Como cada miércoles desde hace tiempo, el melómano sevillano tenía ayer una cita en Santa Clara. Lo cierto es que se trataba de un verdadero plato fuerte dentro del Ciclo de Músicas Históricas: la Orquesta Barroca de Sevilla bajo la dirección de Enrico Casazza, excelente violinista y director que ha llevado a su orquesta, La Magnifica Comunità, a la cima de las grandes agrupaciones italianas de instrumentos de época junto con otras como L’arte dell’arco o Ad corda. Son agrupaciones que graban, afortunadamente, para el sello Brilliant, que distribuye sus discos a poco más de tres euros. En suma, la presencia de estas agrupaciones instrumentales jóvenes, en las cuales se enmarca la figura de Casazza, evidencia la época dorada que atraviesa actualmente la interpretación históricamente informada de obras del barroco.
El programa que traía Casazza debajo del brazo era, desde luego, atractivo, pues bajo el título “Le passioni dell’uomo” reunía a obras todas ellas bien conocidas y bastante grabadas, lo que en cierto modo garantiza el aplauso del público: Conciertos “Il piacere”, “La tempesta di mare”, “L’amoroso” e “Il favorito” de Antonio Vivaldi junto con el conocido Concerto grosso nº 12 “La Follia” de Francesco Geminiani y el Concerto grosso op. 1 nº 4 de Pietro Locatelli. La OBS sonó exactamente como cabía esperar que sonase con Casazza al frente. Digamos que la interpretación de obras de la Italia barroca bajo los criterios pulidos de, por ejemplo, un Pinnock o un Hogwood (dos de mis directores favoritos, tan british ambos) parece haber quedado cada vez más claramente al margen de las grabaciones y salas de conciertos en pro de la energía y carácter mediterráneo (de la italianidad, podríamos decir) con los que directores como Biondi o Alessandrini se enfrentaron al repertorio hace ya muchos años. Esa es, en líneas generales, la tónica general que marca las lecturas de Casazza y de los jóvenes intérpretes a los que me refería antes, así como la que ha exhibido la Orquesta Barroca de Sevilla cada vez cada vez que se ha adentrado en esos terrenos. Con un violinista y director formidable, ayer se escucharon interpretaciones apasionadas, enérgicas hasta casi lo excesivo (por ejemplo, el último movimiento de L’amoroso), aunque en eso consisten precisamente las reglas del juego: el barroco es, en cierto modo, el arte del exceso.
De propina, un movimiento de un Concierto grosso de Giuseppe Tartini (siento no recordar cuál) y una simpática broma futbolística: Ventura Rico se dirigió al público anunciando el estreno mundial de una obra desconocida llamada Follia betica hallada cerca de Heliópolis y escrita por un tal Valentini Sanchetti. Se trataba de unas variaciones, inquietantemente bien trabajadas, sobre el himno del centenario del Betis (“Ole ole ole ole Beti olé....”), lo que deja claro el buen gusto y sabiduría de Valentín Sánchez. El público, al principio desconcertado -estoy seguro de que las palabras de Ventura Rico debieron engañar a más de uno (1)- reaccionó con buen humor, y Casazza parecía divertirse de lo lindo mientras dirigía. Deberían grabarlo y ponerlo por los altavoces del estadio.
Y es que er Beti es una cosa mu seria.
PS: Ayer había entre el público un número superior al acostumbrado de tontos que no apagan el teléfono, uno de los cuales me tocó a mi lado en la segunda parte.
Añadido (24-06-11): En mi colosal ignorancia he escrito mal el nombre del ilustre autor de la Follia betica. Es Sanchetti, no Sanchini, como había escrito. Ya está arreglado.
Aquí un par de vídeos del evento. El primero es bastante ilustrativo del concierto y el segundo, la Follia betica.
Aquí un par de vídeos del evento. El primero es bastante ilustrativo del concierto y el segundo, la Follia betica.
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