El pasado domingo acudí a la tradicional cita invernal de los sevillanos con el ballet clásico en el Teatro de la Maestranza. En esta ocasión tocaba “El cascanueces”, que vimos por última vez en 2009 en una peculiar y muy vistosa versión que incorporaba a la historia original el Cuento de Navidad de Dickens, a cargo del Ballet de la Ópera de Düsseldorf. Aunque en realidad miento: esas
representaciones de 2009 no fueron las últimas vistas en Sevilla, sino unas funciones sobre hielo con música enlatada en 2012, de las que hablé aquí. El título, por tanto, ha sido recurrente en los últimos años.
En esta oportunidad el evento ha corrido a cargo del Ballet Nacional de Estonia, que ha ofrecido una lectura marcadamente clásica y muy vistosa. Como siempre escribo al tratar de estos espectáculos, no tengo prácticamente ni idea de danza, de modo que este es un terreno en el que soy fácilmente impresionable y en el que probablemente tengo más oportunidades de ser feliz y salir contento del teatro que en el de la ópera. Que no es que me considere un entendido en ópera, ni mucho menos, pero al menos me la tengo más oída. Bien, a nivel visual disfruté, desde luego, aunque creo que más que yo lo hizo el señor que estaba sentado detrás de mí, que braveó con encendida pasión hasta el punto de llegar a hacerme gracia. Eso sí, en el folleto de mano aparecen los nombres de varios bailarines por cada papel sin referencia al día en el que actuaba cada uno, de manera que no puedo saber (ni yo, ni nadie) a quién he visto realmente bailar.
En lo musical, que es el campo en el que puedo escribir con una mínima, muy mínima, dosis de criterio, disfruté más en la segunda parte que en la primera. La ROSS, dirigida por Risto Joost, tuvo una noche espléndida, en cualquier caso, moviéndose en el terreno de lo convencional y lo correcto en la primera mitad y luciendo mucho más en la sucesión de danzas de la segunda (sensacional la sutileza y sedosidad que llegó a alcanzar la cuerda en la danza árabe). También puede ser que me caí por las escaleras en el descanso (un minuto después lo hizo una chica en el mismo punto) y que después de sobrevivir al daño físico y al ridículo público me pareciese la vida más hermosa.
Las buenas sensaciones se tornaron, sin embargo, sombrías, al día siguiente, pues además de caer en lunes me enteré de la pérdida de Elena Obraztsova. Descanse en paz la gran mezzo, de la que siempre recordaremos aquella Carmen con Domingo.
1 comentarios:
Empezamos el año con el fallecimiento de la gran Obraztsova. Descanse en Paz
Recuerdo también una grabación de Caballería Rusticana con Domingo, que a mi me pareció fantastica
Bienvenido al club de los que se han caido alguna vez por las escaleras de un teatro.
Un saludo
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