Al igual que el año pasado, la primera entrada del blog del presente año 2012 está dedicada al espectáculo de ballet clásico que cada año nos ofrece a los sevillanos el Teatro de la Maestranza. Si las temporadas anteriores apostaron, con gran éxito, por los célebres títulos de Tchaikovsky, el presente año hemos podido disfrutar de una obra de fuerte componente exótico, como es La Bayadère de Ludwig A. Minkus, con los arreglos de John Lanchbery, todo ello a cargo del Ballet de la Ópera de Varsovia (Ballet Nacional de Polonia) y de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, bajo la dirección de Tadeusz Wojciechowski.
Como cada año, el espectáculo ha sido mucho más que disfrutable. Yo asistí anoche, y aunque disfruté más de los años anteriores, he de decir que tanto la obra en sí misma como la encantadora y clásica coreografía de Natalia Makarova –a partir de la de Marius Petipa– van siempre a más, con una excepcional presentación del onírico acto segundo y un tercero muy colorista y espectacular, con un uso inteligente de la iluminación, especialmente en el final. Fabuloso el cuerpo de baile, así como el desdichado Solor, a cargo de un espléndido Maksim Woitiul, que se mostró en todo momento atlético, ágil, vigoroso y adecuadamente masculino. De infinita delicadeza fue la Nikija de Aleksandra Liashenko, cuya rubia trenza dista mucho de hacerla parecer una bailarina hindú. Impecable también en este sentido la “mala” Gamzatti de Yuka Ebihara, adecuadamente contenida en el gesto para no caer en la exageración y debidamente sinuosa en sus escenas con Solor. Tanto ellos como el resto del reparto mostraron un nivel excepcional, a mi entender. Sergey Basalaev se fue un Brahmin imponente y mayestático, al tiempo que Vladimir Yaroshenko dio una lección de atletismo y agilidad en su papel de Ídolo de Oro, que justificó sobradamente una merecida ovación del público. El resto del elenco lo integraron un adecuado Adam Kozal (el Rajá), Jacek Tyski (Magdawieja), Anita Kuskowska (Aija) y Michal Chróścielewski (amigo de Solor). Los decorados son efectivos aun sin ser tan elaborados como los de los últimos ballets vistos en el Maestranza. El vestuario, en cambio, resultó tan impecable como nuestra esplendorosa ROSS, que volvió a vivir otra noche de gloria.
En suma, una noche de ensueño en la que pude comprobar, un año más, cómo el ballet clásico sigue arrastrando a muchas familias al teatro con sus hijos pequeños, que dicho sea de paso, saben comportarse mejor que muchos mayores. Y ello a pesar del hecho de que una obra como esta requiere al menos de una lectura previa de su argumento para su adecuado seguimiento. Sin ir más lejos, una señora sentada a mi espalda murmuró algo acerca del pobre Solor que evidenciaba que no había captado que el segundo acto es una ensoñación del personaje, al que casi acusaba de infidelidad, como si no tuviera suficientes desgracias el pobre.
Lástima que desear más espectáculos de ballet clásico por temporada sea hoy por hoy una quimera.
Lástima que desear más espectáculos de ballet clásico por temporada sea hoy por hoy una quimera.
2 comentarios:
Buenas tardes,
lamento no compartir (por más que mu hubiera gustado) la misma opinión contigo, Pablo.
El ballet de La Bayadere, me ha resultado en todos sus sentidos flojo y sin especiales tintes de emoción.
Fue una coreografía limpia y cuidada pero que no consiguió "embrujar" al patio de butacas.
Aún así, se agradece lo que se vio...no lo que se escuchó.
Irene
A pesar de que la dirección creo que fue muy buena, con el maestro con tres metrónomos en el atril para ajustar lo mejor posible los tempos a los requeridos por los bailarines, poco podía hacer con un violín solista que no se había más que "mirado los papeles": los solos del segundo acto fueron realmente terribles y a la vez que mostraban una falta de interés y de estudio (que no de talento para la lectura a primera vista) a mí se me transformaban en una falta de respeto al espectador.
Ojalá el panorama musical en Sevilla vuelva a ser lo que era.
Airin.
Pues para mí la ROSS estuvo estupenda, y en absoluto me transmitió esa sensación de falta de preparación. De hecho, la suya es la primera opinión negativa que leo, y he visto ya unas cuantas. Cuestión de gustos, en cualquier caso. De todas formas, muchas gracias por vuestro comentario.
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