Recuerdo como si fuera hoy mismo un extraordinario concierto ofrecido hace ya algunos años por la Orquesta Barroca de Sevilla en la iglesia de Santa Marina (Sevilla) a las órdenes del gran clavecinista, director y musicólogo Gustav Leonhardt. Aquella noche, sentado muy cerca del gran maestro holandés, tuve la oportunidad de descubrir esa delicia que es el Armonico tributo de Muffat, y por supuesto de escucharle dirigiendo algunas de las cantatas de Johann Sebastian Bach, su repertorio incuestionable. Él era parco en el gesto, y su sentido de la sobriedad le llevó a pedir al público que se abstuviera de aplaudir al término de las obras sacras del genio de Leipzig, pues éstas estaban concebidas, según decía, para el culto y la reflexión religiosa y no como obras de exhibición. No le faltaba razón, por mucho que pueda sorprender la imagen de un artista que rehúye del aplauso del público por sensibilidad y amor a la música. Recuerdo bien cómo en el programa de mano se había adjuntado una nota solicitando silencio. El público, pese a todo, hizo un amago de aplauso que fue inmediatamente abortado por Leonhardt con un gesto de su mano.
Gustav Leonhardt ha sido una figura trascendental en el devenir de la interpretación de la música barroca desde la segunda mitad del siglo XX. El gran clavecinista y organista holandés, al frente de su Leonhardt Consort, fue un pionero en la utilización de instrumentos históricos, que se atrevió junto con Nikolaus Harnoncourt –este con su habitual Concentus musicus Wien– a dar el gran paso de grabar la primera integral de las cantatas de Bach para el sello TELDEC. Incluso se enfundó una peluca en su cabeza y se plantó con sus músicos ante las cámaras para dar vida al compositor. Puede que hoy existan otras opciones discográficas preferibles, pero ello es consecuencia precisamente de la valiente labor de artistas que, como Leonhardt, se atrevieron a alejarse del convencionalismo y de las apuestas seguras y lo arriesgaron todo por una nueva y rigurosa forma interpretar el repertorio barroco.
Este gran músico se marchó el lunes, apenas un mes después de dar por finalizada su carrera. Sin embargo, como ocurre siempre con los grandes artistas, en realidad no se ha ido, sino que su legado continúa vivo en el recuerdo de los aficionados, en sus grabaciones, y lo que es más importante, en la interpretación históricamente informada de la música del Barroco.
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