Después de retirarle su apoyo a la Orquesta Barroca de Sevilla, Cajasol continúa este año con su ciclo musical habiendo presentado ayer “La revoltosa” de Chapí con la compañía Teatro Lírico Andaluz. Puedo decir que se han cubierto de gloria. Mis respetos para esta zarzuela, por mucho que no comulgue conmigo su apoteosis del casticismo más rancio español que se plasma en una música de corte popular entonada por “chulos” madrileños y señoras vestidas de verbena. Lo cierto, ¿a qué negarlo?, es que en ocasiones tiene gracia y que es nuestro género, del que podemos sentirnos orgullosos. Por tanto, no me extenderé en mis palabras en relación a la función en sí misma, ni a los limitados medios vocales de cada cantante sin excepción, ni tampoco al decorado, que parecía sacado de una función escolar. Es en la segunda y nefasta parte, ofrecida tras la finalización de “La revoltosa” en la que sí pienso volcar mis críticas: se trataba de un popurrí de piezas populares de zarzuela pésimamente presentado por dos miembros de la compañía que, en ningún momento cesaron de hacer gracietas y payasadas de circo, convirtiendo todas y cada una de sus apariciones en escena en una lamentable astracanada impropia no ya de una ciudad como Sevilla, sino del más paleto de los pueblos de la España profunda. Bochornoso pagar veinticinco euros para escuchar a un señor imitando en escena al “Risitias” al grito de “cuñao” o para oír chistes soeces después de que el director rompiera accidentalmente el “palito”. ¿Mereció el público tamaña falta de respeto? Pues lamentablemente sí, o al menos en un porcentaje alto. Pocas veces he visto en mi vida un público más maleducado, llegando varias personas incluso a mantener conversaciones en alto durante la función. Aplaudieron a rabiar, claro está, porque la comicidad soez y de mal gusto es la que triunfa hoy (no hay más que encender la tele); palmearon y hasta cantaron en un desastroso arreglo de “Amapola” y la mayoría de los aplausos se los dieron al barítono Antonio Torres, que durante toda la función se esforzó con empeño en mostrar en qué consiste cantar engolado.
De cara al público medianamente sensible, que creo que ayer no abundaba por allí, resulta sin duda “excelente” la imagen que ofrece Cajasol prescindiendo de una de las mejores orquestas historicistas del mundo para traer esto. ¡Y pensar que por sólo diez euros más de lo pagado se puede ver cualquier ópera en el Maestranza!
Me voy a acostar, a ver si se me pasa.
PS: Parte del mosqueo se me pasó durante el trayecto de vuelta a mi casa después de ver a una pareja caminando apresuradamente. Él le decía a ella: “Te has dejado el frigorífico abierto”.
De cara al público medianamente sensible, que creo que ayer no abundaba por allí, resulta sin duda “excelente” la imagen que ofrece Cajasol prescindiendo de una de las mejores orquestas historicistas del mundo para traer esto. ¡Y pensar que por sólo diez euros más de lo pagado se puede ver cualquier ópera en el Maestranza!
Me voy a acostar, a ver si se me pasa.
PS: Parte del mosqueo se me pasó durante el trayecto de vuelta a mi casa después de ver a una pareja caminando apresuradamente. Él le decía a ella: “Te has dejado el frigorífico abierto”.
2 comentarios:
Yo también estuve alli, fue bochornoso. Un espectáculo vacío, sin esencia. ¿Cómo se puede destrozar la zarzuela mas destacada de tal modo? Espero que esta compañía sea nobel, eso me dejaría mas tranquila.
Pues no sabe usted lo que me tranquiliza leer su comentario. Al menos ya somos dos con la misma opinión, porque la mayoría del respetable pareció encantadísimo. Ver (y oir) para creer.
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