“Il Trovatore” es la primera ópera verdiana que desfila por mi blog este año 2012, y con ella cierro la llamada trilogía “intermedia”, junto con Rigoletto y La traviata. He aquí mi resumen del libreto, para mayor comprensión de aquellos que desconozcan la obra:
Acto 1: Zaragoza, 1413. Varios soldados al servicio del Conde de Luna vigilan los movimientos de un recién llegado trovador que parece haber seducido a Leonora, la amada del Conde. Ferrando entretiene a la tropa narrando una desdichada historia: hace muchos años enfermó el pequeño hermano del Conde, y una gitana, acusada de maldecir al pequeño, fue quemada por ello en la hoguera. Pero esa gitana tenía a una hija no menos cruel que su madre, que raptó al bebé enfermo y lo arrojó a la misma hoguera, dándose a la fuga. Concluida la historia, todos los presentes se horrorizan y quedan invadidos por un terror irracional y supersticioso.
Leonora, por su parte, espera acompañada de su doncella Inés la llegada de Manrico, el trovador. Inés trata de convencerla de que olvide ese peligroso amor, pero Leonora se opone. Aparece entonces el Conde de Luna, inflamado de amor hacia Leonora, pero trata de ocultarse cuando escucha el canto del enigmático trovador, que se acerca. A causa de la oscuridad, Leonora confunde al Conde con su amado Manrico y lo abraza. Manrico se encoleriza, y aunque la intervención de Leonora consigue calmarlo nada impide que los dos rivales se batan en duelo.
Acto 2: Vizcaya. Varios gitanos se preparan para el trabajo, mientras la gitana Azucena recuerda atormentada la muerte de su madre en la hoguera, hace ya muchos años. Cuando Manrico, que la cree su madre, se queda a solas con ella, Azucena le confiesa que nunca llegó a arrojar al hermano del Conde a la hoguera. Aquél día ella contemplaba la ejecución llevando en brazos a su propio hijo. Luego raptó al bebé del Conde, pero presa de la confusión y del espanto que le producía contemplar la agonía de su madre terminó arrojando al fuego por error a su propio hijo. Manrico queda muy confundido por la historia que acaba de contarle Azucena, pero esta última se esfuerza con empeño en hacerle creer que ella y no otra es su madre. Por su parte, él narra el resultado de su duelo con el Conde. Cuando aquél había caído a tierra y Manrico se disponía a matarlo, sintió un inexplicable impulso que le hizo detener el golpe. Azucena, decepcionada, hace jurar a Manrico que no desaprovechará ninguna nueva oportunidad de matar al cruel Conde de Luna. Después llega un mensajero que urge a Manrico a que se presente en Castellor a apoyar a los adversarios del Conde. Manrico es igualmente informado de que Leonora, que le cree muerto, está a punto de ingresar en un convento. El joven se marcha a toda prisa para evitar que su amada tome los hábitos.
En el convento esperan el Conde y Ferrando, dispuestos a raptar a Leonora antes de que comience le ceremonia. Sin embargo, Manrico consigue llegar poco después de que ella entre, lo que ocasiona una explosión de furia en el Conde y una extrema alegría en Leonora.
Acto 3: Ferrando anima a los soldados del Conde a recuperar Castellor. Al poco es arrestada una gitana vagabunda, que es conducida ante el Conde ante la sospecha de que pueda tratarse de un espía de Manrico. En realidad se trata de Azucena, que es reconocida por Ferrando como la asesina que arrojó al fuego al hijo del anterior Conde de Luna. El Conde, al enterarse de que ella es además la madre de Manrico, se regocija de herir en lo más profundo a su rival.
Mientras tanto, Manrico y Leonora se disponen a casarse antes de que la batalla tenga lugar. Ruiz, un mensajero, informa a Manrico de la reciente captura de su madre, y este, fuera de sí, lanza a sus soldados a la batalla para rescatarla.
Acto 4: El Conde ha ganado la batalla y Manrico ha sido hecho prisionero y conducido a la misma mazmorra que Azucena. Luna dispone que el joven sea pasado a cuchillo al amanecer y que la gitana sea quemada en la hoguera, como su madre. Leonora, sin embargo, le jura que se convertirá en su esposa si Manrico es liberado. El Conde accede y le permite el acceso a la prisión.
En la mazmorra, Manrico trata de consolar a su horrorizada madre, que cae dormida de puro agotamiento. Leonora entra y le suplica que huya con prontitud, pero Manrico, que advierte que ella ha conseguido su libertad a cambio de entregarse a sí misma al Conde, se indigna y prefiere morir. Es entonces cuando Leonora le revela haber tomado un veneno mortal para evitar el enlace. El Conde lo observa todo oculto, y descubre el engaño cuando ve a Leonora desplomarse y morir. Manrico es inmediatamente llevado al suplicio y el Conde conduce a Azucena a una ventana desde la que observarlo. La gitana le revela entonces que acaba de matar a su propio hermano, y que con ello, ella ha vengado finalmente a su madre. El Conde queda confuso y aterrado.
Mientras tanto, Manrico y Leonora se disponen a casarse antes de que la batalla tenga lugar. Ruiz, un mensajero, informa a Manrico de la reciente captura de su madre, y este, fuera de sí, lanza a sus soldados a la batalla para rescatarla.
Acto 4: El Conde ha ganado la batalla y Manrico ha sido hecho prisionero y conducido a la misma mazmorra que Azucena. Luna dispone que el joven sea pasado a cuchillo al amanecer y que la gitana sea quemada en la hoguera, como su madre. Leonora, sin embargo, le jura que se convertirá en su esposa si Manrico es liberado. El Conde accede y le permite el acceso a la prisión.
En la mazmorra, Manrico trata de consolar a su horrorizada madre, que cae dormida de puro agotamiento. Leonora entra y le suplica que huya con prontitud, pero Manrico, que advierte que ella ha conseguido su libertad a cambio de entregarse a sí misma al Conde, se indigna y prefiere morir. Es entonces cuando Leonora le revela haber tomado un veneno mortal para evitar el enlace. El Conde lo observa todo oculto, y descubre el engaño cuando ve a Leonora desplomarse y morir. Manrico es inmediatamente llevado al suplicio y el Conde conduce a Azucena a una ventana desde la que observarlo. La gitana le revela entonces que acaba de matar a su propio hermano, y que con ello, ella ha vengado finalmente a su madre. El Conde queda confuso y aterrado.
Click para acceder a la traducción completa del libreto al castellano.
Junto con Rigoletto y La traviata, Il Trovatore constituye uno de los títulos que integran la trilogía del período “intermedio” de Verdi. Es frecuente acusar de descabellado su libreto. Resulta obvio que contiene una infinidad de situaciones extravagantes, pero la historia, con todos sus clichés incluidos, no deja de ser teatralmente efectiva gracias a la música del gran Giuseppe Verdi. Guste más o menos, el libreto dispone de elementos más que suficientes como para mantener en tensión permanente al espectador durante dos horas y media: amores imposibles, sacrificios y crueldades, y sobre todo, la historia de dos hermanos que no saben que lo son y que se odian mutuamente a causa de su amor por una misma mujer. No es, claro está, el mejor libreto de una ópera de Verdi (¡Otello!), pero a mí no me disgusta para nada. El autor del texto es Salvatore Cammarano, quien se inspiró a su vez en el drama “El trovador” de Antonio García Gutiérrez.
Como muchas otras obras de su autor, Trovatore es una obra bendecida por una buena cantidad de excelentes grabaciones, pues su popularidad ha sido constante desde su estreno en Teatro Apolo de Roma, el 19 de enero de 1853, menos de dos meses antes del de La traviata. Como ocurre siempre, el número de grabaciones de interés es mucho más bajo en el ámbito del DVD que en el de las grabaciones en disco. Pero existe un Trovatore sensacional que todo buen verdiano tiene la obligación de conocer. Me refiero, como no podría ser de otra manera, a la excelente grabación de Herbert von Karajan en la Ópera Estatal de Viena en 1978, con un reparto sencillamente maravilloso.
Junto con Rigoletto y La traviata, Il Trovatore constituye uno de los títulos que integran la trilogía del período “intermedio” de Verdi. Es frecuente acusar de descabellado su libreto. Resulta obvio que contiene una infinidad de situaciones extravagantes, pero la historia, con todos sus clichés incluidos, no deja de ser teatralmente efectiva gracias a la música del gran Giuseppe Verdi. Guste más o menos, el libreto dispone de elementos más que suficientes como para mantener en tensión permanente al espectador durante dos horas y media: amores imposibles, sacrificios y crueldades, y sobre todo, la historia de dos hermanos que no saben que lo son y que se odian mutuamente a causa de su amor por una misma mujer. No es, claro está, el mejor libreto de una ópera de Verdi (¡Otello!), pero a mí no me disgusta para nada. El autor del texto es Salvatore Cammarano, quien se inspiró a su vez en el drama “El trovador” de Antonio García Gutiérrez.
Como muchas otras obras de su autor, Trovatore es una obra bendecida por una buena cantidad de excelentes grabaciones, pues su popularidad ha sido constante desde su estreno en Teatro Apolo de Roma, el 19 de enero de 1853, menos de dos meses antes del de La traviata. Como ocurre siempre, el número de grabaciones de interés es mucho más bajo en el ámbito del DVD que en el de las grabaciones en disco. Pero existe un Trovatore sensacional que todo buen verdiano tiene la obligación de conocer. Me refiero, como no podría ser de otra manera, a la excelente grabación de Herbert von Karajan en la Ópera Estatal de Viena en 1978, con un reparto sencillamente maravilloso.
El interés de esta filmación radica en dos elementos: su elevadísimo nivel musical y la posibilidad de ver juntos a un buen puñado de genios del canto dando lo mejor de sí mismos. No son interesantes los decorados, ni la dirección escénica, ni la filmación en sí misma, pero con semejantes monstruos sobre el escenario eso es lo de menos. De todas formas escribiré brevemente sobre estos apartados, para que el eventual lector de esta entrada pueda hacerse una idea lo más completa posible de lo que le depara el visionado de esta filmación, si se anima a verla. El decorado de Teo Otto, de corte clásico, resulta muy anticuado y modesto hoy en día, con la utilización de paneles que no contribuyen precisamente a dotar a las escenas de ningún realismo. Eso se hace especialmente palpable en la escena segunda del tercer acto, que resulta terriblemente pobre visualmente. Mejor parado sale el correcto vestuario de Georges Wakhewitsch, y correcta la dirección escénica –de la que se ocupa el propio Karajan– aunque resulta innegablemente estática en momentos como el comienzo del tercer acto (coro “Squilli, echeggi”). La calidad de imagen es modesta, más o menos como la que podría ofrecer un VHS. También resulta cursi y anticuado el modo en el que se difuminan los contornos en la escena segunda del primer acto. Pero vale la pena. Ya digo que el interés de esta versión es muy alto, y no se encuentra en ninguno de estos aspectos, sino en el musical.
Comenzando las cosas por su orden lógico, hay que empezar hablando del Manrico de Plácido Domingo. Para entonces, él ya se había medido en el papel, por ejemplo, con la estupenda grabación de Zubin Mehta, en la que también encontramos a Fiorenza Cossotto, de la que hablaremos enseguida. Domingo hace aquí un buen trabajo, y a servidor le encanta el modo en el que entona sus “canciones” a Leonora (“Deserto sulla terra”; “Ah, che la morte ognora”). Consigue una de las más largas ovaciones con una sensacional “Amor, sublime amore”, mientras que en “Di quella pira” no se le ve para nada cómodo, como era de esperar. El propio Domingo declara haber abordado el do de pecho tan sólo en las grabaciones, no pasando del si natural en escena. En cualquier caso, la tesitura natural de Manrico no excede del la natural, por lo que Domingo no manifiesta aquí más dificultades de las expresadas y se maneja con soltura y naturalidad.
En la edición en DVD de la colección “Plácido Domingo: My greatest roles” (vol. 2) se incluye un DVD independiente de entrevistas en las que el maestro Domingo hace algunas reflexiones muy interesantes sobre su personaje que yo, lo confieso, nunca me había planteado. Tanto Manrico como el Conde de Luna deben ser, como él dice, muy jóvenes, y la imposibilidad de Manrico de matar a su rival durante el duelo se debe a su propia naturaleza como hermano suyo, de la cual él no es consciente. Luna, sin embargo, actúa en todo momento cegado por los celos, y por ello sí atraviesa esa barrera natural que Manrico no llega nunca a sobrepasar, matando a su propio hermano.
Con la sensacional Raina Kabaivanska podríamos acabar, en realidad, muy pronto. Es lo que tiene hacer las cosas tan extraordinariamente bien. Ella, como Leonora, funciona estupendamente como pareja de Domingo (véase, por ejemplo, su estupenda Tosca, también en DVD) y se muestra creíble no sólo en lo vocal (eso va por descontado) sino también en lo escénico. Toda la segunda escena del primer acto es una maravilla gracias a ella, y lo mismo vuelve a ocurrir al comienzo del último acto con su estupenda “In quest'oscura notte ravvolta”.
Azucena es mi personaje favorito. Es el que ofrece una psicología más compleja y uno de los más lucidos vocalmente. Es alguien por quien podemos llegar a sentir a un mismo tiempo compasión y repugnancia (no nos olvidemos de que se trata de la asesina de un niño pequeño). El personaje es confuso, y está moldeado para sembrar de inquietud al espectador, fórmula esta que se mantiene hasta el último instante de la ópera, en el que ella, en lugar de lamentarse de la muerte de Manrico, a quien ha criado como a su propio hijo, se regocija de haber vengado al fin a su madre muerta haciendo que el Conde destruya por sí mismo a su hermano, a quien ella no llegó a quemar vivo. Para dar vida a este personaje, tan terrible como atractivo, tenemos la que para mí es la mejor opción imaginable: Fiorenza Cossotto. Esta grandísima mezzosoprano es una de las referencias indiscutibles en el papel, que había grabado ya varias veces antes de la presente filmación (véase, por ejemplo, la antes referida grabación de Mehta o la anterior de Tullio Serafin con Carlo Bergonzi y la estupenda y nunca del todo suficientemente valorada Antonieta Stella). Por su fuera poco, a su característica voz, llena de squillo y colorido y trabajada de forma extraordinaria, hay que sumar su buen hacer actoral, dando vida a una Azucena pródiga en gestos teatrales, casi paranoicos, y en miradas enloquecidas y llenas de pánico. Una intérprete absolutamente referencial e indispensable en el papel.
Ahora los malos. Piero Cappuccilli, a quien tenemos aquí como Conde de Luna, fue uno de los grandes barítonos verdianos del pasado. De esos que ya no quedan, desgraciadamente. Por otra parte, aunque el papel de Ferrando sea secundario, es un lujo que este recaiga sobre un bajo de la categoría de José Van Dam, que aborda fabulosamente la escena primera del primer acto, aunque sería quizás deseable algo más de agilidad en el “cuento” de la gitana (“Di due figli”).
El resto es más modesto. Maria Venuti está correcta sin más en el poco lucido papel de Inés. Por su parte, resultan más flojos el Ruiz de Heinz Zednik y el mensajero de Ewald Aichberger.
En lo que se refiere al Coro de la Ópera Estatal de Viena, este cumple sobradamente bien, aunque se lo traga la orquesta en la parte final del “Squilli, echeggi”.
El resto es más modesto. Maria Venuti está correcta sin más en el poco lucido papel de Inés. Por su parte, resultan más flojos el Ruiz de Heinz Zednik y el mensajero de Ewald Aichberger.
En lo que se refiere al Coro de la Ópera Estatal de Viena, este cumple sobradamente bien, aunque se lo traga la orquesta en la parte final del “Squilli, echeggi”.
La guinda del pastel es la presencia del maestro Herbert von Karajan al frente de la orquesta. El célebre director salzburgués ya había grabado un excelente Trovatore anteriormente con Corelli y Price. La dirección es simplemente perfecta, y quizás lo único reprochable es la eliminación de la sección central de Leonora (“Non reggo a colpi”) en la “pira”. Una cosa simpática: Hace poco comenté la curiosa forma de saludar de Luciano Pavarotti cuando el público arrojaba ramos de flores al escenario (ver aquí). Pues bien, lo que no le ocurría entonces al tenor modenés le ocurre aquí a Karajan. Es muy ovacionado por el público al salir a saludar, pero alguien, no se sabe si con abyectas intenciones, lanza un ramo de flores con tan mala (o buena) puntería que impacta sobre su cabeza y le despeina un poco. El maestro sonríe y lo recoge del suelo, sin más.
Seamos sinceros. Muy pocos deuvedés de ópera tienen un nivel musical tan elevado como para situarse junto a las grandes grabaciones en disco. Lo he dicho muchas veces. Esta filmación, aun con sus obvias carencias visuales, es uno de esos casos excepcionales que rompen la regla general. Así que si sois verdianos y no habéis visto este DVD ya sabéis que como documento visual de Il Trovatore vale muy mucho la pena.
De las ediciones disponibles, quizá la que valga más la pena sea la antes referida de la colección “Plácido Domingo: My greatest roles”, simplemente porque incluye también a un precio asequible Otello, Ernani y un DVD de entrevistas a Plácido Domingo.
Seamos sinceros. Muy pocos deuvedés de ópera tienen un nivel musical tan elevado como para situarse junto a las grandes grabaciones en disco. Lo he dicho muchas veces. Esta filmación, aun con sus obvias carencias visuales, es uno de esos casos excepcionales que rompen la regla general. Así que si sois verdianos y no habéis visto este DVD ya sabéis que como documento visual de Il Trovatore vale muy mucho la pena.
De las ediciones disponibles, quizá la que valga más la pena sea la antes referida de la colección “Plácido Domingo: My greatest roles”, simplemente porque incluye también a un precio asequible Otello, Ernani y un DVD de entrevistas a Plácido Domingo.
8 comentarios:
Dos precisiones: Plácido Domingo emite en escena un “Si Mayor” sino un Si natural. Si Mayor no es una nota, sino una tonalidad. Por otra parte la inmensa Fiorenza Cossotto no es “soprano” como se afirma, sino mezzosoprano.
Gracias. Ambos despistes son de lo más tonto, ciertamente. Ya está corregido.
Hace pocos días vi la versión del MET con Marcelo Álvarez, Sondra Radvanovski, Dolora Zajick y Dmitri Hvorostovsky dirigiendo Marco Armiliato. Me pareció muy buena, pero tenía este DVD de Karajan hace tiempo y no lo había visto todavía. Al "rebufo" de la primera quise comparar ambas y, como suele decirse, las comparaciones son odiosas. Por supuesto, y ya se afirma certeramente arriba, la puesta en escena, vestuario, decorados y filmación son muy modestos y no han resistido el paso del tiempo, pero ¡Ay amigos! la parte musical es una bomba total ¡Qué cuarteto de voces! Os habéis fijado en que Superman Domingo tenía aquí sólo ¡37 añitos! ¡Y qué dirección musical! Si se fija uno atentamente, se pueden contar en el foso orquestal hasta ocho contrabajos, es decir, Karajan utiliza una plantilla sinfónica al completo. La auténtica y genuina Wiener Philharmoniker (Filarmónica de Viena) en plenitud y con todo su esplendor. Coincido con lo comentado en que estamos, probablemente, ante una de las mejores versiones de Trovatore que no son de estudio (CDs). Una función absolutamente inolvidable. Es curioso como el paso del tiempo puede acartonar los aspectos visuales, escénicos, etc. y sin embargo permite que reluzca en todo su esplendor la interpretación musical. Sencillamente asombrosa.
Muy cierto. Visualmente no ofrece gran cosa, pero es una estupenda versión de "Il trovatore", difícilmente superable en nuestros días (por no decir que imposible). Eso sí, no he escuchado a Zajick como Azucena más allá de algunos fragmentos sueltos hace tiempo, pero esa mujer, a pesar de los años, es muy interesante.
Dolora Zajick es extraordinaria e incobustible. A sus 61 años sigue teniendo un poderío inmenso. Yo tengo sus dos Azucenas en DVD, la última que comentaba y la ya històrica del MET también; con Luciano Pavarotti, Eva Marton y Sherrill Milnes dirigiendo James Levine. Es de 1988. A pesar de los 25 años trascurridos entre ambas, sigue siendo absolutamente genial.
Ésta es la de 1988:
http://www.youtube.com/watch?v=VO66aVnLPRM
Y ésta la de 2011:
http://www.youtube.com/watch?v=Fipcb8irkMM
Conocía la existencia de ambos DVDs, y también los he catado un poco por youtube, como decía. Qué grande Zajick. El año pasado la ví en el Maestranza, en Sevilla, y sigue siendo espléndida.
Gracias por tus comentarios, Óscar. Un cordial saludo.
Tú si que mereces que te dé las gracias. Hay que agradecer a gente como tú que elabore páginas como ésta donde nuestra devoción común se manifiesta con tanta profusión y calidad. No lo conocía hasta hace un par de días.
Muy modestamente tenemos aquí en Logroño un grupo de Facebook. Si quiere alguien entrar, la dirección es:
www.facebook.com/groups/asociacionriojanaopera/
Basta con solicitar pertenecer a él y enseguida damos de alta a quien quiera. Insisto en que es algo muy modesto y en nada comparable a esta maravilla de blog.
Pablo, un cordial saludo
¡Solicitud enviada!
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