Giuseppe Patané (dir.); Veronika Kincses (Cio-Cio-San); Peter Dvorsky (Pinkerton); Klára Takács (Suzuki); Lajos Miller (Sharpless); István Rozsos (Goro); Péter Korcsmáros (Yamadori); József Gregor (Bonzo), Gabriella Számadó (Kate). Hungaria State Opera Chamber Chorus & Orchestra. HUNGAROTON 2 CD.
Ocho años después del relativo fiasco de su primer registro de Madama Butterfly (click aquí), Giuseppe Patané efectuó una segunda grabación en estudio, de nivel superior. En lo que se refiere a su labor frente a la orquesta, aquí ha corregido la premura excesiva de la que hizo gala en 1973 y ofrece una lectura mucho más reposada, calmada e intimista. La orquesta suena espléndidamente,
y Patané consigue bordar un primer acto impecable (algo de lo que estaba muy lejos en su anterior registro). Pocas veces habrá sonado de una belleza tan celestial y delicada la intervención del coro (“O Kami”) en el brindis de Pinkerton. El segundo acto es también modélico, aunque a mi entender no tan redondeado como el primero en lo que a captación de atmósferas se refiere, sobre todo en lo que concierne a los momentos de fuerte tensión dramática. Pero es una dirección de indudable altura.
y Patané consigue bordar un primer acto impecable (algo de lo que estaba muy lejos en su anterior registro). Pocas veces habrá sonado de una belleza tan celestial y delicada la intervención del coro (“O Kami”) en el brindis de Pinkerton. El segundo acto es también modélico, aunque a mi entender no tan redondeado como el primero en lo que a captación de atmósferas se refiere, sobre todo en lo que concierne a los momentos de fuerte tensión dramática. Pero es una dirección de indudable altura.
En el reparto hay de todo. Veronika Kincses hace lo que puede con el papel protagonista, aunque su instrumento no es el más adecuado. Aporta, indudablemente, belleza vocal, y tiene momentos de inspiración expresiva (obsérvese, por ejemplo, el uso de medias voces en el “Un bel dì”), pero en términos generales se hace evidente que su voz lírica carece de la fuerza y el peso necesarios como para convencer plenamente en el papel. El sobreesfuerzo se materializa principalmente en un querer abarcar y no poder: el fiato se manifiesta corto (óiganse las respiraciones en el “Con gelosa custodia”) y el agudo inseguro (portamento en “Quando fa la nidata il petti rosso”) y escaso: en el “Ancora un passo” prescinde del agudo final potestativo, el último del dúo de amor que cierra el primer acto se resuelve de manera breve (Dvorsky lo sostiene durante más tiempo) y otro tanto ocurre con el que concluye el “Un bel dì”. En suma, tenemos una bella voz, pero también complicaciones.
Vocalmente, lo mejor de la grabación me parece el elegante Pinkerton de un Peter Dvorsky que está mejor aquí que en el DVD de Maazel, que ya comentamos. El resto del reparto se limita a acompañar ni bien ni mal. Klára Takács puede convencer como Suzuki, aunque a veces la voz pierde fuste al descender al grave (“Alla piccina s’è spento il sol”). Lajos Miller (Sharpless) deja claro que no es poseedor de una voz privilegiada en términos de belleza, e István Rozsos compone el Goro más falto de implicación que servidor haya escuchado: plano, indolente y como si estuviese bajo los efectos de alguna sustancia adormecedora. Aburre. József Gregor cuenta con una voz algo clara para lograr imponer como bonzo, y el Yamadori de Péter Korcsmáros se desenvuelve a un nivel que podemos calificar como puramente correctito, sin más.
Por último, la transición entre discos podría haberse efectuado aprovechando algún silencio en lugar de en el “Ora a noi”. También podría esperarse algo más de la calidad de audio.
En suma, hay dos cosas que destacan: Dvorsky y Patané. El resto, correcto sin más.
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