis
Anónimo (Carmina Burana)
Curritur ad vocem [CB, 47a]
Clauso Chronos [CB, 73]
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