Hace poco descubrí a Lotte Reiniger, y con ella a un viejo género de cine animado que resulta totalmente novedoso para mí: las películas con siluetas. Hasta ahora, lo más parecido que había visto a la utilización de este efecto en la ópera era esta fabulosa secuencia de la memorable Cenicienta de Jean-Pierre Ponnelle, que comenté ampliamente aquí.
Reiniger, que realizó sus películas durante la friolera de sesenta años (de 1919 a 1979), se hizo experta desde su juventud en el dibujo de siluetas, tan al gusto del siglo XVIII, y algunas de ellas están relacionadas con el mundo de la ópera.
Aquí, por ejemplo, tenemos a Cherubino entonando el Voi che sapete en el segundo acto de Las bodas de Fígaro.
... y aquí están Tamino y Papageno recibiendo sus instrumentos mágicos de manos de las Tres Damas en La flauta mágica.
Huelga decir que el tipo de cine animado que Reiniger podía realizar era intencionadamente teatralizado y que casi escapaba de cualquier tipo de realismo y naturalidad. La factoría Disney, con un planteamiento radicalmente distinto, realizó durante aquellas décadas un buen puñado de obras maestras del cine animado como Blancanieves o Fantasía, y este modelo clásico del dibujo animado a color y con diálogos sólo ha cambiado –y no tan profundamente como muchos podrían pensar– en los últimos años de la mano de la animación digital. Por eso, ver estas antiguas películas de Reiniger es una experiencia interesante, por cuanto ayudan a romper el esquema arquetípico que todos tenemos de este tipo de películas. La experiencia es cuanto menos curiosa.
Existen dos películas de Reiniger relacionadas con Mozart: “Diez minutos con Mozart” (Zehn Minuten Mozart, 1930) y “Papageno” (1935).
Comencemos con la primera de ellas. El argumento de “Diez minutos con Mozart” es de lo más sencillo: un tipo se infiltra en una fiesta de disfraces a la que no ha sido invitado. Por otro lado, una chica se retira del baile, hastiada. La pareja se encuentra, se enamoran y bailan en compañía del resto de los invitados. Para acompañarlo musicalmente, Reiniger utiliza los tres primeros movimientos de la Eine kleine Nachtmusik, K.525, invirtiendo el orden de los movimientos segundo y tercero. Luego se pasa al dúo Il cor vi dono del Così fan tutte (cantado aquí en alemán), y por último al Menuetto del Divertimento, K.334.
Cuando Reiniger realizó “Papageno” su situación personal había cambiado dramáticamente. Hacía tres años que Hitler se había convertido en canciller de Alemania, y sus divergencias con el régimen nazi la habían llevado a autoexiliarse pese a no estar amenazada de ningún tipo de persecución. Junto a su marido, pasó los años que median entre 1933 y 1939 de un país a otro, y su imposibilidad de establecerse definitivamente en ninguno de ellos motivará, muy a pesar de Reiniger, su regreso a Alemania, justo a tiempo para vivir en carne propia cómo su patria se ensañaba en su propia destrucción y en la del resto del mundo.
Pero estas tribulaciones personales no se dejan ver en “Papageno”. En esta filmación se nos cuenta la historia del pajarero de La flauta mágica de manera un poco sui generis, prescindiendo de los personajes de Tamino y de Pamina, así como de los de Sarastro y la Reina de la Noche. Eliminando el enfrentamiento de estos dos últimos, esto es, el modo en el que el oscurantismo supersticioso trata de imponerse a la Razón ilustrada, la historia queda reducida a un cuento amable en el que no aparece la iniciación de los personajes en el Templo de la Sabiduría. Papageno entona su Der Vogelfänger bin ich ja mientras atrae a los pájaros con su flauta y los captura. Suena, sólo con la orquesta, el Drei Knaben que cierra la escena primera de la ópera, mientras tres aves –que en realidad son los Tres Muchachos– alimentan a nuestro protagonista. Papageno se siente sólo y entona entonces el Ein Mädchen, mientras en su imaginación ve cómo todos sus pájaros se transforman en jóvenes hermosas. Llega entonces Papagena (¡subida en un avestruz!), pero es rápidamente espantada por la presencia de una gigantesca serpiente. ¿Es la que persigue a Tamino al comienzo de la obra? Precisamente suena el Zu Hilfe. Papageno consigue librarse del bicho asqueroso, pero es incapaz de encontrar ya a la desaparecida Papagena, por lo que asistimos a la escena de su suicidio frustrado, claramente afeada por los espeluznantes berridos de los Tres Muchachos. La cosa acaba igual que en la ópera: Papagena acude finalmente atraída por el sonido de las campanas mágicas y la pareja se reúne felizmente. No sé quién canta el Papageno aquí, pero me gusta. Y por cierto, todos los que amamos La flauta mágica nos hemos preguntado alguna vez si Papageno es un mamífero. La respuesta está en este vídeo.
4 comentarios:
Lo he visto de a pocos los vídeos. Me ha parecido un post curiosísimo, original y diferente ¡más de estas cosas!Hay piezas musicales que había escuchado y que no sabia que eran de Mozart, había escuchado más de una vez la palabra papageno y no sabia lo que era.
Bueno, en "La flauta mágica" existe un personaje serio (el príncipe Tamino) y uno cómico (el pajarero Papageno) que deben afrontar una serie de pruebas iniciáticas para conseguir la plenitud, es decir, unirse a sus equivalentes femeninos (Pamina y Papagena). Papageno es posiblemente el personaje más querido para el público.
Como introducción a esta obra, y a su contexto masónico, puede servirte esta entrada que escribí hace tiempo:
http://elpatiodebutacas.blogspot.com.es/2011/03/die-zauberflote-damrau-roschmann.html
Abrazos.
Se me olvidaba:
1. El de 10 minuten con Mozart, miente son 9. Para que luego hablen de la exactitud germana.
2. Muy fuerte que el papageno se encuentra con la muchacha y la acosa.
3. Muy fuerte el suicidio, de intento nada que le salvan.
4. El final me ha dejado muy perplejo ¿De donde sacan los huevos? ¿Cuándo los han puesto? ¿Por qué nacen en pareja y ya se besan?
Tú ganas. No puedo refutar esos cuatro puntos...
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