Soplan vientos favorables para la Orquesta Barroca de Sevilla. Después de un año 2010 que comenzó de forma sombría, los últimos meses parecen marcar un período de transición en el que el grupo sevillano afianza su merecido lugar como una de las mejores orquestas historicistas de España y de Europa. Y no me refiero al excelso nivel de calidad que está alcanzando el grupo en cada una de sus actuaciones y grabaciones –al frente de la OBS se han puesto figuras de la talla de Diego Fasolis, Gustav Leonhardt, Monica Huggett, Christophe Coin, Giuliano Carmignola...– ni a su encomiable labor de recuperación histórica de obras injustamente olvidadas, sino al hecho, mucho más dificultoso, de que las entidades públicas se muestren sensibles y ofrezcan el apoyo que amerita una institución como la orquesta hispalense. Primero fue el Premio Manuel de Falla, que aportó un colchón económico que ha permitido la supervivencia del grupo justo cuando Cajasol lo dejó en la estacada en mayo del año pasado. Por otra parte, las gestiones para la adquisición de una sede permanente en el convento de Santa Clara parecen ir por buen camino (véanse las entradas sobre el Ciclo de Músicas Históricas de la OBS de este año). Ahora, y parece que de forma bastante inesperada, es nada menos que el Premio Nacional de Música, con una nada desdeñable dotación económica de treinta mil euros.
Si las cosas siguen su curso natural, la espiral de éxitos de la OBS debe continuar en un futuro que hoy se antoja más prometedor que nunca.
Ah, pero que no desaparezcan nunca los conciertos gratuitos.
Si las cosas siguen su curso natural, la espiral de éxitos de la OBS debe continuar en un futuro que hoy se antoja más prometedor que nunca.
Ah, pero que no desaparezcan nunca los conciertos gratuitos.
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