Magnífico concierto el que ofrecieron ayer el contratenor Dominique Visse y el clavecinista Nicolau de Figueiredo en el Convento de Santa Clara en el marco del Festival de Música Antigua de Sevilla. Confieso que aunque mis expectativas eran altas, salí sorprendido. Conocía sobradamente a Visse y le consideraba especialmente adecuado para papeles cómicos secundarios en la ópera barroca. Su capacidad para llegar a las notas altas (pensemos, por ejemplo, en un Jaroussky) y su buen sentido del teatro le hacen idóneo para papeles sobre todo femeninos. Sin embargo, aunque esta faceta divertida y algo payasa salió a relucir también anoche, la nota predominante fue distinta. Y es que Visse es más que un cantante divertido y ofreció algo que sinceramente no esperaba. Anoche demostró que es capaz de realizar lecturas de una profunda hondura emocional y psicológica, revistiéndolas además, insisto, de un innegable sentido del teatro. Tan sólo la Canzonetta spirituale alla nana (una nana de la Virgen al Niño) me pareció algo discutible, y no por el canto de Visse sino por el hecho de que aquí me parece obviamente preferible una voz femenina. A modo de propina, el Adagiati, Poppea, de Monteverdi, cuya sola mención ya hizo que el público se deshiciera en aplausos. Fue interesante, máxime cuando ya había escuchado a Visse abordar el papel de la nodriza en L’incoronazione de Poppea (DVD de Glyndebourne) pero no el de Arnalta.
En su crítica para Diario de Sevilla, Andrés Moreno Mengíbar describe en mi opinión muy acertadamente su canto. No puedo hacer sino suscribirme a sus palabras: el descenso es a veces comprometido y tiende a los sonidos nasales cuando asciende al agudo, aunque Visse es un tipo inteligente y convierte esta limitación en un elemento teatral y divertido en las piezas cómicas, como dejó patente con su divertida interpretación de La vecchia innamorata. A veces, de forma muy aislada, hay algún graznido, pero su canto fue anoche estupendo. Por su parte, Figuereido hizo mucho más que acompañar al clave y al órgano. No tiene las pintas ni las greñas de Visse, pero se mostró anoche como un portentoso virtuoso que supo compartir protagonismo –e incluso robarlo a veces– a la par del cantante.
Henry Purcell (1659-1695)
Here the deities approve, de Welcome to all the pleasures (Oda a Sta. Cecilia, 1683)
If musick be the food of love
William Byrd (1540-1623)
The Lachrymae Pavian
Giovanni Felice Sances (1600-1679)
Usurpator tiranno
Bernardo Storace (1637-1707)
Passacaglia
Biaggio Marini (1594-1663)
La vecchia innamorata
William Byrd
The Third Pavian and Galliard
Henry Purcell
O solitude
Giovanni Felice Sances
Accenti queruli
Bernardo Storace
Ciaccona
Henry Purcell
I see she fly’s me
Fairest isle, de King Arthur
Musick for a while
Suite en re menor
1. Allemande
2. Courante
3. Hornpipe
Barbara Strozzi (1619-1677)
L’Eraclito amoroso
Tarquinio Merula (c.1595-1665)
Canzonetta spirituale alla nanna
2 comentarios:
Visse es uno de los ejemplos de lo que es un gran artista por encima de las cualiddes intrínsecas de una voz que en su caso no está especialmente dotada. Me alegro que disfrutaras.
Creo que todo el mundo salió muy satisfecho del concierto, y la impresión es precisamente la que comentas: un intérprete inteligente que consigue buenos resultados pese a sus posibles carencias. Un abrazo, Maac.
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