Organizado por el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla), ayer tuvo lugar el concierto de Santo Tomás (patrón de la Universidad hispalense) en la iglesia de la Anunciación. A destacar la gran afluencia de público que hizo cola para acceder al templo desafiando al frío. Aunque las entradas no eran gratuitas, el número de asistentes vino a ser, al menos a simple vista, tan elevado como en el caso de los conciertos gratuitos. Vi a muchos jóvenes. La gente responde a las buenas iniciativas culturales como esta.
Con el título de "La Pastorella", el concierto estuvo a cargo de varios solistas de la Orquesta Barroca de Sevilla: Guillermo Peñalver, flauta; Pedro Castro, oboe; Javier Zafra, fagot; Andoni Mercero, violín; Mercedes Ruiz, violonchelo; Ventura Rico, contrabajo; Daniel Zapico, laúd, tiorba; Carlos García-Bernalt, clave. Vamos, lo mejor de lo mejor de la OBS al frente de un programa muy atractivo integrado por algunos de los más encantadores concerti da camera de Antonio Vivaldi (RV 94, 105, 98 “La tempesta di mare”, 95 “La Pastorella” y 107) junto con la sonata en la menor para violonchelo y bajo continuo, RV 43 del propio Vivaldi y el para mí totalmente inédito Concerto a 5 en mi menor XXXVIIème de Joseph Bodin de Boismortier. El protagonista de la noche fue, como resulta esperable en estas obritas deliciosas, Guillermo Peñalver, que se inclinó por utilizar el traverso y no la flauta de pico. También brilló, como no podía ser de otra manera, el violín virtuosístico de Andoni Mercero, que parecía estar a punto de hacer explotar a su instrumento en “La tempesta di mare” y en el RV 107, que cerraba el concierto. Por su parte, a Javier Zafra no le benefició la poco adecuada acústica de la iglesia, y su fagot fue casi inaudible durante el primer concierto (RV 94) incluso entre los que, como yo, nos encontrábamos sentados en las primeras filas, muy cerca de los músicos. Por último, el punto de espiritualidad lo aportó la siempre magnífica Mercedes Ruiz, que abordó su sonata –especialmente el Largo– con una belleza y delicadeza sobrecogedoras.
Al término del concierto, Ventura Rico quiso dedicar el bis o propina al recuerdo del maestro Gustav Leonhardt, fallecido hace unos días como comentamos en este blog. La OBS tuvo el honor de ser dirigida por él en más de una ocasión, y en su memoria se interpretó el Ricercar a 6 de la Ofrenda musical bachiana. Es cierto que la espiritualidad de esta música nada tiene que ver con el carácter más desenfadado y casi festivo del resto de las composiciones oídas durante el concierto, pero ese contraste sirvió precisamente para revestir de mayor solemnidad al momento. Aunque La ofrenda musical no es una obra sacra, Ventura Rico pidió que no se aplaudiera al final –tal y como acostumbraba a solicitar Leonhardt cuando interpretaba música religiosa– refiriendo no sin razón que Bach escribía su música “a mayor gloria de Dios” (Soli Deo Gloria). Buena parte de público ignoró la petición y rompió a aplaudir, pero el homenaje fue, en cualquier caso, bello y emotivo.
Un concierto precioso.
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