El villancico. Un género que a todos resulta familiar y que nos agrada, al menos hasta el inquietante punto en que un pariente graciosete y achispado despierta nuestros peores instintos sacando la botella de anís del mono y formando el espectáculo en Nochebuena o Nochevieja. En mi casa puedo decir que todos estamos muy romanizados y que eso no se ha producido en la vida, gracias al cielo. Por eso me gustan los villancicos.
Sin embargo, los que de verdad me gustan no son los siempre entrañables “Campana sobre campana” o “Arre borriquito”, que también. Los que disfruto verdaderamente en estas fechas son los villancicos españoles de los siglos XV a XVII, algunos de los cuales tuve la fortuna de conocer ya en mi infancia a causa de la participación de mi madre en un coro de aficionados que, junto con otros factores, supuso el pistoletazo de salida para mi interés por la música culta. Aquél coro contaba con una calidad extraordinaria para lo que se espera de una agrupación no profesional, y me dio a conocer en aquellos tiernos años música de Mozart, de Schubert, de Bruckner... y villancicos. Pienso que es inevitable que cobrara afecto a los compositores clásicos durante mi infancia porque mi mente vinculaba algunas de sus obras (y lo sigue haciendo aun día de hoy) a aquél coro y a la imagen de mi madre entre las sopranos. Puedo decir que todavía me ocurre esto cuando escucho, por ejemplo, la encantadora Misa “del solo de órgano”, K.259 de Mozart.
Pero la cosa va de villancicos: un género al que nuestro país ha colaborado sobresalientemente y cuyas contribuciones más valiosas han quedado en el olvido salvo para el público interesado. Hoy, víspera de Nochebuena, propongo escuchar seis pequeñas maravillas, todas ellas interpretadas en su día por aquél coro ya desaparecido y al que tanto debo:
Virgen bendita sin par (Pedro de Escobar)
Una de mis mayores debilidades. La continua repetición de notas (“de quien toda virtud mana”) le da un tono arcaizante que aún la hace más atractiva para el oyente moderno. La grabación corresponde a Jordi Savall y sus huestes de Hespèrion XXI y La Capella Reial de Catalunya. Aquí el texto:
Virgen bendita sin par,
de quien toda virtud mana,
vos sois digna de loar.
Vos sagrada emperadora,
desesistes el engaño,
y remediasteis el daño de la gente pecadora.
De los ángeles Señora,
vos querais tan gracia dar,
que no podamos pecar
contra aquel que carne humana,
de vos le plugo tomar.
De vos canta Salomón
toda en un mundo fermosa,
entre las espinas rosa
salistes en perfección.
A vos el alto varón
se humilla a devoción,
que sois bendita sin par
de quien toda virtud mana,
vos sois digna de loar.
Niño Dios (Francisco Guerrero)
Este villancico, más popular, se estructura en forma ternaria y es tal vez una de las pocas obras de ese genio que fue Francisco Guerrero que resulta más o menos conocida para el público medio, que no para el “gran” público. La grabación pertenece al Coro de Cámara Amalthea y procede de uno de esos CDs con aspecto de “discos de gasolinera” que tengo desde hace años por casa. El caso es que suena bien. No sé si es cosa mía o le ocurre a más gente, pero a día de hoy, estos discos tipo Alberto Lizzio y cia encierran algo de entrañable para mí. Con ellos empezamos muchos a machacarnos los oídos en el ámbito de la música clásica y por mucho que ya no los escuche, sería incapaz de deshacerme de ellos.
Niño Dios d’amor herido,
Tan presto os enamoráis
Que apenas avéis nasçido
Quando d’amores lloráis
En esta mortal divisa
Nos mostráis bien el amar
Pues siendo hijo de risa,
Lo trocáis por el llorar.
La risa nos a cabido
El llorar vos lo aceptáis
Y apenas avéis nasçido
Quando d’amores lloráis
Dadme albricias (Anónimo)
Otra maravilla, esta procedente del Cancionero de Upsala y que, pese a la aparente simplicidad no está exenta de varias complejidades. Adoro el efecto de “conversación” que se crea separando las voces masculinas y femeninas y la breve y encantadora fuga del “Ohy de Dios”. La interpretación, con delicioso paréntesis instrumental en medio, corresponde a Carles Magraner y su Capella de Ministrers.
Dadme albricias, hijos d'Eva!
- ¿Di de qué dartelas han?
Que es nascido el nuevo Adan.
- ¡Ohy de Dios y que nueva!
Dadmelas y haved placer
Pues esta noche es nascido,
El Mexias prometido,
Dios y hombre, de mujer.
Y su nascer no relieva
Del pecado y de su afan,
Pues nasçio el nuevo Adan.
¡Ohy de Dios, y que nueva!
Riu Riu Chiu (atrib. Mateo Flecha “el viejo”)
Todo un clásico, también estructurado a manera de conversación. El texto, aquí abreviado, es bastante más largo. Tenemos nuevamente a Carles Magraner y a su Capella des Ministrers.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
El lobo rabioso
la quiso morder,
mas Dios poderoso
la supo defender.
Quisole hacer que
no pudiese pecar,
ni aun original
esta Virgen no tuviera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
Este que es nacido
es el gran monarca,
Cristo patriarca
de carne vestido.
Hanos redimidos
con se hacer chiquito,
aunque era infinito,
finito se hiciera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
Pues que ya tenemos
lo que deseamos,
Todos juntos vamos
presentes llevemos;
Todos le daremos
nuestra voluntad,
pues a se igualar
con nosotros viniera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
No la devemos dormir (Anónimo)
Este villancico, con texto de Fray Ambrosio de Montesino, es de los más cálidos y tiernos que conozco. Los pelillos de punta. Tiene algo de canción de cuna y algo también de canto profundamente espiritual, o al menos así lo veo yo. Jordi Savall recurre aquí a un tempo quizá excesivamente lento y a emplear como soprano solista a su esposa Montserrat Figueras, as usual. Es una cantante de medios cuanto menos limitados, pero que en este tipo de cosas cumple al menos adecuadamente. Acompaña la Capella Reial de Catalunya.
No la devemos dormir
la noche sancta.
No la devemos dormir.
La Virgen a solas piensa
Qué hará
quando al rey de luz inmenssa
parirá:
Si su divina essencia
temblará,
O que le podrá dezir
No la devemos dormir
la noche sancta.
No la devemos dormir.
Qué pensamientos te rigen
a tal hora,
No menguada santa Virgen
mi señora.
Gloria son que no te agligen
causadora
de Dios en carne venir
No la devemos dormir
la noche sancta.
No la devemos dormir.
Quando la parió la virgen [dama]
singular
No le [se] puso en blanda cama
a reposar [a regalar]
más con pura [toda] fe se inflama
en adorar
al hijo que fue a parir [al que pudo tal parir]
No la devemos dormir
la noche sancta.
No la devemos dormir.
Qué bonito niño chiquito (Anónimo)
Y terminamos con este caramelito perteneciente al Cancionero de la Colombina y bellamente interpretado por Nuria Rial acompañada por el grupo Orphénica Lyra de José Miguel Moreno.
Qué bonito niño chiquito.
Pariendo la Virgen
dos buenas mugeres
servían al parto
y fazianle plaçeres al niño.
E los pañizuelos
que no son de sirgo
en un pesebrejo
enbuélvelo la Virgen al niño.
La Virgen María
como era moçuela
ciñólo cuerdamente
con una faxuela al niño.
Angeles del cielo
Muy dulce cantavan
“Gloria in excelsis Deo”
asy lo acallaban al niño.
Pues lo dicho,
FELIZ NAVIDAD.
Sin embargo, los que de verdad me gustan no son los siempre entrañables “Campana sobre campana” o “Arre borriquito”, que también. Los que disfruto verdaderamente en estas fechas son los villancicos españoles de los siglos XV a XVII, algunos de los cuales tuve la fortuna de conocer ya en mi infancia a causa de la participación de mi madre en un coro de aficionados que, junto con otros factores, supuso el pistoletazo de salida para mi interés por la música culta. Aquél coro contaba con una calidad extraordinaria para lo que se espera de una agrupación no profesional, y me dio a conocer en aquellos tiernos años música de Mozart, de Schubert, de Bruckner... y villancicos. Pienso que es inevitable que cobrara afecto a los compositores clásicos durante mi infancia porque mi mente vinculaba algunas de sus obras (y lo sigue haciendo aun día de hoy) a aquél coro y a la imagen de mi madre entre las sopranos. Puedo decir que todavía me ocurre esto cuando escucho, por ejemplo, la encantadora Misa “del solo de órgano”, K.259 de Mozart.
Pero la cosa va de villancicos: un género al que nuestro país ha colaborado sobresalientemente y cuyas contribuciones más valiosas han quedado en el olvido salvo para el público interesado. Hoy, víspera de Nochebuena, propongo escuchar seis pequeñas maravillas, todas ellas interpretadas en su día por aquél coro ya desaparecido y al que tanto debo:
Virgen bendita sin par (Pedro de Escobar)
Una de mis mayores debilidades. La continua repetición de notas (“de quien toda virtud mana”) le da un tono arcaizante que aún la hace más atractiva para el oyente moderno. La grabación corresponde a Jordi Savall y sus huestes de Hespèrion XXI y La Capella Reial de Catalunya. Aquí el texto:
Virgen bendita sin par,
de quien toda virtud mana,
vos sois digna de loar.
Vos sagrada emperadora,
desesistes el engaño,
y remediasteis el daño de la gente pecadora.
De los ángeles Señora,
vos querais tan gracia dar,
que no podamos pecar
contra aquel que carne humana,
de vos le plugo tomar.
De vos canta Salomón
toda en un mundo fermosa,
entre las espinas rosa
salistes en perfección.
A vos el alto varón
se humilla a devoción,
que sois bendita sin par
de quien toda virtud mana,
vos sois digna de loar.
Niño Dios (Francisco Guerrero)
Este villancico, más popular, se estructura en forma ternaria y es tal vez una de las pocas obras de ese genio que fue Francisco Guerrero que resulta más o menos conocida para el público medio, que no para el “gran” público. La grabación pertenece al Coro de Cámara Amalthea y procede de uno de esos CDs con aspecto de “discos de gasolinera” que tengo desde hace años por casa. El caso es que suena bien. No sé si es cosa mía o le ocurre a más gente, pero a día de hoy, estos discos tipo Alberto Lizzio y cia encierran algo de entrañable para mí. Con ellos empezamos muchos a machacarnos los oídos en el ámbito de la música clásica y por mucho que ya no los escuche, sería incapaz de deshacerme de ellos.
Niño Dios d’amor herido,
Tan presto os enamoráis
Que apenas avéis nasçido
Quando d’amores lloráis
En esta mortal divisa
Nos mostráis bien el amar
Pues siendo hijo de risa,
Lo trocáis por el llorar.
La risa nos a cabido
El llorar vos lo aceptáis
Y apenas avéis nasçido
Quando d’amores lloráis
Dadme albricias (Anónimo)
Otra maravilla, esta procedente del Cancionero de Upsala y que, pese a la aparente simplicidad no está exenta de varias complejidades. Adoro el efecto de “conversación” que se crea separando las voces masculinas y femeninas y la breve y encantadora fuga del “Ohy de Dios”. La interpretación, con delicioso paréntesis instrumental en medio, corresponde a Carles Magraner y su Capella de Ministrers.
Dadme albricias, hijos d'Eva!
- ¿Di de qué dartelas han?
Que es nascido el nuevo Adan.
- ¡Ohy de Dios y que nueva!
Dadmelas y haved placer
Pues esta noche es nascido,
El Mexias prometido,
Dios y hombre, de mujer.
Y su nascer no relieva
Del pecado y de su afan,
Pues nasçio el nuevo Adan.
¡Ohy de Dios, y que nueva!
Riu Riu Chiu (atrib. Mateo Flecha “el viejo”)
Todo un clásico, también estructurado a manera de conversación. El texto, aquí abreviado, es bastante más largo. Tenemos nuevamente a Carles Magraner y a su Capella des Ministrers.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
El lobo rabioso
la quiso morder,
mas Dios poderoso
la supo defender.
Quisole hacer que
no pudiese pecar,
ni aun original
esta Virgen no tuviera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
Este que es nacido
es el gran monarca,
Cristo patriarca
de carne vestido.
Hanos redimidos
con se hacer chiquito,
aunque era infinito,
finito se hiciera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
Pues que ya tenemos
lo que deseamos,
Todos juntos vamos
presentes llevemos;
Todos le daremos
nuestra voluntad,
pues a se igualar
con nosotros viniera.
Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.
No la devemos dormir (Anónimo)
Este villancico, con texto de Fray Ambrosio de Montesino, es de los más cálidos y tiernos que conozco. Los pelillos de punta. Tiene algo de canción de cuna y algo también de canto profundamente espiritual, o al menos así lo veo yo. Jordi Savall recurre aquí a un tempo quizá excesivamente lento y a emplear como soprano solista a su esposa Montserrat Figueras, as usual. Es una cantante de medios cuanto menos limitados, pero que en este tipo de cosas cumple al menos adecuadamente. Acompaña la Capella Reial de Catalunya.
No la devemos dormir
la noche sancta.
No la devemos dormir.
La Virgen a solas piensa
Qué hará
quando al rey de luz inmenssa
parirá:
Si su divina essencia
temblará,
O que le podrá dezir
No la devemos dormir
la noche sancta.
No la devemos dormir.
Qué pensamientos te rigen
a tal hora,
No menguada santa Virgen
mi señora.
Gloria son que no te agligen
causadora
de Dios en carne venir
No la devemos dormir
la noche sancta.
No la devemos dormir.
Quando la parió la virgen [dama]
singular
No le [se] puso en blanda cama
a reposar [a regalar]
más con pura [toda] fe se inflama
en adorar
al hijo que fue a parir [al que pudo tal parir]
No la devemos dormir
la noche sancta.
No la devemos dormir.
Qué bonito niño chiquito (Anónimo)
Y terminamos con este caramelito perteneciente al Cancionero de la Colombina y bellamente interpretado por Nuria Rial acompañada por el grupo Orphénica Lyra de José Miguel Moreno.
Qué bonito niño chiquito.
Pariendo la Virgen
dos buenas mugeres
servían al parto
y fazianle plaçeres al niño.
E los pañizuelos
que no son de sirgo
en un pesebrejo
enbuélvelo la Virgen al niño.
La Virgen María
como era moçuela
ciñólo cuerdamente
con una faxuela al niño.
Angeles del cielo
Muy dulce cantavan
“Gloria in excelsis Deo”
asy lo acallaban al niño.
Pues lo dicho,
FELIZ NAVIDAD.
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