A juzgar por el lleno de ayer del Teatro de la Maestranza, parece que la decisión de trasladar el concierto anual de Barenboim y la Wedo de los meses estivales a enero ha sido un acierto. Un acierto en lo que atañe a vender todas las localidades y llenar la sala de un público que, probablemente, no es el que más suele frecuentarla. Lo digo porque pienso que buena parte de los allí presentes anoche debieron ser melómanos de puro postureo atraídos por la siempre interesante presencia del de Buenos Aires. Que no es que yo tenga nada en contra de la llegada de público inhabitual al Maestranza –más bien me
parece una bendición y una necesidad– pero cuando ese mismo público evidencia que no tiene ni puñetera idea de cómo hay que comportarse en un concierto de estas características su presencia puede llegar a hacerse fastidiosa. Ayer se tosió todo lo que se pudo toser y más aún, se abrieron más caramelos que en la cabalgata de los Reyes Magos y se aplaudió entre movimientos. Quizá este sea el peaje que tengamos que pagar a cambio de ver caras nuevas en el teatro.
El programa, dedicado íntegramente a Mozart, me interesaba sobremanera, como podrá comprender cualquier persona que lea este insignificante y absurdo blog y conozca, a través de él, mis preferencias musicales. La primera parte se abrió con la obertura de Figaro, la ópera que Barenboim, al igual que un servidor, se llevaría a una isla desierta, tal y como recuerdo haberle leído al argentino hace mucho en alguna entrevista. Me pareció una interpretación ejemplar en matices y uso de la ironía (sensacionales los vientos) pero sin duda un tanto sobria y falta de chispa en la cuerda. La misma sensación se repitió en los movimientos extremos del concierto de oboe, K.314: un Mozart incuestionablemente bien trabajado y ejemplarmente académico, aunque falto del carácter jovial, desenfadado y chispeante que esa música pide a gritos y que Barenboim procuró obtener únicamente por la vía de emplear un tempo bastante acelerado en su briosa y musculada visión del divertido tercer movimiento. Aquí podrán objetar quienes discrepen de estas impresiones que el argentino hace un Mozart de aire germánico heredero de gente como Klemperer o Böhm y que huye de frivolidades y amaneramientos. Respondería a eso que, según mi modestísimo entender, la orquesta lo que es funcionar funcionó, como digo, pero aplicando esquemas un tanto sobrios a una música que, guste o no guste reconocerlo, se mueve no en el terreno de lo cursi, pero sí claramente en el del desenfado. No es raro, por tanto, que el bellísimo movimiento central, de carácter mucho más meditativo, funcionase a la perfección y constituyese –junto con la primera romanza del op.94 de Schubert que se ofreció como propina– el único momento de belleza verdaderamente indiscutible de una primera parte en la que lo más interesante estuvo en la destacadísima labor de la joven solista Cristina Gómez Godoy.
Como era de esperar, la segunda mitad, que consistió en el concierto de piano nº27 con Barenboim dirigiendo desde el instrumento, fue otra cosa. Nada diré sobre las indiscutibles virtudes del maestro de Buenos Aires al teclado en estos terrenos mozartianos en los que su trabajo solo puede ser considerado como ejemplar. Lo que me interesa escribir es que mostró, como director de la orquesta, un enfoque que a diferencia de lo visto en la primera mitad sí fue mucho más coherente con lo que la música sugiere. Es música amable, sin duda, aunque dotada de un carácter más introspectivo y espiritual, si me permiten la palabra, que la oída en la primera parte, y por tanto cuadró mucho mejor en los planteamientos de un Barenboim al que anoche se le escaparon algunos de los rasgos del Mozart, necesariamente poliédrico, que resulta de unir en un mismo programa obras tan dispares. No se entiende que siendo ejemplar la segunda mitad el público se propusiese incrementar su nivel de incordio hacia los artistas, especialmente en los momentos de mayor sutileza, lo cual provocó que el maestro enlazara prácticamente los dos últimos movimientos, sin dejar un resquicio entre ellos en el que pudiese colarse el concierto paralelo de toses y envoltorios de caramelos. De propina final, un Nocturno de Chopin.
14 comentarios:
Maravillloso
Vibrante análisis.
Gracias, lector anónimo. No son más que mis impresiones personales, que lo mismo pueden calificarse de maravillosas y vibrantes que de disparate. Un saludo.
de los que fueron de postureo al concierto, entre politicos y amigos de politicos pagamos la entrada 4 gatos.
"se tosió todo lo que se pudo toser y más aún,"...
Efectivamente, se batió el record de TOSES por segundo y consiguieron amargarme ese maravilloso concierto.
Una prueba más del egoísmo y la falta de educación de esta sociedad. ¿No se podría concienciar de alguna manera al personal con el siguiente consejo?:
SI TIENES UNA BRONQUITIS DE CABALLO Y UNA TOS DE PERRO.... NO VAYAS A UN CONCIERTO DE MÚSICA CLÁSICA...
QUEDATE CALENTITO EN TU CASA Y NO MOLESTES A CIENTOS DE PERSONAS, INCLUIDOS ORQUESTA Y DIRECTOR!!!!!!!
En cuanto al tipo de PÚBLICO que acudió... pues más vale no hablar, personalmente odio ese tipo de público de FIGURONES y los incultos comentarios que hay que oír.
(Nada que ver con el público de que llenaba el Palau de la Música de Barcelona el pasado diciembre en el concierto al que tuve la fortuna de acudir para ver a la soprano rusa ANNA NETREBKO. Nada que ver, pero nada que ver... en Barcelona la actitud del público es un placer más, en el
MAESTRANZA un detalle hortera que ensombrece la velada. Es mi opinión personal.
Tiene toda la pinta.
Los amantes de la música clásica siempre quejándoos. Si la gente va malo, si deja de ir malo...Lo que debería hacerse es educar a ese público nuevo con folletos con las normas, por parte de los acomodadores o por parte del público docto.
Le felicito amigo por su labor magnífica. Es una delicia leerle aunque he observado una cierta disminución en su producción.
Q suerte la amiga pelirroja en disfrutas de la Netrebko.
Un saludo para todos los amantes de la música.
Pues no puedo estás más de acuerdo con ustedes. En este concierto el público sevillano batió records en materia de mala educación.
Yo creo que en estas toses y ruiditos hay bastante de psicológico. Además ocurre con más frecuencia en los momentos de introspección. No es que haya tuberculosis en Sevilla, es que cuanto más intelectual es la música más se aburre el público no educado en esto y más ruido se hace. Entonces se produce el "efecto borrego": tose uno y tosen veinte. Lo de los folletos puede ser buena idea, aunque la necesidad de su uso causa un poco de sonrojo y seguramente no sirvan para otra cosa que para hacer que los cafres que no saben comportarse dejen con ellos el suelo hecho un asco.
Gracias de corazón a ambos por vuestras palabras. Es cierto que estoy escribiendo menos últimamente, pero en unos meses mi situación laboral se relajará y volveré a la carga con más intensidad. Eso espero.
Abrazos a ambos.
En el programa de mano de La Filarmonica en Madrid, figura lo siguiente: " se ha comprobado que una simple tos, medida instrumentalmente, equivale a la intensidad de una nota mezzoforte emitida por una trompa. Este mismo sonido, paliado con un pañuelo, es equiparable a un ligero pianissimo, y...? Pues que da igual, la gente tose cuando le sale de la garganta. Otra cosa que no soporte, es que en las brevísimas pausas entre movimientos todo el mundo tose...que pasa, que a todos les da la tos en ese momento? Yo creo que es un acto reflejo de costumbre y mala educación. De todas formas, no es por consolarnos, pero pasa en el Liceo, en el Real, Maestranza, Les Arts. Etc..incluso en teatros de Alemania, Inglaterra, Italia, etc...doy fé
Como siempre, es un placer leerte Pablo
Un saludo.
Es un mal generalizado, sí, pero de todas formas lo de este concierto fue tremendo. Un saludo.
Hace días tuve la suerte de asistir al estreno en España de una opera barroc! Que parece mentira que estuviera sin estrenar.. Se llama Niobe, regina di Tebe de Agostino Steffani. Todos los canatantes estuvieron genial. Pero destaco a Jaroussky por su gusto y sensibilidad . Si teneis oportunidad de poderla oir, os la recomiendo, para mi ha sido todo un descubrimiento
Por otro lado tened en cuenta a este pianista: Daniil Trifonov de 23 años que ha tocado hoy el con ierto numero 2 en fa menor op.21 de Chopin. De técnica no entiendo casi nada, pero ha tocado con mucho,sentimineto y por los bravos, seguro que tecnica tambien tiene. A mi me ha llegado mucho; la prueba es que no ha habido toses,eso sí habido un telefono...que cruz.
Un saludo
Sir Neville Marriner ayer en el Auditorio de Madrid, con la Sinfonía numero 44 en mi menor, de Haydn. Elgar, Concierto para violonchelo en Mi menor, opus 85 y las Variaciones Enigma. Como ha sido uno de los conciertos mas maravillosos a los que yo he asistido y no sé explicarlo, pues mejor me callo y simplemente digo " larga, larga vida para este irrepetible director y a la vez encantador Señor
Un saludo
Habrá quien critique a Marriner por ser "blando" y más dado a la ligereza que a lo trascendente, pero es un director de cuyas grabaciones he disfrutado siempre mucho y que me merece un inmenso respeto. Tiene que estar MUY mayor y sigue trabajando, cosa que entiendo que no debe hacer precisamente por dinero sino por amor a la música. Todo un ejemplo en mi opinión, querida Gucki. Un saludo.
El bis no era de Schubert, era de Schumann
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