Durante los últimos dos años he ido reflejando en el blog mis impresiones sobre las representaciones de la tetralogía wagneriana que se está representando estos años en el Teatro de la Maestranza. En 2010 fue El oro del Rin y el pasado año La valquiria. Pues bien, ayer asistí a la segunda representación de Sigfrido, tercera entrega de la “saga” de los nibelungos.
Nada más llegar al teatro advertí al instante un problema recurrente últimamente en el Maestranza. Por muy invierno que sea, no se puede poner la calefacción a ochenta grados, y menos aún en un espectáculo de cinco horas de duración. La gente comentaba lo excesivamente caldeado que estaba el teatro, y con razón. Luego comenzó la representación. Se mantiene, afortunadamente, el muy espectacular montaje escénico de La Fura dels Baus, que sigue basándose, como en las dos anteriores entregas, en el uso de logradísimas y espectaculares proyecciones, en el recurso a figurantes como elementos “ornamentales” de la escena, y en la utilización de máquinas y grúas que permitan a los personajes “sobrehumanos” sobrevolar el escenario. En resumen, todo muy vistoso y espectacular.
Musicalmente fue una buena velada, aunque desgraciadamente no me gustó demasiado el Sigfrido de Lance Ryan. Aguantó el duro papel, sí, pero cantó prácticamente todo en forte. La voz no me parece especialmente bella ni grata al oído, y experimentó obvios cambios de color a lo largo del registro. Al apianar la voz, las veces que lo hizo, ésta sonó en ocasiones oscura y casi “abaritonada”, mientras que el ascenso era obviamente dificultoso y le llevó incluso a recurrir alguna vez al falsete.
El resto del reparto fue, a mi entender, espléndido, comenzando por el excelente Mime de Robert Brubaker, que fue siempre a más a lo largo de la noche. Este tenor ya me causó una muy buena impresión cuando cantó el papel de Loge hace ahora dos años (click aquí), y me ratifico en mi opinión. Catherine Foster y Alan Held son unos magníficos Brünnhilde y Wotan, y Gordon Hawkins (Alberich) sigue aportando con su poderosa voz calidad al reparto, del mismo modo que pudo apreciarse en El oro del Rin y en El cazador furtivo del año pasado, en el que interpretaba realmente bien el papel de Kaspar.
Más discutible me pareció el Fafner de Kurt Rydl, cuya voz estuvo amplificada por la megafonía del teatro. La voz es adecuadamente oscura e imponente, pero el vibrato resultó, a mi parecer, excesivo, e incluso pudo atisbarse algún problema menor de afinación. Muy bien, por último, la Erda de Christa Mayer, y realmente excelente y encantadora Cristina Toledo en su papel de Pájaro del bosque.
La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, con Pedro Halffter al frente, firmó un Sigfrido sin mácula, poderoso, impecable. Que Halffter conoce el lenguaje wagneriano está claro, y ayer por la noche volvió a demostrarlo.
El público, que sorprendentemente no llegó a llenar el teatro, respondió muy favorablemente. La acogida que ayer recibió Sigfrido me parece probablemente superior a las de las representaciones a las que asistí de El oro del Rin y La valquiria.
Fotografías: http://julio-rodriguez.blogspot.com.es/
5 comentarios:
A mí tampoco me gusta nada Ryan, decían que lo repondrán por aquí completo, no sé si para el 2014, pero con los recortes va a se que no, ya lo verás. A mí escenográficamente Siegfried me gustó menos que El Oro y La valkyria, no sé si fue producto del cansancio o la falta de novedad de la propuesta. Queda el Ocaso, ¿cuando?
Es cierto que en este montaje de Sigfrido no se ve nada que ya no se haya visto antes y falta un poco el elemento sorpresa. No sé cómo es el Ocaso de la Fura (los deuvedés de Mehta en Valencia son bastante caros), que espero ver en Sevilla en noviembre del 2013. Un abrazo, maac.
Gran crítica.
Lo del calor sería épico. Tus comentarios casi en directo fueron la risión.
No entiendo que las instituciones no controlen los termostatos o frío o calor.
Un saludo.
acabo de conocer este fantástico blog, recién llegada de Sevilla...Sigfrido.
A mí en genral me ha gustado mucho.
Los pobres y sufridos madrileños, tenemos que huir de momento, de nuestro querido teatro, hasta que soplen vientos nuevos.
Ya. Mortier provoca grandes pasiones y grandes rechazos. Yo estoy de acuerdo en eso de que hay mucho que innovar, pero no a costa de desplazar tanto el repertorio tradicional como está sucediendo en Madrid. Vamos, que siendo del todo honesto no acabo de envidiar las actuales programaciones del Real.
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