El ciclo de conciertos de “Noches en los jardines del Alcázar”, que celebra ahora su undécima edición, supone un paréntesis en el tedio musical que es el verano sevillano. El pasado viernes, atraído por la presencia de Fahmi Alqhai, acudí al concierto del conjunto Accademia del Piacere, integrado como digo por los hermanos Alqhai y por la alemana Johanna Rose. El concierto, dedicado íntegramente a Johann Sebastian Bach y con el título de “Memorias de Leipzig”, ofrecía un programa cuanto menos curioso teniendo en cuenta que el conjunto constaba de tres violas de gamba: quintón (Fahmi Alqhai), y bajo (Rami Alqhai y la citada Johanna Rose). Precedidos por el Contrapunctus VIII de “El arte de la fuga”, el grupo deslumbró en una delicadísima interpretación de parte de las Variaciones Goldberg (catorce de ellas, junto con la famosa Aria que abre y cierra la obra) bellamente adaptadas a los tres instrumentos. Aunque siempre son preferibles los instrumentos para los que Bach pensó cada obra, la idea de adaptar su música para teclado a conjunto de cámara volvió a funcionar con la Sonata en Trío, BWV 530 para órgano, una de tantas maravillas casi ignoradas del genio de Eisenach.
No pude evitar distraerme en algún momento. La culpa la tuvieron ni más ni menos que las evoluciones de una rata que, vista desde la fila 18, era bien grande. Una señora, sentada junto a mi madre, la vio pasar de refilón y exclamó: “¡Allí hay un gato!” Supongo que una observación más prolongada del animalito la sacó del error, porque tiempo dio de contemplar cómo correteaba de lado a lado por una de las cornisas mientras que los tres músicos permanecían ignorantes. A cada aparición de la rata seguían murmullos varios del público, mientras que los músicos (más cerca de ella que nadie) continuaban a lo suyo, como si de una película cómica se tratase.
Es inevitable que en un jardín de cierta extensión haya bichos, pero ratas... no. Tirón de orejas para los responsables de su mantenimiento, quienes quiera que sean.
Ayer, lunes 23, acudí de nuevo, esta vez para escuchar al cuarteto Axabeba, del que ya tuve una grata impresión en el concierto-maratón de ayuda a Haití que se hizo hace unos meses en la Iglesia de los Terceros a instancias de la Orquesta Barroca de Sevilla. Escuchando los discos de este grupo medieval, resulta evidente la mejora que ha supuesto la inclusión de Alberto Barea, reforzando las voces y aportando el uso del organeto al tiempo que interpreta los vientos (chirimía) junto con un magnífico Ignacio Gil, que se llevó tal vez el mayor aplauso. Mucho más me convenció en esta ocasión María Dolores García, especialmente en el Caritas abundat de Hildegard von Bingen, cantada desde fuera del escenario (concretamente desde una ventana del edificio de atrás) y acompañada por José Luis Pastor, quien además de hacerse cargo de las cuerdas medievales se ocupó de introducir de forma amena cada una de las piezas. Hubo bromas entre los músicos, buen humor y calidad musical en un entorno bello. El programa, titulado “Collage medieval”, se componía de diversas piezas de variado origen de los siglos XIII y XIV: del Llivre Vermell de Montserrat y las Cantigas de Alfonso X a las danzas inglesas o italianas, pasando por canciones sefardíes o por una magnífica “Ecco la primavera” de Landini.
Muy disfrutable.
Tempus transit gelidum / Estampida sobre el tema (Carmina Burana) – Axabeba
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