La primera palabra que se me viene a la mente para describir el majestuoso espectáculo que ayer acogió el Maestranza es la de “triunfo”. Debutaba Mariola Cantarero en el rol del Violetta Valéry, la heroína romántica de La traviata, de Giuseppe Verdi. Un papel tan complejo, tan rico intelectualmente y tan diferente en cada acto (con nuevas y distintas exigencias vocales en cada uno de los tres) que obliga a pensar que un debut no es más que un simple embrión de algo que con el tiempo evolucionará a mejor. Pues resulta que no. Ignoro si la recién estrenada Violetta de Cantarero evolucionará en los próximos años (ella mismo lo ha dicho), pero falta no le hace. Anoche no sólo salió airosa, sino que firmó una Traviata absolutamente redonda, conmovedora como pocas (en realidad como ninguna o casi ninguna a día de hoy) y exquisitamente cantada de principio a fin. Debutar así es una proeza, y más en un papel tantísimas veces grabado y en el que tan fácil resulta caer en estériles comparaciones (inevitablemente con Callas, a quien la propia Mariola reconoce inteligentemente como la más completa Violetta de la discografía).
Tratar de describir su canto no tiene demasiado sentido. Esta vez estoy absolutamente de acuerdo con lo que apunta Mengíbar en Diario de Sevilla. Por cierto también que su timbre sedoso la aleja de la sonoridad arquetípica de Violetta (Callas o Scotto, por ejemplo), lo que unido a un control y técnica maravillosos nos obliga a pensar que estamos ante una Violetta nueva, diferente y emocionante por partida doble. Algo parecido me ocurre al escuchar a Freni en este papel, tan distinta y a la vez tan emotiva y perfecta. Me quedo con los increíbles filados y pianissimos de Mariola, que convirtieron el “Addio del pasato” en algo tenebroso y cálido al mismo tiempo, con una nota final largo tiempo sostenida que aún me produce cierto sobrecogimiento al recordarla.
Enorme Violetta. Y además, ¡qué leches! a Mariola se la ve sencilla, simpática y, como decimos por el sur, buena gente. Que vuelva al Maestranza cada año. Lo firmo sin pestañear.
Y ahora Ismael Jordi, un Alfredo simplemente maravilloso. Tiene la voz adecuada para el papel (¡cuántas Traviatas estupendas habrá en la discografía echadas a perder por tenores endebles, léase Lopardo, Piper, etc.!), con el adecuado timbre juvenil y gran control de la voz en todo el registro. Creí percibir algún arranque brusco en el primer acto (“Un dì, felice, eterea”), pero ahí quedó la cosa, pues ya en el segundo acto arrancó una merecidísima ovación del público al final de su escena, con el agudo final potestativo (y digamos que no siempre bello) del “O mio rimorso”. Como apunta Mengíbar, también a mí se me llegó a poner la carne de gallina al comienzo, casi susurrado, del “Parigi o cara”.
George Petean fue, por su parte, un magnífico Germont, de voz enérgica, incisiva y no carente sin embargo de delicadeza y emotividad en “Di Provenza il mar”, justamente aplaudida por el teatro al completo. Es cierto que permaneció completamente estático toda la noche y con los brazos bajos, sin moverse apenas. No sé si esa inmovilidad forma parte de la dirección escénica, como se ha apuntado, pues ni MacNeil y Bruson permanecen tan rígidos en los dos DVDs que poseo de La traviata de Zeffirelli.
Nuestra maravillosa Real Orquesta Sinfónica de Sevilla se vio competentemente dirigida por Andrea Licata. Lo único que me disgustó en cierto modo fue que se omitiesen las repeticiones del “Ah, fors’è lui” y del “Addio del pasato” cuando la partitura se ofrecía completa, incluida la cabaletta del “O mio rimorso”. Licata dirigió de forma algo estruendosa (quizá incluso demasiado) el “Amami Alfredo”, cantado de forma hermosamente desesperada por Cantarero, y redujo el tempo cada vez que Violetta repetía “Pietà, gran Dio” en la fiesta de Flora. Muy acelerada en cambio la entrada de Germont en el tercer acto. De matrícula de honor estuvo el Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza, como nos tiene ya acostumbrados por otra parte. Hay quien ni siquiera los menciona en sus crónicas, cuando su nivel es exactamente el de un coro profesional de primera. Así lo demostró anoche, con voces perfectamente empastadas y sin el menor desajuste con la orquesta en el acto primero antes del “Sempre libera”, y posteriormente en la escena de las gitanas y los toreros.
En cuanto al montaje, baste decir que fue Franco Zeffirelli en estado puro. Un derroche visual desde el primer minuto, con hasta doscientas personas sobre el escenario. El resultado es siempre agradecido, bello y muy espectacular (sobre todo esto último), pero siempre ocurre con él que a veces es difícil distinguir de quién provienen las voces en esa masa de colores y de gente en que se convierte el escenario. En cualquier caso, a mis acompañantes les encantó, y yo, por mi parte, sabía muy bien de antemano a lo que me enfrentaba.
Aplausos, aplausos y más aplausos casi en cada número, así como a la escenografía de la fiesta de Flora, y larga ovación al final, con las consabidas palmadas al ritmo de sevillanas. El teatro al completo saltó como movido por un resorte a ponerse en pie al saludar Cantarero, que hacía gestos de encontrarse muy emocionada por semejante reacción.
Un breve apunte sobre las críticas publicadas en la prensa para terminar.
“En alguna escena, como en la fiesta de Violetta, le excesiva presencia de muebles (aparadores, espejos, cortinas, lámparas, mesas) y las escaleras entorpecen el movimiento escénico y deja una sensación de interpretación estática, en la que el coro y los protagonistas dirigen su mirada hacia el público y no bailan el vals -ni siquiera se mueven- en la famosa escena del brindis 'Libiam ne'lieti calici'.”
http://www.google.com/hostednews/epa/article/ALeqM5iAqgdJQQISP6N2VDhu3iMpkD8rNg
¿Vals? Cuidado con las copas, no vayan a derramarse.
Lo de “El Correo” no tiene nombre:
“No aporta nada a la función la inclusión de la cabaletta (cuadro II del acto segundo), resuelta con un injerto folclorista a cargo de un conjunto de baile cuya dilatada actuación procede interrumpiendo en exceso la narración.” (Ismael G. Cabral).
Un crítico que evidencia que no ha escuchado “La traviata” y que ha oído campanas (tocando el “O mio rimorso”) y no sabe dónde.
http://www.elcorreoweb.es/internos/ultimahora/096597/traviata/vieja/usanza
Yo quiero hacerme crítico de música, porque reconociendo no ser más que un aficionado (un gran aficionado, eso sí), me ahorro escribir semejantes tonterías.
Fotografías: http://julio-rodriguez.blogspot.com/
8 comentarios:
Ya sabes que me encantó el espectáculo al que asistimos y que me emocionó hasta llegar a las lágrimas en el último acto.
Comparto tu opinión al respecto aunque lo técnico te lo dejo a ti :P De Violetta sólo añadir la maravillosa humildad de la artista :)
¡Qué alegría verte por aquí! No esperaba que aparecieras.
Créeme que me sorprendió enormemente tu reacción. No eres de lágrima fácil, o al menos no lo aparentas.
Y sí, Mariola Cantarero parece maravillosa.
Acabo de descubrir tu blog, y debo darte la enhorabuena, no leí mucho todavía pero me parecen unos post muy cuidados. A mí también me gustó mucho la Traviata del sábado (mucho menos la del viernes, muy sosa) y hoy repito. A ver qué me encuentro :-D
Un saludo, y no dejes de escribir!
r.
Si eres el Rofrano al que llevo años leyendo en foros de internet, soy yo el que debo darte las gracias. Supongo que cuando uno escribe en esos medios no se plantea demasiado el hecho que está ayudando en no poca medida al aprendizaje de no pocos lectores aficionados.
Enhorabuena a tí y bienvenido.
Pues mira, depende del foro, porque escribir con ese nombre sí que escribía, pero hace ya bastante que no participo. Lo mismo hay otro Rofrano por ahí...
Por cierto, Mariola y Jordi han revalidado éxito hoy. Pedazo de Violetta.
Me refiero al Rofrano que participaba en UNLAO, que probablemente es el mismo que mantiene vivo el "foro agenda" de Foroclásico. Lo que no recuerdo es si te he visto también en la "Tertulia".
Lo dicho, un honor.
Como autor de la crítica sin nombre de El Correo únicamente puntualizar que, efectivamente, cometí un torpe desliz al escribir con enorme premura la crónica la primera noche de representación. Evidentemente no sé qué clase de asociación mental me llevó a mentar la 'cabaletta'. El error ya está subsanado en la edición digital del periódico. En cuanto a lo demás, celebro que disfrutara de esta "Traviata".
Rectificar es de sabios y de buen profesional. En cualquier caso y en lo que a mí respecta, jamás de los jamases describiría la fiesta de Flora como un "injerto".
Sea usted bienvenido.
Publicar un comentario