El celebrado grupo L’Arpeggiata de Christina Pluhar fue ayer el encargado de inaugurar la trigésima edición del Festival de Música Antigua de Sevilla. Indudablemente es una estupenda noticia para los melómanos el que sigamos contando con una edición anual de este festival, que con un músico de categoría al frente como es Fahmi Alqhai, nos trae a figuras de primera línea. Y el público responde. Si algo tengo claro es que Sevilla le es muy fiel a su Festival de Música Antigua, y cuando uno asiste a conciertos como el de anoche, es capaz de palpar en el ambiente algo tan difícilmente expresable como la expectación antes del concierto, al margen del entusiasmo durante el mismo y el agradecimiento a su término. Ayer, la sala Joaquín Turina estaba totalmente llena, y eso significa que esfuerzos como el del FEMÁS hacen que la propia ciudadanía, en nuestro caso los sevillanos, se eduque y crezca. Se me ocurre precisamente que un festival como este constituye una estupenda vara de medir del interés cultural de la ciudadanía. No nos engañemos: como en cualquier sitio donde haya un teatro de ópera, también en Sevilla hay gente que va a la ópera para “figurar”, aunque sin duda se trate de una parte minúscula del público. Pero nadie hace eso con el FEMÁS, ni con el programa de abono de la OBS, ni con el ciclo de conciertos veraniegos del Alcázar. Las razones por las que hay gente que considera a la ópera como algo elitista no vienen al caso, pero tal cosa no ocurre con el Festival. Estoy convencido de que su público acude por las dos razones por las que se debe asistir a cualquier espectáculo musical: por interés a la música y a sus intérpretes. Y que una ciudad sepa responder año tras año tan fielmente a estos patrones es para mí encomiable. El problema es que para muchos, incluyendo a no pocos representantes de los ciudadanos, esta es una ciudad interesada tan sólo en el flamenco, la feria y demás clichés. Aunque la realidad diga que los sevillanos llevamos tres décadas de Festival de Música Antigua...
L’Arpeggiata. Uno sabe, o debe saber de antemano, a lo que va con este grupo si se propone asistir a uno de sus conciertos o comprar sus discos. Por expresarlo de modo sencillo, el grupo de Pluhar da el espectáculo. En eso consiste buena parte de la historia. Lo que pasa es que eso de “dar el espectáculo” no debe leerse aquí en sentido peyorativo, ni muchísimo menos, pues es precisamente un espectáculo dirigido a que el espectador no sólo escuche música culta brillantemente interpretada, sino a conseguir además que se divierta y lo pase bien. Siendo un grupo de instrumentos de época, las obras del primer Barroco que integran el programa –y el repertorio normal del grupo– no se exponen con un ánimo excesivamente “purista”, sino marcadamente liberal y desenfadado. Es el “estilo Arpeggiata”, en cuyo marco anoche ni siquiera hubo pausas entre muchos de los números del programa. Cada obra pierde así su individualidad y se funde en un todo en el que Monteverdi puede sonar a ritmo de blues y los músicos gastarse bromas entre sí. L’Arpeggiata toma cada obra individual para componer un puzle global marcado por el desenfado, la exquisitez interpretativa, y no nos olvidemos, la de la propia música que interpretan.
Imagen del concierto de anoche (http://www.femas.es/)
El caso es que la suma de todos estos componentes hace que el conjunto de Pluhar se haya creado algo tan notable como una concepción propia del “espectáculo”, y esto es algo que a mí me merece un inmenso respeto, por mucho que repela a los partidarios de una ortodoxia más purista y filológica, por expresarlo de algún modo. El caso es que este “efecto Arpeggiata” se ha terminado extendiendo también en los últimos años a algunas otras agrupaciones barrocas con resultados para mí menos interesantes y genuinos.
A la vista de lo que llevo escrito, creo que no hace falta decir que lo de anoche funcionó a la perfección. Todos y cada uno de los miembros del grupo funcionaron con exquisita brillantez, igual que una máquina bien engrasada. Nombrar a alguno en particular implica sin duda una cierta injusticia, pero el público celebró mucho la portentosa improvisación que Marcello Vitale hizo con su guitarra batiente de la Tarantela a Maria di’ Nardo. En cuanto a las voces, Raquel Andueza ha cantado y grabado con el conjunto, y anoche lució nuevamente en Sevilla su bellísima y cálida voz, acompañada de otro habitual de L’Arpeggiata como es Vincenzo Capezzuto, cantante y bailarín napolitano de voz afalsetada, no llamativamente hermosa, pero que resultó adecuadísimo, por ejemplo, para los tintes folclóricos de una Pizzica di San Vito –ofrecida de nuevo como segundo bis al término del concierto– de vitalidad contagiosa. Precisamente en los bises, en los que L’Arpeggiata muestra ya su lado más Arpeggiata, bailó y bromeó con Andueza. Junto con la Pizzica di San Vito, se ofreció de propina la Ciaconna del Paradiso e del inferno a dúo con los dos cantantes. Conocedor de este divertido vídeo de Jaroussky, sabía de antemano lo que iba a ocurrir:
Efectivamente, la descripción de las penurias del infierno la realiza inesperadamente Doron Sherwin (que dicho sea de paso, estuvo espléndido toda la noche con su corneta) cantando de forma deliberadamente mediocre. La broma de anoche fue más exagerada y excesiva que en el vídeo de Jaroussky, y el público, que ya estaba totalmente entregado al término del programa oficial, sencillamente tronó de pura diversión. Nunca he escuchado tantos gritos y silbidos (positivos, naturalmente) en la Sala Joaquín Turina como anoche. Nunca. Y eso que he escuchado por allí a gente como Trevor Pinnock, Enrico Onofri, Andrew Manze, The English Concert, Jordi Savall, Diego Fasolis, Giugliano Carmignola...
Al final, uno sale del concierto en las nubes y con la sonrisa puesta, y estoy seguro de que el público hubiese aplaudido eternamente a la búsqueda de bises sin fin. Y es que al final, uno se acaba preguntando hasta dónde podemos saber a ciencia cierta el modo en el que se interpretaban estas obras en su día. A fin de cuentas poco importa: gran música, grandes músicos y gran público.
Programa. "Teatro d'amore":
Claudio Monteverdi (1567-1643) Toccata
Barbara Strozzi (1619-1677) Che si può fare
[Tradicional] Stu criatu
Claudio Monteverdi Quel sguardo sdegnosetto
Maurizio Cazzati (1616-1678) Ciaccona
Claudio Monteverdi Damigella, tutta bella
[Improvisación sobre la tarantela napolitana]
[Improvisación sobre La Dia Spagnola]
Claudio Monteverdi Si dolce è’l tormento
[Tradicional] Tu bella, ca lu tiene
Andrea Falconieri (1585/86-1656) Brando Il Spiritillo
Benedetto Ferrari (c.1603-1681) Son ruinato
[Improvisación sobre la tarantela a Maria di’ Nardo]
Benedetto Ferrari Eraclito amoroso
[Tradicional] Pizzica di San Vito
Antonio Bertali (1605-1669) Chaccona
[Tradicional] Ninna, nanna sopra la Romanesca
Claudio Monteverdi Amor
Claudio Monteverdi Chiome d’oro
Lorenzo Allegri (1567-1648) Canario
Domenico Maria Melli (fl. principios s.XVII) Dispiegate, guance amate
[Tradicional] Lu Passariellu
Giovanni Antonio Pandolfo Mealli (c.1629-c.1679) La Vinciolina
Giovanni Felice Sances (c.1600-1679) Stabat Mater
Raquel Andueza, soprano
Vincenzo Capezzuto, voz
Doron Sherwin, corneta
Veronika Skuplik, violín barroco
Margit Übellacker, salterio
Eero Palviainen, laúd, guitarra barroca
Marcello Vitale, guitarra batiente, guitarra barroca
Haru Kitamika, clave
David Mayoral, percusión
Christina Pluhar, tiorba y dirección
7 comentarios:
Vinieron por Valencia hace unos tres o cuatro años y la verdad es que el público no tenía nada que ver con el que llena habitualmente el Palau de la Música, era mucho más joven y variopinto, predominando el aire progre -y no lo digo en sentido peyorativo- o no sé si denominarlo jazzístico, quizás si la música clásica tiene que modernizarse deba ser siguiendo caminos parecidos a los del grupo de Pluhar, pero siempre sin descuidar lo demás, porque estas cosas no se pueden hacer con todo tipo de repertorio, por poner un ejemplo: con las sinfonías de Beethoven sería impensable, salvo que te las quieras cargar, bueno -improviso sobre la marcha- es posible que se pueda concebir una reinterpretación, pero entonces ya no serían las sinfonías de Beethoven, no sé si me explico.
Saludos, me alegro que disfrutaras, seguro que yo tambiénlo hubiera hecho.
Claro, es evidente que el estilo Arpeggiata no es extrapolable a otros ámbitos. Pero ellos han hecho ese estilo un tanto heterodoxo que hace que en los conciertos uno disfrute. ¿Y qué narices? Yo me lo pasé como un cerdo un charco de barro...
Uno de los mejores conciertos del Femas al que he asistido. Y soy asiduo desde el principio. Creo que con su forma de interpretar consigen que estos madrigales, chaconnas, etc... tengan en nosotros un efecto de diversión parecido al que deberían tener entre su público contemporáneo. Nunca entendí que sea obligatorio acercarse a esta música como a una reliquia venerable...
Yo no creo que Vincenzo Capezzuto tenga voz afalsetada..no creo que lo hayas escucado bien..Es una voz natural que no se puede definir porque no es una voz lirica, y sin embargo canto piezas tradicionales y barroccas, lo ultimo que canto se llama "Cantata sopra il passacaglio" y quesa mucho mejor sobre una voz natural que de mentira..porque se entienden las letras y comunica emociones...
Qué pena no haber podido ir. Que espectáculo tan bueno.
Hombre, a mi se me hace más que evidente que Capezzuto utiliza mayormente el registro de cabeza, y desde luego hay cierto afalsetamiento en las notas superiores. Hay un montón de ejemplos en youtube. Y desde luego eso de que el falsete imposibilite la comprensión del texto o la transmisión de emociones no lo comparto.
Leyendo lo que se está escribiendo en la prensa y en internet (cosa que siempre hago después, nunca antes, de escribir) veo que no soy el único de esa opinión sobre Capezzuto:
http://elclubexpress.com/blog/2013/03/04/larpeggiata-y-la-esencia-de-la-musica-inauguran-el-femas/
http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/1472416/imaginacion/y/sensibilidad.html
A mi me gustó y animó enormemente el concierto. No veo que el recurso al falsete (y Capezzuto lo usó) sea necesariamente un componente negativo. De hecho, yo soy de esos que disfrutan oyendo contratenores...
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